Voz que clama
Carlos Arturo Espadas Interián*
“La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”. Se olvida que las acciones resuenan en el mundo próximo, lejano, histórico o inmediato. La sangre como metáfora de la vida, la existencia y todo lo que ello conlleva y que manifiesta un ser humano.
La existencia humana se despliega en infinidad de posibilidades acotadas por condiciones histórico-sociales, culturales y demás. Cuando la existencia humana se cosifica, aliena, enajena… en una frase: se niega. Quienes viven las consecuencias de esos verbos, más allá de pensar que son los sometidos, explotados, subalternos, humillados, asesinados, ridiculizados, neutralizados, olvidados… son verbos que se realizan en dos sentidos, uno hacia el otro, los otros y hacia quien lo realiza.
Estos verbos tienen doble direccionalidad; someten a otros y a quién la propicia y, al hacerlo, la riqueza humana que de por sí le pertenece y que radica en la naturaleza, clama. El clamor puede interpretarse como un grito, pero también como un murmullo sutil que va aumentando lentamente y que pasa de lo imperceptible e inaudible a ensordecedor e imposible de no ser escuchado.
El clamor se genera por la privación de un derecho intrínseco al ser humano, por ejemplo: la vida. La vida va más allá de respirar. Tiene que ver con la expresión y manifestación de todo lo que compone al ser humano.
En nuestras instituciones, la mayoría, se acepta el hecho de impedir, eliminar, manipular y neutralizar las estructuras participativas de quienes las integran o, en su caso, generarlas para el beneficio de la productividad y mejora desde la lógica de las estructuras para la certificación y acreditación.
La participación se realiza con la voz; la voz humana es una aproximación a todo lo que el ser humano es en un instante de su vida y al mismo tiempo a lo largo de su existencia, pero ese es otro tema. La voz que no se expresa, el pensamiento que no se comparte; así la voz y el pensamiento, entendidos en esa forma, nutren el silencio.
Pero no es el silencio materializado en el vacío y ausencia absoluta, sino es el vacío y ausencia de lo que existe y no puede ser manifestado. Así, cuando un ser humano es silenciado -por medio de distintos mecanismos, acciones y astucias-, silenciado en el sentido amplio de la existencia humana, se le priva de su vida y su existencia plena.
Ese asesinato, en la metáfora de la sangre, es la que clama desde la tierra, es decir, no pasará inadvertido, por más que los mecanismos de control, disipación, encubrimiento, basados en la mentira y manipulación, se activen.
Así hoy en las instituciones educativas, la sangre está clamando desde la tierra: recortes presupuestales diferenciados en favor de las IES que benefician la estructura del poder, eliminación de prestaciones, ausencia de becas reales, sometimiento de estudiantes y profesores -en formas diversas-, agresiones psicológicas a estudiantes y profesores, bajos salarios y demás acciones orquestadas por los distintos niveles de gobierno en sus secretarías de Estado. Se está asesinando y la sangre está clamando desde el suelo.
*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. [email protected]