Pedagogía del error

 en Rafael Lucero Ortiz

Rafael Lucero Ortiz*

¿Habrá alguna edición de los Libros de Texto Gratuito LTG, desde los años sesentas del siglo pasado, que se haya publicado sin errores? No lo sé. Tampoco sé, si ésta del proyecto de la Nueva Escuela Mexicana NEM, es a la que más errores se le atribuyen.
En un texto educativo, como en cualquier producto comunicativo, hay errores del emisor, autor y errores del destinatario, lector. Me queda claro que los primeros mineros del error, las televisoras y sus propietarios; que no sus presentadores o locutores que iniciaron la falsa polémica, resucitan restos fósiles del imaginario paranoico sobre el comunismo, con la finalidad de lanzar una alerta alarmista desestabilizadora. Dicha referencia no está en los textos, sino en los interpretes de las televisoras, de su imaginación ideologizada, de los intereses económicos y políticos, en la coyuntura electoral. Éste no es un error, es el petate del muerto, como el “chupa cabras”, o el candidato “peligro para México”, a los que acuden los poderes fácticos en cada proceso electoral.
Hay otro conjunto de errores, construido desde la conciencia ingenua o de plano desde la ignorancia de grupos sociales, identificados con iglesias y clases medias, que tienen como máximo referente cultural a las televisoras o ministros religiosos, supuestamente representados por la Unión del Padres de Familia, que nació en oposición al Artículo Tercero Constitucional, que introduce la educación laica.
Los errores que denuncian estos grupos, no son de los libros de texto, son de cerrazón mental y de interpretar el mundo y la sociedad como ellos creen o quieren que sea y qué, además se asumen con el derecho de imponer su visión al resto de la humanidad. Y de ahí el grito en el cielo, porque en los LTG, se reconoce y se expone la diversidad de las estructuras familiares, el derecho a las identidades de género y preferencias sexuales; y lo que culturalmente conllevan en el uso del lenguaje, del vestido, del acceso a los espacios públicos y del surgimiento de nuevas figuras legales para el reconocimiento jurídico de la diversidad múltiple que somos.
Dentro de estos mismos sectores sociales, y como expresión de su propia identidad y cultura, hay otras visiones que les incomodan porque no son las propias o las que consideran correctas y que tiene que ver con el derecho a la igualdad que nos asiste a todos los mexicanos y que se expresa en el racismo de la discriminación étnica, de género, de oficios, de estatus económico, como se lo gritara, en una manifestación, una ciudadana al Presidente: “indio pata rajada” o como lo expresa el acto criminal del feminicidio, que se acelera, en el caso de Jalisco, en enero de este año, dónde se registraron 19 en el mes.
Y están los puritanos de la lengua, que se dan baño de cultos defendiendo el lenguaje de la Real Academia y no se dieron cuenta que el libro de “Nuestros Lenguajes”, considera a la lengua, una construcción social, viva y válida si es funcional a un grupo social, étnico, regional o generacional. Por ello, incluir como muestra de la diversidad de nuestros lenguajes, el “dijistes, subir arriba o bajar abajo”, gramaticalmente son pleonasmos, pero coloquialmente en diversos grupos sociales se usan con normalidad y funcionalidad.
Hay otros de carácter de diseño curricular que se expresan en el juicio de desestructurados, desordenados, sin lógica ni metodología y que se explica que así se perciban, por el carácter de ruptura que estos LTG tienen en relación a todas las ediciones anteriores, unas más otras menos. Creo que el “Plan de los Once Años” del Presidente Adolfo López Mateos y su Ministro de Educación, Jaime Torres Bodet y el proyecto de “Escuela para Todos” (1977-1982) de Fernando Solana Morales, instrumentalmente se acercan en algunas cosas, pero no en los conceptos rectores de cambio de paradigma en la generación de conocimiento, desde la perspectiva del Pensamiento Complejo de Edgar Morin y las Epistemologías del Sur de Boaventura de Sousa Santos y el subsecuente paradigma pedagógico, donde todos tenemos un capital de conocimientos y un potencial abierto a lo desconocido, y en el reconocimiento y el diálogo con los otros es como aprendemos. El agente detonador del proceso de aprendizaje es la comunidad, y a partir de sus situaciones y necesidades se plantean y desarrollan proyectos comunitarios, escolares y áulicos, llamando desde ellos a las destrezas culturales básicas de lenguajes: de matemáticas, lengua materna y otras lenguas, computacionales, comunicacionales y demás saberes que exija el proyecto, de la naturaleza, el espacio-tiempo, los seres vivos, las sociedades y los estados.
Hasta aquí resulta claro que, hay un sin número de expresiones calificadas de errores atribuidos a los autores de los textos, cuando en realidad son interpretaciones sesgadas por la misma cultura e intereses de quienes así los leen.
Pero, supongamos que todos éstos y los que si son errores de autores, como los de selección de contenidos, falsa información, gramáticos, ortográficos, etcétera. Todos ellos ofrecen la gran oportunidad de formalizar la “Pedagogía del Error”, sustentada en la sentencia popular de que “se aprende más de los errores y fracasos que de los aciertos y éxitos”. Implementada esta pedagogía a través de la didáctica del detective, inspirada en los juegos infantiles de las escondidas o la búsqueda de los huevos de Pascua de nuestros vecinos del norte.
Ésta es muy sencilla, cada libro que se abre, en cada nivel, se hace un reparto de lectura entre equipos y el disparador de la búsqueda es la pregunta: ¿qué errores encuentro en mi texto, en qué consiste el error, es importante corregirlo, cómo lo podemos corregir, cómo nos parece que sea lo correcto, qué aprendimos en esta actividad?
En este proceso hay un ejercicio de codiseño, de organización democrática de los contenidos de aprendizaje, de coevaluación de si es necesario corregir el error, de organizar la corrección y de autoevaluar el aprendizaje de la actividad.
Con apertura, algo de inteligencia y creatividad, no son necesarios tantos gritos sobre errores reales o creados, cuando en cualquier caso tienen un alto contenido de aprendizaje. Pude resultar divertido trabajar con LTG con errores reales o imaginarios, iniciando por desmitificarlos.

*Maestro en sociología. Analista y consultor independiente. [email protected]

Comentarios
  • Eva Guzman Guzman

    Excelentes aportaciones al problema de la descalificacion de los libros de texto, en nuestra cultura que venera las mentiras y montajes de los medios de comunicacion, la violencia y la perdida de valores

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