Recuperación institucional de la experiencia
Carlos Arturo Espadas Interián*
Las experiencias supeditadas, irremediablemente, a la existencia humana; puesto que no se dan en el vacío, sino en la acción concreta–material y también en lo intangible; sirven para describir, explicar y entender el mundo y la realidad, entendida como realidades de grupos y todas aquellas alternativas que existen, incluso la comprendida en la exclusividad de los individuos.
Las experiencias funcionan como herramientas que permiten la recuperación de lo vivido y poder sustentar la actuación en el mundo natural, social e individual. Quedarse en las experiencias, en sentido estricto, implica parcializarlas. Se deben considerar las dimensiones que las constituyen. Directamente se encuentra lo sensorial ligado a los sentidos materiales. También se remite a los sentidos espirituales y se complementan ambos con elementos constitutivos de nuestra especie como la razón.
Visualizar la experiencia desde estos componentes permite redimensionarla y visualizarla como fundamental del aprendizaje y supervivencia humana, que necesariamente nos lleva al enriquecimiento civilizatorio.
Las experiencias tienen diversas funciones para la existencia, tanto en lo individual como en lo colectivo-social. El último ámbito es donde las experiencias pueden aportar, ayudar, lesionar, reducir… Impactan históricamente en la vida de los otros y de la civilización en general.
La memoria histórica individual y colectiva-histórica se funde con las experiencias individuales y de los grupos, puesto que las experiencias humanas se dan en el marco de lo cultural, que es producto de diversos elementos, sobre todo de aquellos que se han construido, reconstruido e incluso eliminado a lo largo de nuestra existencia como especie.
En ese mismo espacio es donde se deberían generar procesos de recuperación experiencial, que tienen lugar en distintos ámbitos. La que impacta a nivel colectivo es aquella que se realiza a nivel institucional, de ahí la importancia de que se realice una recuperación de la experiencia colectiva a partir de la de los individuos y se presente como un constructo institucional sin eliminar las aportaciones individuales, no para congraciarse, legitimar a alguien, sino porque forma parte de la manifestación de la vida y existencia humana.
Es decir, el reconocimiento, dinero y privilegios no son los únicos motores para la realización humana, se actúa como producto de la existencia y manifestación del ser y de la naturaleza humana afinada en cada individuo.
De ahí que aquellas instituciones que no tienen la capacidad, estructuras, liderazgos y estrategias para la recuperación de las experiencias de sus integrantes, estén condenadas a vivir en el conflicto y a la larga a desaparecer, no sin antes pasar por un empobrecimiento paulatino.
*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 113 de León, Gto. [email protected]