Sans souci

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

“Por el dinero no te preocupes”, suele decir mi amigo Martín, “¡No hay!” La frase que sirve de título a este texto solían usarla quienes podían costear una “dasha”, una “casa de campo” (una “quinta”, dice el pejidente), una o más haciendas para distintas épocas. La idea era retirarse del mundo sin preocupaciones. Temporal o definitivamente. Como el Ermitage, el palais en Versalles o alguna otra casita de retiro, de preferencia a una edad relativamente avanzada, tras haber enfrentado y vencido múltiples desafíos en la vida individual y de la sociedad que les haya tocado vivir.

Para muchos trabajadores en general, y en particular para los profesionales de la educación que han dedicado buena parte de su vida al aprendizaje y a la enseñanza, es un deseo expreso poder retirarse de la actividad escolar con una jubilación digna. Sin embargo, esa expresión “jubilosa” tras varios años de trabajo no es lo más común, ni las instituciones a las que suele vincularse ese trabajo ofrecen planes adecuados para la celebración del fin de los afanes, los horarios, los requisitos burocráticos, las tareas rutinarias.

En días recientes, el actual presidente de México, a quien se le conoció por muchos años como “el peje” y de ahí que ahora se le llame “pejidente”, en conmemoración de la Constitución de 1917 propuso una serie de reformas constitucionales (https://lopezobrador.org.mx/2024/02/05/presidente-presenta-20-reformas-a-la-constitucion-devuelven-humanismo-y-espiritu-publico-al-documento-afirma/), entre las cuales se encuentra la propuesta de “revertir las reformas de pensiones, tanto la aprobada durante el gobierno de Ernesto Zedillo en 1997 como la impuesta en el 2007 por Felipe Calderón porque afectan injustamente a trabajadores inscritos en el Seguro Social y del ISSSTE; les impiden jubilarse con el 100 por ciento de su salario. Para reparar este daño a los trabajadores en general, desde el 1° de mayo de este año, será creado un fondo semilla de 64 mil 619 millones de pesos que irá en aumento; se utilizará lo necesario para compensar a los trabajadores afectados por las reformas antilaborales del periodo neoliberal”. Diversos analistas han planteado que esa medida implicaría una enorme cantidad de recursos financieros, lo que llevaría a la quiebra al país. La idea de jubilarse y seguir recibiendo el sueldo completo no nos parece mala desde el punto de vista de quien se jubila, aunque, señalan quienes manejan los datos de finanzas públicas, quizá desde el punto de vista de los contribuyentes significaría una mayor aportación.

El problema de las jubilaciones se ha discutido recientemente en otros países. Uno de los ejemplos más destacados fue el de Francia, en donde se propuso postergar la edad de retiro, de los 62 años de edad actuales a los 64 para el 2030. (https://www.eleconomista.com.mx/los-especiales/Reforma-de-pensiones-en-Francia-El-fin-de-los-regimenes-especiales-20230419-0034.html#:~:text=La%20Reforma%20de%20Pensiones%20en,debate%20en%20todo%20el%20pa%C3%ADs). Además, se plantea sustituir las decenas de sistemas de pensiones de ese país por uno solo para todos los trabajadores jubilados. La incertidumbre de la permanencia en el sistema de pensiones y la reducción de los beneficios se han mencionado como razones adicionales para las manifestaciones y marchas que se suscitaron en el país galo en 2023. En Turquía, hace un par de años, la flexibilización en los sistemas de pensiones desató millones de solicitudes de nuevos jubilados (https://www.lavanguardia.com/economia/20221230/8662883/millones-turcos-piden-jubilarse-eliminacion-edad-minima.html), pues a los poco más de trece millones de jubilados podrían unirse dos y medio millones de trabajadores más ante los cambios en la ley y el fin de la exigencia de alcanzar los 58 años de edad para las mujeres y 60 para los hombres. En ese país, con una tasa de inflación de 85% interanual, los costos de esas jubilaciones serían de varios miles de millones de euros.

En algunos países africanos se han creado en años recientes sistemas de pensiones ante la necesidad de que las personas de edad avanzada reciban un ingreso (relativamente) digno (https://www.issa.int/es/analysis/reforms-africa-extend-contributory-old-age-pensions-difficult-cover-groups). Lo que representa retos descomunales pues, señala la Asociación Internacional de la Seguridad Social, que agrupa a organizaciones de 160 países, “los grupos de difícil cobertura se enfrentan a menudo a dificultades prácticas para acceder a la cobertura, como unos ingresos bajos o inestables, la ausencia de una relación formal entre empleador y empleado, los cambios frecuentes de empleo o de lugar de trabajo y otros obstáculos, como la falta de conocimientos básicos, las barreras lingüísticas, la falta de documentos de identidad oficiales, el aislamiento geográfico y dificultades para acceder a los servicios financieros”. Aunque esa asociación data de 1927, apoyada por la Organización Internacional del Trabajo, ya en 1881 Otto von Bismarck (1815-1898) estableció el sistema de pensiones durante el gobierno del Káiser Guillermo Primero (1797-1888) en la recién constituida Alemania. En México, el sistema de pensiones se estableció en la época posrevolucionaria, con la creación, en 1943, del Instituto Mexicano del Seguro Social. La idea era que el estado corrigiera, a través del IMSS, las fallas que origina el mercado en los sistemas de atención a la salud, la invalidez y la jubilación (https://www.cndh.org.mx/noticia/se-promulga-la-ley-de-seguridad-social-base-del-instituto-mexicano-del-seguro-social#:~:text=El%2019%20de%20enero%20de,la%20Ley%20del%20Seguro%20Social).

“Ustedes son longevas”, sentenció hace unos años mi abuela a sus tres hijas, de las cuales queda una sola, afortunadamente pensionada. Esa afirmación diagnóstica no se limita, ciertamente a la generación que nos precede, sino que, señalan los demógrafos, en las poblaciones se ha dado una tendencia al envejecimiento. Así que no es extraño ya que muchos de los trabajadores que se jubilan tengan el deseo y la esperanza de vivir, como mínimo, unos cuarenta años ya jubilados. Como sabemos, a diferencia de décadas y generaciones anteriores, invertir en tener varios hijos ya no es una opción. La idea de que sean ellos el soporte de la vejez resulta complicada de realizar. A menos que existan leyes que obliguen a los hijos a hacerse cargo de los progenitores retirados del trabajo remunerado. Las leyes que sí existen, en cambio, son las que obligan a los trabajadores jóvenes a aportar una parte de sus ingresos para sostener a los trabajadores retirados.

El envejecimiento de la población es un argumento utilizado por el rector de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villaseñor, para señalar la necesidad de reformar el sistema de pensiones en la Universidad de Guadalajara. Los jubilados de esta institución, es el razonamiento, viven más años que en generaciones previas, lo que prolonga la cantidad de años que se les apoya con recursos del fondo existente (https://udgtv.com/noticias/habra-reforma-a-pensiones-universitarias-ricardo-villanueva/209941). Esa lógica coincide con la del premio Nobel de Economía de 2017, Richard Thaler (nacido en 1945) (https://www.elconfidencial.com/economia/2022-11-03/thaler-longevidad-inmigrantes-pensiones_3516811/): si la población de trabajadores envejece, se requerirán trabajadores jóvenes que financien sus pensiones de vejez, por lo que resulta aconsejable importar trabajadores desde otros países con poblaciones jóvenes. La canciller Angela Merkel percibió la necesidad del reemplazo generacional y la receta de encontrar inmigrantes jóvenes para trabajar y además financiar las pensiones. En un país en que la edad de retiro aumentó de los 65 años de edad a los 67 años, Merkel recibió recientemente un premio de la Agencia de la Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) por brindar protección a los sirios refugiados en Alemania (https://www.acnur.org/mx/noticias/comunicados-de-prensa/angela-merkel-recibira-el-premio-nansen-de-acnur-por-haber-brindado). El gesto de dar asilo a un millón doscientas mil personas solicitantes de asilo no resulta totalmente desinteresado: ayudó a personas en situación de crisis y a la vez contribuyó a resolver un problema de financiamiento de las jubilaciones en su país.

Ciertamente, quienes están por jubilarse no están libres de preocupaciones y se plantean si sus ingresos tras el retiro serán suficientes para financiar una vida digna. No en balde, en algunos países de América latina hay niveles de estrés laboral significativos (https://www.eleconomista.com.mx/capitalhumano/Top-10-Los-paises-de-America-Latina-con-mayores-niveles-de-estres-laboral-20230722-0010.html); además de que se ha detectado que el estrés se relaciona con las edades más productivas de los trabajadores. Por otra parte, se ha encontrado que las mujeres con posgrado sufren más estrés o problemas de salud mental (https://es.statista.com/grafico/25428/encuestados-que-afirman-haber-tenido-problemas-de-salud-mental-en-los-ultimos-12-meses/); lo que incluye a aquellas que se dedican a la vida académica (https://www.uv.mx/prensa/general/mujeres-enfrentan-grandes-desafios-en-trayectoria-academica-y-laboral/).

Por otro lado, algunos estudios señalan que necesitan ayuda estudiantes e investigadores. Un futuro y un empleo precarios no ofrecen garantías de salud mental (https://observatorio.tec.mx/edu-news/la-crisis-de-salud-mental-en-estudiantes-de-posgrado/).

A los elementos considerados hasta el momento, que complementan la información respecto a las jubilaciones en las universidades públicas mexicanas, cabe añadir que, en algún momento, también los migrantes requerirán jubilación y servicios de salud. Además de que, por lo pronto, las universidades tienen ya un problema de una muy lenta rotación generacional, pues los docentes tienden a durar muchos años en la enseñanza y otras actividades académicas sin que haya nuevas generaciones que los reemplacen. Además de que existen deudas prácticamente impagables como las de los estudiantes que, principalmente en Estados Unidos, se endeudan para pagar sus préstamos mientras estudian, lo que significa que esos recursos no necesariamente irán a financiar las jubilaciones de las instituciones académicas. Los conflictos se han agravado también por factores como el aumento de la esperanza de vida, lo que deriva en las aspiraciones diferenciadas de los funcionarios que planean retirarse y que pretenden hacerlo con montos más altos que sus colegas dedicados a la enseñanza de tiempo completo. Por otro lado, problemas asociados como la explotación de jóvenes docentes, de categorías bajas y en especial de los profesores de asignatura y los bajos salarios de los profesores de tiempo fijo, complican la posibilidad de jubilaciones dignas. Otro elemento es el de las pensiones por viudez de las parejas de los trabajadores (cuentan de la amenaza de un octogenario: “o mejoran las condiciones de mi actual jubilación o me caso con mi amante de 25 años para prolongar la sangría del fondo común”).

El problema es complejo a nivel global y local. Para el caso de UdeG, el texto de mi estimado maestro Negrete ofrece un panorama de la situación a mediados de febrero de 2024 (https://partidero.com/desastre-pensionario-en-udeg/?amp=1).

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del departamento de sociología. Universidad de Guadalajara.[email protected]

Comentarios
  • Alicia Glez.

    Difícil tarea esa, la de nuestros dirigentes, de convertir la hermosa ciencia matemática en el fundamento de lo inexplicable.

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