Ritos de paso
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
Los vemos con más frecuencia de la que somos conscientes. Transitamos cotidianamente entre espacios y momentos de nuestras actividades y realizamos movimientos y secuencias idiosincrásicas o ligadas a convenciones grupales en los contextos en los que nos movemos. Algunos de nuestros ritos se realizan con mucha menor frecuencia y, algunos de esos ritos sólo se realizan una o dos veces a lo largo de la vida de las personas involucradas.
Algunos de esos ritos conllevan emociones asociadas con los logros, los esfuerzos realizados, las posibilidades que se abren, las compañías que quedan atrás. En la escuela y en los aprendizajes en nuestras vidas fuera del aula, estos ritos se dan continuamente entre los momentos de ignorancia y los de saberse conocedores. Como señala Irene Vallejo (n. 1979) en El infinito en un junco (2019: 133): “En todas las sociedades que utilizan la escritura, aprender a leer tiene algo de rito iniciático. Los niños saben que están más cerca de los mayores cuando son capaces de entender las letras. Es un paso siempre emocionante hacia la edad adulta. Sella una alianza, desgaja una parte superada de la infancia. Se vive con felicidad y euforia. Todo pone a prueba el nuevo poder”.
Algunos de los ritos de paso no son tan felices, sino que pueden generar nostalgia. Algunos estudiantes incluso alargan su salida de las licenciaturas o posgrados no sólo por ser remisos en los trámites para la titulación, sino porque deciden dosificar cursos y actividades lo más posible para no alejarse de los estímulos que les ofrecen los colegas estudiantes, los docentes, las bibliotecas o los privilegios de las infraestructuras y credenciales escolares. Al pasar de un grado a otro, aun dentro de determinado nivel, y especialmente al cambiar de nivel educativo, observamos rituales que solemnizan los rituales que solían ser cotidianos: la reunión en el patio de la escuela, los saludos a la bandera, los discursos especialmente afectivos, las expresiones de tristeza porque esos micro-rituales cotidianos finalizan ahí, para dar paso a que los estudiantes salgan de una escuela y dejen sus espacios a los novatos que, ansiosos, realizan sus rituales de salida del nivel previo. Habrá quien vea esos rituales como las únicas oportunidades en su vida de mostrar sus logros educativos; habrá quien los vea como un paso más, antes de aventurarse en el siguiente nivel. Tras lograr metas y demostrar múltiples aprendizajes teóricos y ejecutar las habilidades prácticas para ser reconocidos con alguna certificación llena de firmas de autoridades escolares, los estudiantes dejan de serlo en esos ritos de paso. Ya se verá si asumirán ese papel en otro nivel, disciplina o institución.
Hay otras transiciones que se rodean de menos rituales. Tal es, volviendo al libro de Vallejo (2019: 115) el contexto difuso de varias creaciones humanas cuya trascendencia no siempre es visible en el momento de su invención; o de descubrimientos cuya importancia y utilidad futura no es visible de inmediato: “la invención del alfabeto derribó muros y abrió puertas para que muchas personas, y no sólo un cónclave de iniciados, pudieran acceder al pensamiento escrito”. Las muchas formas de escritura que han inventado los humanos a lo largo de miles de años de expresión lingüística tienen paralelo en otros rituales que realizamos en el aula docentes y estudiantes en nuestros intercambios cotidianos. Aprendemos no sólo de las asignaturas, sino de los compañeros en cada curso y de las dinámicas que nos interesa establecer. Llegan momentos en que las asignaturas se convierten en herramientas para realizar otras actividades fuera del aula, como señala Vallejo para el uso del alfabeto para la escritura y la lectura. Diversas asignaturas nos enseñan a observar la realidad escolar, la de los libros, en las calles, identificar detalles en lo que dicen y hacen otras personas dentro de los espacios privados, en los espacios públicos y de lo que nos enteramos por medios de comunicación (con o sin pantallas).
Hay otros ritos para pasar de una condición a otra. No sólo de estudiantes de un nivel a otro; es decir, egresados de un nivel para ser aspirantes y luego novatos en otro nivel. sino también de la soltería a la vida en pareja y a la viudez; de la infancia a la adolescencia, a la vida adulta y a la ancianidad. Un rito al que prestamos escasa atención es aquel por el cual los profesionales acceden a dejar de serlo. A menos que haya condiciones especiales que llamen la atención de los medios de comunicación, como ha sucedido recientemente con las protestas a raíz de las iniciativas de ley en Francia, en el sentido de subir la edad de pensión de 62 a 64 años. Ante las protestas, el rey Carlos III de Inglaterra ha cancelado su visita al país galo (https://www.npr.org/2023/03/24/1165781368/king-charles-iii-postpones-trip-france-pension-protests). En una situación que podría resumirse como “el burro hablando de orejas”, el gobierno de Irán ha conminado al gobierno de Macron a evitar la violencia tras de que 450 personas fueron arrestadas en Francia durante las protestas de parte de quienes se oponen a tener que trabajar dos años más para sostener el debilitado sistema de pensiones francés. Señalo que el gobierno de Irán no tiene mucha cara para dar consejos y quedarse sin ellos, dado que, a mediados del 2022, los pensionados que protestaban en algunas ciudades como Mashhad, Shushtar, Ilam, Yazd, Qazvin, Karaj, Bandar Abbas, Kermanshah, Abadan e Isfahan, fueron desbandados por la policía. En el contexto de las sanciones de Estados Unidos al gobierno de Irán, la inflación ha alcanzado cerca del 50%, lo que ha convertido a estos pensionados en parte de la población económicamente vulnerable. Por su parte, en Francia, el rito de la jubilación resulta no sólo postergado, sino literalmente poco jubiloso dadas las condiciones de retiro que enfrentará una población con mayores expectativas de vida y que representará, según muchas visiones, un “costo” para las nuevas generaciones de trabajadores. Las condiciones en otros países se han hecho ya explícitas: el rito de paso a la jubilación no será muy gozoso ni tampoco se hará tan visible para muchos de los jubilados que tienen la esperanza de dejar las luces de la vida laboral cotidiana para pasar a la vida del retiro.
Habría que ver si estos ritos de paso en la edad avanzada, que se tornan poco visibles, tras una serie de notables y festejados ritos escolares y laborales desde la infancia, acabarán por dar lugar a un paso hacia otras labores que complementen los magros ingresos de quienes alcanzan la edad de retiro, pero cuyos ingresos son insuficientes para surtir la mesa familiar. Como se ve en las brechas de ingresos en los sistemas de pensiones de diversos países, las diferencias de género y entre países son todavía mejorables (https://www.latam.mercer.com/newsroom/indice-global-de-pensiones-2021.html). Lo deseable sería llegar al rito de paso de la jubilación con la garantía de que no será lo que marque el paso a un empleo incierto y precario, con ingresos insuficientes y un futuro indefinido.
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del departamento de sociología. Universidad de Guadalajara. [email protected]