Perdonados y olvidados

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

 

En el libro de Isaías (40: 2) se da por saldada la culpa del pueblo de Jerusalén: “Hablen a Jerusalén, hablen a su corazón/y díganle que su jornada ha terminado,/que ha sido pagada su culpa,/pues ha recibido de manos de Yavé doble castigo por todos sus pecados. Ya desde las primeras páginas del libro del Génesis (3: 14-24) se describen los castigos impuestos a la serpiente, a Adán y a Eva (“la madre de todo ser viviente”) por su desobediencia. Pasaje que termina así: “Habiendo expulsado al hombre [Yavé] puso querubines al oriente del jardín del Edén…” a donde les fue prohibido el ingreso a los infractores para evitar que el hombre “quien se hizo juez de lo bueno y lo malo, alargue su mano y tome del árbol de la vida”.

En fechas recientes hemos visto una controversia entre la corona española y la presidencia mexicana respecto a una exigencia de que España pidiera perdón a los pueblos aborígenes de nuestra actual patria, tras la llegada y las acciones de los descubridores-colonizadores-conquistadores-evangelizadores con financiamiento del reino de Castilla, tras zarpar específicamente desde el puerto de Palos de la Frontera, en Huelva el 3 de agosto de 1492. Tras de que se informó que el rey de España no había sido invitado a la toma de posesión de la presidenta de México (“con a”) el primero de octubre de 2024, se desató una serie de declaraciones de parte de la nueva mandataria y del gobierno español (por ejemplo: https://forbes.com.mx/sheinbaum-dice-que-una-disculpa-de-espana-por-la-coquista-fortaleceria-la-relacion-con-mexico/#google_vignettehttps://www.bbc.com/mundo/articles/cwy96zy865po). La idea es que a los gobernantes de ese país no los invitaron porque no habían pedido perdón por las acciones de “sus ancestros” durante la conquista de los territorios de “nuestros ancestros”. La disputa parece revivirse cuando a alguien le hace falta llamar la atención, pues, quizá porque el pejidente no es la persona más informada en cuestiones de historia patria. Ya desde el “29 de diciembre de 1836 la reina Isabel II y México firmaron en Madrid un acuerdo de paz y amistad en el que se acordó “olvidar para siempre las pasadas diferencias y dimensiones, por las cuales desgraciadamente han estado tanto tiempo interrumpidas las relaciones de amistad y buena armonía entre ambos pueblos (…) Según el ‘Tratado Definitivo de Paz y Amistad entre la República Mexicana y S.M.C. la Reina Gobernadora de España’ la amnistía deberían ser desde ese momento y ‘para siempre’.” (https://www.lasexta.com/noticias/internacional/acuerdo-1836-que-dejo-zanjado-olvido-perdon-espana-mexico_201903275c9b665e0cf2ff9e21e63026.html).

El diferendo entre la corona española y el gobierno mexicano actual en realidad no es excepcional, pues es frecuente que haya quienes echen en cara ofensas pasadas que, supuestamente, ya habían sido discutidas, analizadas, reconocidas y perdonadas. Suele decirse que ante reclamos histéricos, los reclamantes tienen memoria histórica y sacan a relucir los pleitos del pasado a la luz de las dificultades para resolver los actuales. Como ya hemos visto en los experimentos realizados en la psicología, cuando alguien es lastimado suele identificar al ser vivo o al objeto más cercano de haber realizado la agresión. Quizá con haber respondido con una invitación a asistir a la toma de posesión las relaciones entre los gobiernos de los dos países habrá sido más tersas en las semanas por venir. Esa exigencia de que los descendientes de los ofensores pidan ser liberados de culpas por parte de los descendientes de los ofendidos se repite con más frecuencia de lo que sucedería si los humanos estuviéramos dispuestos a llevar la fiesta en paz. Se firman acuerdos entre los representantes de los unos y de los otros y luego hay quien declara que “siempre no” está de acuerdo con los convenios de paz. Tal fue el caso de Hitler, quien dijo que el tratado de Versalles, firmado el 28 de junio de 1919, había sido indignante y humillante, así que mejor no lo reconoció y desató nuevas beligerancias (https://www.larazon.es/cultura/historia/gran-mentira-dia-que-hitler-fulmino-tratado-versalles_202303166412f952079ac90001742a54.html). Así que “siempre no” aceptó las culpas ni las responsabilidades y se embarcó en nuevas agresiones.

Las instancias son múltiples en la historia de la humanidad. Hay quien propuso que debería buscarse el perdón de los cristianos a los judíos y a los romanos por sus ofensas, en especial por haber crucificado y hacer objeto de escarnio a un hombre llamado Jesús. Esas exigencias se han vuelto reiteradas como muestran la exigencia de pedir a los pueblos aborígenes de América a la corona española y, de una vez, a la Iglesia con sede en Roma. Por cierto, esa iglesia ha sido de las que más veces ha pedido perdón o a la que más se le ha exigido que reconozca y pida disculpas por sus acciones como el maltrato a niños indígenas canadienses en las escuelas católicas o a menores de edad por las agresiones sexuales de los ministros de esa iglesia (https://www.dw.com/es/francisco-pide-perdón-por-todos-los-pecados-de-la-iglesia/a-70381602https://www.bbc.com/mundo/noticias-62299707). Recientemente, Francisco (Jorge Bergoglio, Papa) reiteró la petición de perdón y aprovechó para señalar que los gobiernos actual y anteriores en México siguen causando dolor, maltrato e inequidad (https://elpais.com/internacional/2016/02/15/mexico/1455564260_371958.html). En días recientes, el gobierno de Noruega pidió perdón a los grupos indígenas por su política de asimilación forzada (https://www.democracynow.org/es/2024/11/15/titulares/norway_apologizes_to_indigenous_peoples_for_forced_assimilation_policy).

Con frecuencia se ha señalado que los judíos deberían exigir reconocimiento de culpas y ofensas por parte los regímenes que los persiguieron en la época antigua y contemporánea, pero también de la Santa Inquisición y de varios regímenes europeos antisemitas. La exigencia de que algunos representantes de instituciones, clases o grupos pidan perdón es un elemento que suele rematar a muchos de los conflictos constantes en la historia de la humanidad. Bien podría el gobierno de Estados Unidos pedir perdón a los mexicanos por birlarse los territorios del norte del país que ahora constituyen el suroeste del actual territorio estadounidense. Aunque sabemos que tampoco pedirán perdón, pues ya con otro tratado (Guadalupe-Hidalgo, 2 de febrero de 1848) se había declarado que ya quedamos a mano. Ha habido algunas ofensas y agresiones que algunos consideran menos graves, pero igualmente involucran a otros actores de la geopolítica. Entre otros, Francia regresa a San Marcos los caballos que se robó Napoleón, siendo que los venecianos se los habían apropiado del reino de Dalmacio y los partidarios de este reino los habían trasladado desde otros lugares (https://es.wikipedia.org/wiki/Caballos_de_San_Marcos). La verdad es que ya no sabemos cuántos ladrones han recibido siglos de perdón por los sucesivos robos a los ladrones anteriores.

Hay otros perdones que no se suscitaron. Por ejemplo, Rómulo no perdona a Remo por brincar sobre los límites marcados para la ciudad de Roma (https://www.enroma.com/romulo-y-remo-los-origenes-de-roma/#:~:text=As%C3%AD%2C%20Rómulo%20pone%20los%20l%C3%ADmites,como%20primer%20rey%20de%20Roma) y ejecuta a su hermano in situ. En días recientes, Israel no perdona a quienes tomaron rehenes israelitas el 7 de octubre de 2023 (https://www.bbc.com/mundo/articles/c4gl04gnz82o). Tras más de cuarenta mil víctimas palestinas, el aniversario de la agresión de Hamás a Israel marca la contraofensiva de un perdón que no llegará y en donde se ha involucrado a más gobiernos de países como Irán, Líbano, Estados Unidos. Tampoco el conflicto de Rusia-Ucrania tiene visos de detenerse y que se llegue a un perdón, o al reconocimiento de agresiones y ofensas por alguna de las partes y con ello parar ahí los ataques mutuos. Recientemente, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, autorizó al gobierno de Ucrania el uso de misiles estadounidenses para atacar territorio ruso (https://www.france24.com/es/medio-oriente/20241007-un-año-de-guerra-israel-y-hezbolá-recrudecen-sus-ataques-mientras-gaza-sigue-bajo-duro-asedio; https://www.bbc.com/mundo/articles/c8rl4xe45xpo).

A pesar de que descubrimientos recientes muestran que las ratas de laboratorio tienen tanta empatía con sus congéneres como para evitar presionar la palanca que les da acceso a alimentos en caso de que esta acción implique daños para sus compañeras ratas y que existen una tendencia a evitar dañar a otros: (https://www.cell.com/current-biology/fulltext/S0960-9822(20)30017-8?_returnURL=https%3A%2F%2Flinkinghub.elsevier.com%2Fretrieve%2Fpii%2FS0960982220300178%3Fshowall%3Dtrue), los humanos no están tan prestos a dejar pasar por perdonadas las agresiones, ni tampoco a aceptar que “ahí muere” el pleito. En días recientes se ha señalado que debería ser la presidenta de México (“con a”) la que pida perdón a los habitantes de la península de Yucatán (aborígenes antes de la llegada de los españoles; o de establecimiento reciente) por el daño ecológico que representó la construcción del tren maya, además del continuado daño que implica el uso de combustibles fósiles. En realidad, serían muchos los actores, sectores y grupos que deberían reconocer su responsabilidad en los daños a otras personas o al planeta, al igual que serían muchos quienes podrían arrogarse la personalidad para exigir que haya quienes reconozcan sus culpas, pecados y delitos.

Desafortunadamente, las “reparaciones” también pueden salir extremadamente onerosas y sumir en la miseria a los supuestos ofensores. Es el caso de Haití, cuyo gobierno, tras convertir al país en el primero independiente en las Américas (primero de enero de 1804), reconoció en 1825 una deuda de 150 millones de francos para resarcir por las pérdidas y a cambio del reconocimiento diplomático. Otros casos notables en la historia han sido los intentos de reconciliación del genocidio de 1994 en Ruanda (https://www.iwgia.org/es/noticias/4555-una-nación-sin-etnias-el-proceso-de-reconciliación-del-genocidio-en-ruanda.html), que implicó la confrontación y el juicio de parte de los mismos vecinos frente a quienes cometieron los asesinatos por propia mano (más de 800 mil tutsis, hutus moderados y twas).

Es frecuente que escuchemos el dicho “perdono pero no olvido” en el contexto de los conflictos interpersonales, aunque parece que también se aplica a las confrontaciones interétnicas, intertribales, entre ejércitos o entre partidos políticos, y hasta equipos deportivos, grupos, competencias escolares y rivalidades entre instituciones o entre profesiones. Parecería que quien pide perdón prefiere olvidarse de haber ofendido y repite las ofensas. Ya que me perdonaste puedo olvidarme de tí y de tu existencia y podré ofender o agredir a otros. En meses recientes, Trump urdió un plan para concederse el “auto-perdón” siendo presidente (https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-54877917) y el es-pejidente mexicano propuso que quien ocupe la presidencia mexicana podría perdonar cualquier delito a través de “indulto” o “amnistía” (https://www.milenio.com/politica/indulto-podria-ser-la-ultima-carta-de-la-administracion-de-amlo).

Las posibilidades respecto a la exigencia de perdón son variadas:

 

  • Te exploto y luego te perdono a cambio de un pago (el caso de Francia frente a Haití);
  • Te pido perdón y luego te exploto (“con permiso, pero voy a sacar unos cuantos recursos, ya luego haremos cuentas);
  • Te exijo que pidas perdón y de todos modos no te perdono (se firmó un tratado pero mejor lo desconozco);
  • Además de la posibilidad de perdonarte sin exigirte cuentas (con lo que quizá no te des cuenta de tu error).

 

La acción de perdonar y la acción de exigir a otros que reconozcan sus pecados, sus responsabilidades y su arrepentimiento está vinculada con grandes hechos históricos y actuales de la geopolítica, aunque también con hechos más nimios y hasta venales. Hay quien podría pensar “Tampoco soy quien para perdonar a alguien” (o: ¿quién es el presidente para juzgar si un delito debe perdonarse y para recibir los atenuantes como buenos?). Por otra parte, ¿cómo es que algunos gobiernos exigen pedir perdón por la explotación y el maltrato y luego siguen haciendo lo mismo con los descendientes de esos ofendidos? Eso tiene implicaciones para la enseñanza de la historia y para la investigación de los grupos subordinados. En fechas recientes, Loïc Wacquant (2002) ha mostrado cómo la esclavitud en el continente americano continuó como encarcelamiento de negros y latinos en las cárceles estadounidenses al negar los derechos de ciudadanía a grupos previamente expoliados y discriminados. Los derechos civiles en Estados Unidos no alcanzaron para dejar las agresiones contra grupos a los que se niega plena ciudadanía (New Left Review 13, 2002: From Slavery to Mass Incarceration: Rethinking the ‘Race Question’ in the U.S”. Algo similar señala autores como Marc Dow (2004) cuando denuncia la existencia del American Gulag respecto a las prisiones/centros de detención de inmigrantes y David Hernández (2005) cuando expresa que se realizan procesos judiciales indebidos o incompletos a afroamericanos, latinos e inmigrantes (Dow, American Gulag: Inside U.S. Immigration Prisons. University of California Press; Hernández, Undue Process: Immigrant Detention, Due Process and Lesser Citizenship. Institute for the Study of Social Change Working Papers. University of California Berkeley).

Lo que me deja también con algunas preguntas: ¿deberemos pedir que nos perdonen los estudiantes a los docentes por haberles dado información incompleta, por nuestras explicaciones confusas, por nuestra presión con requisitos burocráticos, por nuestra inconsciencia de sus problemas en el mundo? A la pregunta de “¿Quién soy yo para perdonar?”, cabría añadir ¿Quién soy yo para exigir disculpas? Y la complementaria ¿Quién soy para merecer que se me perdone?, y ¿quién soy para merecer que se me olvide tras haber sido ofendido?

Por lo pronto, cabe dudar de que algunos de quienes piden perdón o disculpas lo hagan de forma sincera. Personalmente no creo que Ricardo Monreal esté arrepentido de su reciente viaje en helicóptero, aunque lo que procurará que no se repita será que nos demos cuenta de sus desmanes. No es que vaya a dejar de pecar, sino que hará lo posible porque sus pecados no sean tan públicos (https://elpais.com/mexico/2024-11-15/monreal-se-disculpa-por-usar-viajar-en-helicoptero-intentare-que-no-se-repita.html). No es que no esté de acuerdo con el discurso de austeridad, pues eso está bien para todos los demás que no tengan amigos con aeronaves.

 

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. [email protected]

Comentarios
  • Eva Guzman Guzman

    ya trascendiste Rodolfo, agotas muchas areas y te adentraste en lo espiritual. es bueno eso. solo que el Mismo JESUS, criticó las antiguas escrituras y es el nuevo testamento el que impera, donde se impulsa el amor y se perdona, no hay castigos de un salvador que da su vida por todos y que pregona una moral santa, sin embargo si dice que evitemos la maldad

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