Sólo hay una

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

 

“¿Y por qué tenía que tocarme a mí?”, se quejaba el hijo de una madre especialmente dificultosa. Como en todos los roles sociales que asumimos dentro de nuestra humanidad y nuestro tiempo, también hay una gran diversidad de ejercer la maternidad y, con un término de estas épocas, de “maternar”.

Muchos conocimos el término de “matria” gracias a Luis González y González, para referirse a un espacio asociado a la patria, aunque acotado y más proclive a evocar sentimientos de cariño e identidad. El origen se remonta más allá y refiere a la tierra de nacimiento; de la misma manera que se utiliza la expresión “idioma materno”, aquel con el cual aprendimos a comunicarnos en nuestros primeros días de existencia. Para muchos humanos, las sílabas ma-má son las primeras que aprendimos a articular y de ahí se deriva el comentario de que la primera mentira que dicen muchos niños se compone de las sílabas pa-pá.

La maternidad, en muchas sociedades, es una prescripción, aunque también puede ser una proscripción. A muchas mujeres se les ha encargado la tarea de embarazarse y de seguir con las actividades de crianza de su descendencia; mientras que, a otras, se les ha consagrado a otras áreas en las que se les prohíbe el embarazo o a donde no son admitidas en caso de tener hijos, como sucede con las mujeres consagradas a alguna religión que les exige celibato y abstinencia sexual. La gran monja Martha (Xenia Shestova, 1560-1631) la madre del zar Michael Romanov (Miguel I, 1596-1645) fue obligada a tomar los hábitos tras de que su esposo, Fyodor Nikitich Romanov, fuera hecho prisionero por los polacos. Aunque también sabemos de casos de monjas que acabaron con las vidas de sus críos y los enterraron en los conventos, así como de otras mujeres que fueron enclaustradas para evitarles o para evitarse los placeres y las cargas de la maternidad.

Para Napoleón Bonaparte (1769-1821), las mujeres sólo podían ejercer el papel de madres y las llamó “máquinas para hacer hijos”. La cita la debemos al militar e historiador Gaspard Gougard (1783-1852), quien la consignó como testigo de algunas de las declaraciones del emperador y que lo acompañó en su exilio a la isla de santa Helena. Como muestra el código napoleónico, las mujeres estaban bastante limitadas y quedaban atadas a sus cónyuges en la mayor parte de sus decisiones (https://historia.nationalgeographic.com.es/a/napoleon-mujeres-relacion-intereses-complicada_20501#:~:text=%E2%80%9CLas%20mujeres%20no%20son%20nada,no%20se%20molestaba%20en%20ocultarlo). Y también (Le Code Napoléon : les femmes interdites de citoyenneté – Potiches; https://www.reddit.com/r/AskHistorians/comments/51gq3v/is_is_true_that_napoleon_bonaparte_said_women_are/?tl=fr&rdt=38162).

Hay madres que son las únicas que cuidan a su descendencia. Otras que tienen la oportunidad o la desgracia de mostrarse más desapegadas. Hay algunas que cuidan a su propia decendencia e incluso a la progenie de otras mujeres, como lo vemos en las abuelas y bisabuelas que contribuyen al cuidado de los infantes mientras las madres están ausentes por trabajo, deceso o distancia geográfica. Hay algunas mujeres que ejercen el papel de madres aunque no hayan sido las madres biológicas, como las madrastras, que ayudan a la crianza de los hijos de su pareja, o las tías y otras allegadas a la familia que ocupan la tarea de maternar/cuidad/educar a hijos con los que no necesariamente existe un lazo de consanguinidad.

En algunas tradiciones e interpretaciones del calendario, mayo es el mes dedicado a María y en algunas sociedades se ha asignado el 10 de ese mes como día para celebrar a las madres, aunque en otras sociedades las madres se celebran el segundo domingo de mayo. María, “siempre virgen”, es el nombre de la madre de Jesús, quien fuera luego crucificado “para el perdón de los pecados de la humanidad” y a ella se le adjudica el rol de mediadora ante su hijo, dios omnipotente, especialmente en los casos en que los devotos soliciten favores que podrían estar asociados con la posible ira divina. Las madres, en distintas religiones, cumplen un papel asociado a la bondad, aunque no todas son tan apacibles y bonachonas como se les pinta en los cuadros de matronas. Aunque no he podido localizar si se le adjudica descendencia a la diosa de la mitología griega, Lisa (la ira), sí hemos sabido de mujeres que, airadas, desesperadas o deprimidas, agreden o asesinan a sus propios hijos. La imagen de la infame “chancla” remite a este instrumento de control de parte de las madres en la cultura mexicana, aunque también hay noticias de mujeres que chanclean o golpean a sus hijos a mano limpia o con otros instrumentos, desde la varita de membrillo, el fuste para los equinos, el cepillo para el pelo o el cinturón que suele utilizarse (aunque no exclusivamente) en los pantalones masculinos.

Para el filósofo Arthur Schopenhauer (1788-1860), la maternidad está asociada con la voluntad de vivir (https://youtu.be/_P-sNKQHMnc?si=ZbJ1tkLZsFyy8cg6) y señala que el sentimiento de amor romántico en realidad es un truco de nuestra naturaleza biológica para reproducirnos. Así que la gente se enamora de las personas (“a ojo de buen cubero”) que tienen una mayor probabilidad de darles una sana descendencia o, cuando menos, de darles casa, comida y sustento a la madre y al “producto” del consabido comercio carnal. Para algunas culturas y tradiciones, la maternidad se concibe como obligación, como opción (a veces la única, a veces entre otras alternativas) y conlleva compromisos para quien la asume y para quien comparte la paternidad. Para algunas madres se asume como salvación de la potencial indigencia o como un seguro para recibir y administrar la pensión alimenticia que proveerá la familia del progenitor, la seguridad social o la herencia.

Recientemente me topé con una “consulta” por internet que planteaba la pregunta de si se puede obligar a un hombre a asumir la paternidad legal sin tener la biológica. Por lo que cabría añadir: ¿se podría hacer que una mujer asuma la maternidad legalmente, aunque no sea la madre biológica? Igualmente tiene implicaciones legales la situación de las familias en donde hay dos madres, sean pareja entre ellas o no. En este mes de mayo, muchos recordarán y celebrarán a sus madres como personas apacibles, amigables, disfrutables, aunque seguramente habrá otras a las que estas fechas les resultan aversivas. Sabemos de casos de madres que aceptan y asumen roles tradicionales “de madre”, pero también de otras mujeres que no son como suelen pintarlas los reclamos comerciales para regalarles objetos y maquinarias asociadas a su rol de abnegadas esposas, madres o abuelas.

He sabido de madres que advierten que ese día, “a mi déjenme dormir, no me den regalos” y de otras que se organizan en grupo para realizar una celebración conjunta de varias generaciones, amistades o, incluso, como madres compartidas de una serie de niños y adultos. Como sabemos, no todas los hogares tienen un “jefe de familia” y es frecuente que sean las madres solteras quienes asuman ese rol. Por otra parte, la tasa de nacimientos en nuestro país se encuentra (censo 2020) en un nivel que no compensa o que no alcanza para el reemplazo generacional (Nuevo escenario de baja fecundidad en México a partir de información censal – REALIDAD, DATOS Y ESPACIO REVISTA INTERNACIONAL DE ESTADÍSTICA Y GEOGRAFÍA). Lo que, por una parte indica que ha disminuido el número de hijos por mujer y, por otra, que el número de mujeres sin hijos también va en aumento.

Afortunadamente, para muchas mujeres la maternidad ya no es un destino, al igual que el dedicarse a las tareas domésticas que las mantienen con bajos ingresos y atadas a la voluntad de otras personas que controlan lo que sucede en las familias. Las iniciativas para la despenalización del aborto insisten en que la interrupción de embarazo no equivale a un asesinato. Lo que no significa que haya otras iniciativas legales para castigar la interrupción del embarazo o para evitar que el dinero público financie estas situaciones. Seguramente la humanidad seguirá debatiendo si las mujeres están obligadas a la maternidad y a asumir embarazos resultado de violaciones o abuso, o si son dueñas de decidir acerca de su cuerpo.

La noción de madre es tan trascendente que se aplica en otros ámbitos. Así, se le asocia con otros sustantivos como Sierra, Masa, de todas las batallas y hasta se utiliza para designar a las mujeres de vida consagrada a la religión, también llamadas monjas o hermanas. En estos días habrá muchas madres que recibirán felicitaciones de sus descendencias y, en algunas sociedades, apoyos institucionales, familiares, barriales, públicos o privados. En muchas instituciones, es un día que se les da libre a las madres y en algunas escuelas también a los hijos (para que vayan a celebrarlas, aunque alguna maestra se quejaba de que luego tenía que aguantar a su descendencia el Día del Maestro y el Día de la Madre).

En años recientes nos hemos enterado de que existen grupos de madres buscadoras de sus hijos/hijas y cónyuges desaparecidos, además de que hemos sabido del silencio, la apatía o la incompetencia de distintos niveles de gobierno, pues las autoridades no han sabido, querido, asumido o afrontado la responsabilidad de apoyar a estas madres que seguirán buscando hasta encontrar a esas personas. Tristemente, esos esfuerzos han sido objeto de acusaciones, de represión y hasta asesinato de madres, lo que se suma a los feminicidios en este país.

Como bien saben las madres que dedican buena parte de sus vidas y su tiempo cotidiano al ámbito doméstico, éste está plagado de tareas que nunca terminan y que los comerciantes quieren usar de pretexto para vender “regalos” para facilitar las tareas a las progenitoras. Seguramente hay algunas ventajas, pero también desventajas de la crianza con las madres, aunque también cabe contrastar, para algunos casos, con los pros y contras de la crianza paterna y con la crianza con o ambos progenitores o en el contexto de familias reconstruidas (con madrastras y padrastros). La maternidad abre también la posibilidad de conflictos entre generaciones. Ya lo señalan los psicoanalistas: los hijos entran en rivalidad frente a otros hijos, sean hermanos carnales o no, pero también pueden entrar en rivalidad por el acceso a la madre o al padre.

Aunque los conflictos son inevitables en la convivencia humana, se ha señalado que los conflictos entre personas cercanas pueden ser los más encarnizados (como apuntó el filósofo Georg Simmel, 1858-1918); de ahí que los conflictos entre madres e hijas y entre madres y nueras resalten como el centro de anécdotas y notas periodísticas. Claro que también hay conflictos entre miembros de distintas generaciones y distintos géneros, pero suele identificarse una relación bastante tirante entre madres e hijas y entre suegras y nueras (10 patrones tóxicos en la relación de madre e hija – La Mente es Maravillosa). Por otra parte, el papel desempeñado por los padres (varones) también suele influir en la relación de la descendencia y condicionar la manera en que las mujeres interactúan con los hombres (https://www.elimparcial.com/estilos/2023/12/28/la-relacion-entre-madres-e-hijos-varones-como-puede-afectar-la-vida-emocional-del-hijo/ y La relación padre-hija, vital para la autoestima de la niña).

 

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. [email protected]

Comentarios
  • Rosa María Sandoval
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    Maternar es una tarea complicada pero muchas veces divertida….creo..

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