2 de octubre de 1968, ¿qué es lo que no hay que olvidar?

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Año con año en una marcha multitudinaria se coreaba una consigna ¡Dos de octubre no se olvida! ¡Dos de octubre no se olvida! Han pasado 54 años desde aquel dos de octubre de 1968, cuando en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, culminó un movimiento estudiantil que inició el 26 de julio de ese mismo año, en una marcha en apoyo a la revolución cubana.
El Movimiento estudiantil de 1968 es uno de los acontecimientos más importantes de la historia reciente en nuestro país, sirvió para generar un profundo parteaguas de un antes y un después del 68.
Antes de 1968 predominaba el autoritarismo gubernamental y la cerrazón del gobierno priista, la respuesta del gobierno a todo brote de inconformidad era la cárcel o la represión, el Movimiento de 1968 fue un detonante de muchas cosas. La inconformidad se desbordó y dio lugar en todas las esferas a fuertes influencias de la vida social, en el arte, la cultura, la educación, incluso en la economía y en la política; al flexibilizar las formas de control. El Movimiento fue derrotado en la masacre del 2 de octubre que dio un final a ese episodio, pero lo que se ganó fue la apertura de infinidad de espacios de participación el 68 generó embrionariamente la alternancia política que hoy disfrutamos.
El Movimiento de 1968 abrió un gran boquete al poder y a los excesos del poder, los jóvenes de la época y que muchos de ellos ya no viven, pero los sobrevivientes optaron por uno de los tres caminos:

a) Integrarse a los embrionarios grupos guerrilleros, que ya existían en el país.
b) Tratar de conformar organismos políticos de izquierda, partidos políticos de la llamada izquierda independiente o izquierda revolucionaria.
c) Algunos militantes (que fueron los menos) decidieron cobijarse en el poder, en el partido y en los aparatos del poder

El 68 dejó una estela muy grande en la formación política que muchos jóvenes de la época, que la entendieron cabalmente y las juventudes actuales deberían de mirar el pasado, no para verlo con ojos de nostalgia sino para aprender de esta enseñanza histórica.
Cuando se grita 2 de octubre no se olvida, no se grita al abuso o a la masacre de jóvenes lo que hay que que recordar, sino el legado histórico. Al ejemplo de los jóvenes estudiantes de la UNAM, del Poli, de las escuelas Normales, de las Universidades del país, los cuales protagonizaron una de las oleadas más importantes en la historia del país y dieron una lección de civismo a todo México.
Dos de octubre no se olvida, tiene que ver con recordar a las y los jóvenes, que dieron su vida, que fueron perseguidos, torturados, encarcelados, vejados y humillados por desafiar al poder y por atreverse a manifestarse por una mejor educación y en contra de del abuso de autoridad de los gobernantes.
¿Qué tanto hemos avanzado? ¿Qué tanto hemos ganado en participación y en cultura democrática? ¿Qué tanto las juventudes del presente han asimilado esta gran lección de democracia?
Hoy 2 de octubre no olvidamos y ratificamos el compromiso por continuar con la democracia que iniciaran los jóvenes y que culminó en la masacre de la llamada Noche de Tlatelolco en la Plaza de las Tres culturas en Tlatelolco, Ciudad de México.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la UPN Guadalajara, Unidad 141. safimel04@gmail.com

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