Pongamos los puntos sobre las “ies”
Verónica Vázquez Escalante*
Gran parte de la expresión verbal y coloquial del mexicano, está inspirada en locuciones nacidas de la vox populi, es decir, del latinismo que significa “voz del pueblo”. Como un ejemplo sabemos que con frecuencia se escucha decir “pongamos los puntos sobre las ies” y esta expresión nos permite entender inmediatamente que se va a hablar claro, que se va a decir con honestidad alguna situación y/o nos invita a comprender que no habrá verdades disfrazadas.
Si la ciencia busca preguntas para responder y la filosofía busca generar preguntas, entonces, bajo qué perspectiva podríamos cambiar y decir… “pongamos las tildes en las tes”; claro, es más fácil utilizar la palabra puntos, que tilde. Qué tal decir: “pongamos los diéresis sobre las us”. Sería igual de válida la expresión, sin embargo, fonéticamente ofrece un desequilibrio en lo que se escucha, no queda la expresión con la facilidad y sencillez que sigue ofreciendo la frase que se ha utilizado como título del presente artículo. Por cierto, es pertinente mencionar que la fonética, es la parte de la lingüística que estudia los sonidos de las lenguas.
La riqueza de nuestro lenguaje permite continuar buscando posibles frases y podemos apelar a decir: “pongamos los acentos sobre las… vocales” ¿Imaginas cuantas opciones habría? Pues por lo menos cinco, entonces ¿en dónde quedaría la total verdad de una determinada situación que se desee aclarar? Daría pauta a posibles errores de expresar la verdad que entonces, ya sería “la verdad”. Aún queda una posibilidad más… “Pongamos la virgulilla sobre la ene” –¿qué es eso maestra?– (alguna vez preguntó un alumno al ver corregido su escrito ~) Respondí –La línea que va sobre la “n” y por lo tanto llamamos “eñe”–.
Siempre, al ofrecer las respuestas que sean verdaderas es conveniente aportar con claridad lo que se expresa sin prescindir de argumentos, dejar que las expresiones sean claras para el receptor. Los docentes manejamos tanta información que en variadas ocasiones al facilitar la información en el aula, si no somos claros, los estudiantes pueden quedar con más dudas.
Cuando nacen las dudas, vamos por buen camino, vamos sobre un rumbo de indagar, buscar y aclarar, tener la necesidad de satisfacer una interrogante que se leyó o escuchó, pero la responsabilidad de enriquecer los conocimientos van hilados al lenguaje; entonces se queda como un asunto personal, la responsabilidad de crecer cognitivamente, ya no es ajena ni problema de otros, es momento de reflexionar, pensar y actuar.
El fin del privilegio de las frases populares es la riqueza en nuestro idioma español. Si se traduce al inglés, queda como “tilde”. Lo interesante es recordar que aquí entra en juego la manera de hablar, o sea, la llamada dicción.
*Doctora en Ciencias de la Educación. Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 145 Zapopan. [email protected]