¿Nueva educación?

 en Miguel Bazdresch Parada

Miguel Bazdresch Parada*

Finalizaron las campañas electorales. En la mayoría de los puestos en disputas, los elegidos están definidos, y algunos pocos serán definidos mediante los procesos legales necesarios. Tenemos presidenta, tenemos gobernador y presidentes municipales. Entramos en ese lapso entre los últimos días de los aún funcionarios y las primeras decisiones y designaciones, sobre todo, de personal de primer nivel de los puestos de lo que llamamos “gabinete”.
Y ¿la educación? ¿Quiénes serán los nuevos secretarios/as de educación, federal y la estatal? ¿Cambiará algo sustancial? Se verá pronto, no obstante, es difícil especular por algún cambio sustancial. La educación es una función de largo plazo, requerida de paciencia, entereza y constancia. Cada inicio de ciclo escolar los educadores se enfrentan a nuevos estudiantes para ayudarles a aprender los mismos conocimientos del año anterior, del ante anterior y de varios años antes; cada educador con sus maneras y los cambios suscitados por las reflexiones con las cuales pueden diseñar diferencias y lograr mejor ese objetivo de estudiantes aprendientes. La rutina es el enemigo principal, la experiencia encapsulada en un “yo sé cómo” y, la tentación de pensar: “todos los escolares son iguales”, son los enemigos dos y tres de los maestros confiados que “todo será más o menos igual que siempre.”
La renovación de los cargos de elección popular es ajena a las exigencias, preguntas y actividades de los educadores de frente a la tarea de trabajar con un grupo de niños/as o de jóvenes, siempre diferentes, pues cada persona es un mundo, y a la vez muy iguales, pues son personas habitantes de una misma cultura, hábitos, ideas y deseos. Los gobiernos, en casi todos los países, cuando se trata de la “educación nacional” piensan que un conjunto de normas y un conjunto de saberes, son los más importantes para lograr lo nacional de esa educación. Por eso los gobiernos disponen, mediante un método, lo que se debe “enseñar”, cuándo, en qué orden de tiempo, y lograr cuáles objetivos. El resultado es que se “revuelven normas para una cotidianidad uniforme, con las normas acerca de qué y cómo enseñar ciertos conocimientos, habilidades y actitudes.”
Así, quizá preocupe más a un maestro, un alumno sin uniforme el lunes en la mañana para rendir honores a la bandera, que ese alumno, ya de cuarto año, aun no aplique con propiedad y agilidad las cuatro operaciones básicas de la aritmética. Los cambios en el personal político no modificarán estas situaciones escolares. El proceso educativo (aprender y aplicarlo para resolver situaciones) de una persona humana inicia en el nacimiento y termina con el último suspiro, Por tanto, los políticos sexenales encargados de la educación han de promover entre los educadores (quienes ya estaban antes del político y seguirán ya que se vaya) la significación de lo educativo en términos de “aprender a lo largo de la vida”, y así, maestros/as podrán relacionarse con los/las estudiantes mediante los modos de aprender de cada quien, para ajustarlo, mejorarlo y enriquecerlo. La ciencia, el humanismo, la ética y las prácticas serán los medios intelectuales con los cuales se hace vida, la educación será siempre “LA” materia de aprendizaje y el medio para ayudar a educarse a la persona completa de cada estudiante.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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