Protección Civil entra a las escuelas
Jaime Navarro Saras*
Hace unos días, asistí a una asesoría sobre algunas temáticas de la protección civil, una reunión que duró más de tres horas en las que se trabajó el manual del participante, cuya sesión fue coordinada por un asesor de la SEJ; durante su charla nos puso ejemplos de todo tipo y de cómo debemos actuar cuando se presenten situaciones que pongan en riesgo la salud y la vida de las personas, en este caso solo lo relacionado con los edificios que albergan las escuelas públicas, lo mismo de educación básica, media y superior.
El tema de la Protección Civil es muy amplio y, casi de manera general, la mayoría de las personas carecemos de esa información y, cuando suceden situaciones emergentes, nos dejamos guiar por la inercia y los mitos que por decisiones informadas que nos puedan proteger a nosotros y a los demás de cualquier desgracia.
También supe, aunque ya lo sabemos, que la mayoría de escuelas públicas no cumplen al 100% los requisitos exigidos por las autoridades a través de protección civil y que, al pie de la letra, se les exigen a las escuelas privadas para poder operar. Los requisitos requeridos tienen que ver con la señalética, la existencia de extintores, botiquines, además de la redacción de planes de emergencia, la constitución de comités de protección civil y seguridad escolar, las brigadas y capacitación permanentes, entre otras cosas.
Obviamente, las deficiencias y las carencias de seguridad en las escuelas públicas tienen que ver con la falta de presupuesto para ello, el cual está bastante limitado, y solo se actúa en consecuencia solo en aquellos espacios donde suceden tragedias, como el fallecimiento por el derrumbe de una barda del niño Édgar Santiago de 5 años en un jardín de niños de Jocotepec, Jalisco.
Pero el tema no solo es de las escuelas; basta darse una vuelta por las tres líneas del Tren Ligero, así como las del Macrobús y el Peribús (utilizado por más de 700 mil personas diariamente), para ver la serie de deficiencias para entrar a las estaciones, como el tema de escaleras eléctricas y elevadores sin servicio. Básicamente, es imposible la utilización del transporte para las personas con problemas de movilidad y de adultos mayores. Tan solo en la estación de Arcos de Zapopan (que tiene meses sin servir las escaleras eléctricas) hay que subir caminando dos niveles con más de 40 escalones.
Pero, en fin, la asesoría solo sirve para cumplir un dato estadístico de cuántas escuelas fueron visitadas por personal de Protección Civil y cuántos trabajadores fueron capacitados, pero de recursos para remediar los faltantes, ni sus luces, por lo cual ese es uno de los asuntos pendientes con los maestros, estudiantes y padres de familia. Por lo tanto, se nota el poco cuidado y atención de los niños, niñas y adolescentes que tanto presumen las políticas educativas e informes de estas tierras neogallegas del occidente de México.
*Editor de la Revista Educ@rnos. jaimenavs@hotmail.com
Así es mi estimado Jaime. Al final, y como siempre, todo estriba en el escaso presupuesto que se destina para la cosa pública.