La importancia de la educación que trasciende a las reformas educativas
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
Nuestro mundo es el mundo del deshecho, del pragmatismo barato y la ignorancia casi generalizada. La reforma educativa aprobada recientemente se ha reducido a una copia de la anterior, “Es el mismo perro pero con distinto bozal”, afirmó el destacado intelectual Enrique Dussel.
La reforma educativa no es el ideario educativo. El gobierno de López Obrador anunció distintos cambios que pretende hacer en el marco de la Cuarta Transformación y en ese orden de ideas la educación es un punto clave.
Los países que le apostaron por transformar verdaderamente su sistema educativo (Finlandia, Corea, Cuba, Japón, etcétera), independientemente del sistema político o económico y que invirtieron recursos y talentos, hoy comienzan a tener los frutos de dicha inversión. La educación es uno de los fenómenos sociales más caprichosos, se requiere sembrar para después cosechar, se requiere invertir para luego recoger las ganancias, se requiere atender para después ver los resultados de lo que se ha atendido.
La política educativa en México se ha reducido a politiquería chafa, a grilla partidista en aras no de buscar ciudadanos en formación sino clientes de los partidos para que se traguen sus embustes.
La educación también es una especie de caja de resonancia de lo que sucede afuera. Lo que se vive o lo que pasa en las escuelas públicas se refleja y se proyecta afuera de ellas en toda la sociedad y viceversa. Los sujetos: niños, jóvenes, adultos, son ciudadanos que proyectan en cada acción de su vida, en cada relación que establecen con los demás su verdadero nivel educativo, la educación no se trata de pensarla a partir de grados académicos, hay personas con grado de Doctor o incluso mas allá que son semianalfabetas; y hay otras que incluso nunca fueron a la escuela y son personas cultas, ciudadanos críticos y respetuosos que asumen sus derechos y cumplen con sus obligaciones y compromisos sociales.
Es por ello que la reforma educativa recientemente aprobada nos queda a deber, porque no coloca en el centro de las discusiones y los acuerdos, el cómo hacer para mejorar verdademente la educación de los mexicanos y mexicanas.
Ha confundido atención educativa con clientelismo, se ha confundido consenso con negociaciones y acuerdos en lo oscurito, se ha confundido la agenda educativa nacional con los intereses sectarios de partidos y sindicatos de maestros.
En el seno de la OCDE seguimos ocupando uno de los últimos lugares del club de los países más ricos del mundo, en lectura, matemáticas y conocimientos científicos, junto con las ciencias sociales y las humanidades en donde se reflejan los valores aprendidos y las mannifestaciones del tipo de ciudadanos que somos, parece que seguimos siendo un país de reprobados.
¿Cómo modificar el orden del debate de tal manera que nos permita salir del subdesarrollo cultural y educativo?, esa es la verdadera pregunta que deberían hacerse políticos y planeadores, educadores y pedagogos.
Esa es la pregunta a la cual la reforma educativa no ha sido capaz de brindarle una respuesta puntual y convincente.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. [email protected]