Realidad política alterna
Carlos Arturo Espadas Interián*
El principio de realidad sirve para contrastar las imágenes construidas desde lo individual a partir del referente social, cultural, económico, político, espiritual y demás. Esas imágenes constituyen la realidad, la realidad como constructo que permite incorporar el mundo a la vida individual y colectiva a nivel del momento correspondiente en el que se encuentre la civilización humana geográfica e históricamente referenciada.
El principio de realidad pareciera insoslayable a las subjetividades; sin embargo, al ser constituido por la realidad construida civilizatoriamente, con todo lo que implica, se encuentra sesgado por las variables que lo constituyen, las dimensiones individuales y las colectivas con todas sus dimensiones y aspectos.
Así, ante la realidad, que no realidades –salvo que existe una alteración psíquica–, puesto que una persona sin alteración sabe lo que funciona como denominador colectivo, aunque comulgue con ciertos elementos que constituyen realidades funcionales singulares; hay un principio mayor: el principio de mundo.
Éste acompaña al principio de realidad cuando no lo contradice y se impone o choca con él cuando no coincide. Ambos existen de forma paralela siempre y cuando no se contradigan o distorsionen; caso contrario, la realidad dejará de ser funcional ante el mundo, aunque la civilización en turno no pueda encontrar respuestas del fenómeno detectado y ahí es donde la realidad se impone y exige a las civilizaciones una adecuación si se pretende continuar aprehendiendo el mundo.
Es decir, la realidad, cuando resulta concordante con el mundo o cuando no se contrasta, sea porque no se ha presentado el encuentro realidad-mundo, transitan de forma paralela o porque quizá coincidan; se mantiene.
En el ámbito político, mediático y estructural civilizatorio –entre ellos los procesos educativos–, cuando se quiere sesgar el mundo con realidades que le son inconexas a sabiendas que lo son, se generan discursos y narrativas con coherencia y congruencia interna que hacia el exterior resultan en un bloque ideológico integrado que sirve de referencia para seguir construyendo elementos explicativos de realidades alternas al mundo.
Así, dentro del mundo confluyen y tienen cabida narrativas complejas que deconstruyen el mundo en afán de cubrirlo con la realidad alterna para responder a intereses y destruir argumentos referidos de forma concordante, paralela o que aún no se contrastan con el mundo o con otras realidades civilizatorias holísticas e históricas. Esas realidades alternas son generalmente producto de individuos o camarillas que conscientemente las construyen, mantienen y reproducen, aún a sabiendas de que dañan y trabajan para sus intereses.
En muchos ámbitos de la civilización resulta así: personas y grupos de poder que para mantener o escalar en él, de forma intencional y consciente mienten, dicen y se desdicen inventando realidades vacías. Lamentablemente en educación esto resulta común, más de lo que podríamos imaginarnos, lo que resulta lamentable a nivel de educación y de la civilización humana.
*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. cespadas1812@gmail.com
La educación institucionalizada: espacio de contrasentidos.