Uso del tiempo

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

“Tiempo es la medida del movimiento entre dos instantes”
Aristóteles

Esta semana aplica el cambio de horario, cambio instrumentado en México desde 1996, por el entonces presidente, recordado por el nefasto Fobaproa, Ernesto Zedillo Ponce de León, movimiento sustentado en la evocación de su infancia en Baja California y para emular al modelo de los Estados Unidos de Norteamérica.
Poco a poco dicho cambio se ha hecho uso y costumbre. Poco a poco la sociedad mexicana ajusta puntualidad y asistencia a las escuelas y labores productivas.
Con el objetivo primordial de ahorrar energía este domingo 27 de octubre de nueva cuenta, a primera hora, se realizó el cambio de horario.
Inició el denominado horario de invierno, en un marco de frente frío y modorra de los escolares.
Los relojes fueron atrasados una hora. Los tiempos y movimientos de la vida personal también.
Han pasado tres días desde el nuevo horario, desde el lunes la actividad de aprendizaje de los alumnos sufre reacomodo.
Aunque no hay suficiente evidencia empírica documentada, se observa que el cambio de horario afecta el aprovechamiento escolar en las primeras horas de la mañana y en las últimas horas del turno vespertino. Los horarios nocturnos parece que se extienden a horas mayores de 60 minutos y ponen a prueba capacidad de trabajo y energía.
La gestión del tiempo de descanso y el tiempo de dormir no es un hábito adquirido por la totalidad de los niños y adolescentes. Muchos de ellos no se acuestan temprano en razón de sus hábitos de consumo televisivo y de medios digitales, entre otras causas.
Los procesos vitales de los educandos no son tan mecánicos como mover unas manecillas o ajustar una pantalla digital de un reloj despertador.
Mucho de la vida laboral y la vida escolar está estructurada con base al manejo del horario. El trabajador también tiene que hacer reacomodos de sus hábitos vitales.
El uso y manejo del tiempo en términos laborales, de organización familiar y personal es definitorio de la vida en el hogar y de la vida escolar.
El nuevo horario tiene implicaciones y reacomodo de estructuras fisiológicas, mentales y por supuesto de tiempos y gestión del aprendizaje.
Aunque vivimos tiempos de cambio, de ciudadanía participativa democrática, el argumento de ahorro de la energía eléctrica y aprovechamiento de energía solar solo es una voz gubernamental en una dirección.
En las escuelas se coadyuva con las familias a formar el manejo productivo del tiempo en los menores de edad, trabajamos de manera permanente y formamos en la puntualidad y asistencia.
Algunos perfiles de alumnos son auténticos retos didácticos para la formación del sentido del tiempo y su valor. Mucha de su resistencia es observable también en la adquisición de hábitos favorables a la convivencia en las horas pesadas, de cansancio o de tedio acumulado.
El uso del tiempo, que depende en el aula de los profesores y alumnos es definitorio de la calidad de los aprendizajes. Tiempo pedagógico de calidad, tiempo y actividad para el aprendizaje real y enseñanza concurrente definida por los tiempos de atención, concentración y comprensión del educando.
El nuevo horario mueve –al menos en estos primeros días– el piso donde descansan muchos de los organizadores y estructuras mentales.
Se observa una especie de discalculia temporal y una inercia de actividad física y mental asincrónica a los horarios establecidos en la organización escolar.
Lleva algunos días a docentes y alumnos la adaptación al nuevo horario. Los pasos en cámara lenta en los patios a la hora del recreo así lo hacen visible, los rostros adormilados y bostezos así lo expresan también.
Aspectos como el cumplimiento de tareas, concentración individual, organización de sus libretas, libros, materiales, el aseo personal, el lavado y cuidado de uniformes y calzado, la ingesta de alimentos, por mencionar algunos, son verdaderos retos formativos.
Los timbres o campanillas que marcan la hora de entrada generan apresuramiento de madres, padres y niños; las patrullas escolares en algunos casos bloquean la calle para fines de seguridad, verdaderas masas se agolpan en las puertas de ingreso de la escuela. El tiempo de estudiar ha llegado, el tiempo de ir al aula respectiva también.
El timbre o la campanilla de salida suena salvador y se producen coros de gozo y algarabía atribuibles tal vez al inicio de la hora de descanso o a la sopa caliente que les espera en casa.
Tiempo de recreo, tiempo de juego y tomar el lonche, tiempo de hacer fila en la tiendita escolar, tiempo de estirarse y cumplir castigo como excepción disciplinaria, tiempo de interacción con los iguales y de ocasional cortejo entre los adolescentes, tiempo de regresar a casa.
Cronos y la sabiduría grecolatina, Cronos importante dios mitológico con guadaña en mano que da miedo; Cronos como la conciencia humana del sentido del tiempo pasado, presente y futuro, la reflexión sobre la finitud de la existencia. Cronos asesino de Urano su propio padre, derrotado parcialmente por la mano humana dado el reacomodo del reloj, en virtud de una conciencia que ahora se dice es ecológica.
La escuela fábrica, cronómetro de sus tareas, el currículum oculto de la obediencia y la concentración en el modelo fabril de la producción en serie; la capacidad de seguir instrucciones, el rostro exigente del profesor que autoriza la validez del ejercicio hecho con rapidez y eficiencia, el ciudadano obrero que cumple ocho horas de trabajo y hace su labor obediente y silente.
Cronómetro de las exposiciones, de la escucha y la urgencia de respuestas; del tiempo para dibujar, del tiempo de lectura, del tiempo para hacer los ejercicios y operaciones matemáticas, tiempo para acertar y para evitar yerros, tiempo para las pruebas, para formarse y seguir consignas en el patio, tiempo para no correr e ir al baño.
Tiempo para presentar exámenes, el bimestre, el trimestre, tiempo para guardar las cosas, tiempo para sacarlas. El reloj en la muñeca de la maestra, del maestro, al que pagan por hora-semana mes o jornada, el ritmo del aprendizaje como regulación externa, tiempo para rendir cuentas.
Tiempo para salir y regresar al baño, tiempo para cruzar lentamente el patio, para envidiar la libertad de las golondrinas que cruzan juguetonas por el cielo, tiempo para tomar algunos rayos de sol antes de regresar a la butaca y a la monotonía de todos los días.
Y el tiempo extraescolar, el tiempo del abandono y la soledad, el tiempo libre del que se apropia la televisión, el ocio ausente de creatividad, el espacio de los juegos digitales, del juego en soliloquio.
Tiempo de la tablet, de la computadora, el tiempo de juego acotado, tiempo del deber pospuesto, del mirar desinteresado, la mochila donde mora olvidada la libreta en la cual se han tomado las notas de la tarea para mañana.
Tiempo del Facebook y del twitter para sumar más amigos imaginarios, para coleccionar en el bolsillo nuevos likes.
Cronos en la mitología griega, la medición del tiempo y la gestión del calendario como tarea ancestral de sabios.
Cambio de horario, ligera variación muchos acomodos.
El tiempo de sueño, el tiempo de levantarse y tomar el desayuno, el anuncio de la llegada del frío y de la variación de la luz solar.
Cambio de horario, otro asunto en el cual la opinión del educando y del ciudadano es con literacidad innovadora un asunto que no cuenta.

*Doctor en educación. Supervisor de Educación Secundaria del sistema federalizado. [email protected]

Comentarios
  • Luis Fernando CruzSoria

    Excelente mi ZATA. Es un gusto leerte

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar