Solo para un ratito
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
Durante nuestros años de educación básica se nos enseñaron al menos algunas estrofas del poema de Netzahualcóyotl que rezaba:
Aunque sea de jade se quiebra,
aunque sea de oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la Tierra:
sólo un poco aquí.
Y claro que, con el paso de los años, las olvidamos parcial o totalmente. Así suele pasarnos, un poco por ventura y otro poco por desventura, con cada cosa que aprendemos. Nuestra memoria nos sirve para un ratito. Incluso en la memoria de largo plazo vamos descartando detalles, matices, recovecos de la memoria.
Y mientras somos animales de memoria limitada, los humanos recordamos una gran cantidad de cosas durante muchos años. En contraparte, los aprendizajes que tenemos suelen ser desmentidos más adelante por conocimientos o cálculos más exactos. Recordemos, por ejemplo, el valor de “pi” cuando estábamos en primaria (3.1416) y luego su valor cuando estábamos en preparatoria (3.14159265). Estas simplificaciones (a veces) y estas precisiones (en otras) hacen que nuestros conocimientos sean aplicables de manera limitada en el tiempo y en las realidades con las que convivimos.
No solo es nuestra memoria la que nos dura poco, sino que los conocimientos que desarrolla la humanidad duran también poco y son constantemente cuestionados y perfeccionados. Lo mismo pasa con nuestro manejo de las tecnologías. Habrá quien recuerde, por ejemplo, que en las clases de didáctica solía enfatizarse cómo hacer uso del pizarrón y el gis como apoyos visuales; y ya que sabíamos muy bien cómo usar esos artilugios estos fueron luego sustituidos por marcadores en superficies menos rugosas y por micas trasparentes durante algún tiempo, hasta llegar a las proyecciones de informaciones digitales de nuestros días.
Cada cosa que aprendemos, o que enseñamos, nos sirve únicamente para un ratito. A veces el rato más largo e incluso nos resistimos a despegarnos de lo que aprendimos hace muchas décadas. Y solemos insistir en que tenemos claro que lo sabemos y que así lo hemos aplicado todos estos años. Hay quien enfatiza también una dimensión espacial cuando señala: “aquí en China siempre ha sido así”. Aunque la verdad es que muy probablemente, en otros espacios, determinados conceptos o habilidades o actividades similares se solucionan de manera distinta, de la misma manera que en otras épocas se han solucionado con otras aproximaciones, y las cosas se abordarán de manera distinta, por más que queramos insistir en la aplicación de leyes universales en el tiempo y el espacio.
Un poco como la burla relativista que hacemos de nuestros amigos (o enemigos): “eso ha de ser en tu planeta, pero aquí es de otro modo”. O la frase en la que solemos caer (eso sí: igual que hicieron nuestros ancestros) para señalar que las cosas deberían hacerse igual que antes: “en mis tiempos…” Lo que acaba por resaltar precisamente que para cualquier cosa que haga la humanidad siempre habrá alguien que quiera preservarla y otro alguien que sea capaz de modificarla para hacer obsoleto el procedimiento, el dato o el artefacto anteriores.
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. [email protected]
Creo que si todos los seres humanos estuviéramos conscientes de esta realidad, sería diferente la forma de “desperdiciar el tiempo”
Dicen que el tiempo no pasa, que es el humano el que llega pasa y se va….
Excelente artículo, felicidades Doctor