Paulo Freire llega a los colegios
Rubén Zatarain Mendoza*
Como parte del proyecto editorial de la SEP, se han entregado a las escuelas de educación básica una colección de libros del pedagogo brasileño Paulo Freire.
En Jalisco se distribuyeron tardíamente y qué bueno que ahora están en manos de los directores de las escuelas.
A todos nos hace bien un baño de cultura pedagógica; a los docentes les da dignidad profesional, a los directivos mayor sensibilidad y, si hubiera cultura de lectura más allá de las aguas turbias politiqueras y centaveras, tal vez también alimentaría la visión transformadora en quienes toman decisiones sistémicas.
Qué bueno, será también promover la lectura de estos libros y alimentar el diálogo pedagógico entre el magisterio nacional, alimentar el ethos profesional, la misión social comunitaria y el horizonte de la transformación de la práctica docente.
Bueno será también enriquecer la práctica educativa y poner a criba nuestras pseudoconcreciones de realidad en materia de ideas sobre el oficio de educar, sobre el acto de comunicación con los educandos.
En la alimentación de referentes sobre los autores fundamentales de la Nueva Escuela Mexicana, el humanismo y las epistemologías del Sur, Paulo Freire es un autor imprescindible.
Es cierto, hay que transitar a lecturas de materialismo dialéctico y marxismo, detenernos e interpretar en las propias condiciones históricas la dialéctica del esclavo y amo de Hegel; entender también en amplitud las implicaciones de la liberación, dialogicidad, emancipación y la práctica de la libertad; acercarnos sin prejuicios y estereotipos a horizontes de reflexión como la teología de la liberación; todos referentes vistos desde las propias condiciones materiales de la praxis educativa.
Habrá que leerlo con objetividad y, desde la propuesta de sus ensayos y experiencias pedagógicas, leer críticamente la realidad de este presente.
Extender la mirada y la praxis sobre los desafíos para construir un proyecto educativo con tinte de emancipación de las ideas dominantes, de la pedagogía industrial norteamericana comúnmente etiquetada como Pedagogía neoliberal.
Jalisco, un proyecto bicentenario para muchos desesperanzador, neocristero, conservador, infantilmente chivista y en materia educativa preocupantemente simulador, necesita de textos que enriquezcan la mirada, que den luces teóricas y que direccionen rutas y caminos.
Al menos la llegada de materiales de lectura abre una ligera posibilidad -de ser leídos- de una mirada diferente y, si somos optimistas, de construir una Pedagogía para los marginados que constituyen socialmente las mayorías.
¿Tiene sentido leer los textos de Freire en las instituciones donde se forma a la clase privilegiada de este país? ¿Tiene sentido una actitud de izquierda en Pedagogía en estados conservadores como Jalisco? ¿A través de sus categorías podemos interpretar de mejor manera, en esta coyuntura de cambio gatopardista del gobierno estatal, el continuismo de un proyecto educativo estancado? ¿Tiene posibilidades el discurso freireano en un territorio donde hay un ejercicio de política educativa camaleónica ejercida por sindicatos y partidos políticos como el SNTE y la derecha organizada en el PRIAN-MC?
La distribución de la biblioteca de Freire por parte de la SEP parece dar una respuesta afirmativa a estas cuestiones.
Al menos acercar todos los libros.
He aquí el inventario de los títulos de los libros distribuidos: Pedagogía del oprimido, Pedagogía de la indignación, Pedagogía de los sueños posibles, Pedagogía de la tolerancia, Pedagogía de la autonomía, Pedagogía de la esperanza, una Pedagogía de la pregunta, el maestro sin recetas, la importancia de leer y el proceso de liberación, la voz del maestro, política y educación, educación como práctica de la libertad, cartas a quien pretende enseñar, el grito manso, extensión o comunicación, miedo y osadía, cartas a Cristina y la educación en la ciudad.
Hemos citado en otra colaboración a los franceses Roger Establet y Christian Baudelot (La escuela capitalista, Ed. Siglo XXI; 1999), ambos sociólogos analistas de la escuela capitalista, en lo que atañe a sus tesis de la doble red de escolarización, una para los pobres y otra para los ricos, y a la concepción de la institución escolar como instrumento de la lucha de clases.
Tal vez esta categoría sea útil para entender en estos días de ingenuidad social navideña, de paz y armonía, la estructura y los elementos constitutivos del funcionamiento de las instituciones educativas.
Siguiendo y si cabe el parafraseo estadístico de la obra citada en México, la escuela capitalista (modelo dominante) educa en los colegios el 10 por ciento de la población escolar proveniente de la burguesía (los opresores) y el 90 por ciento en las escuelas públicas educa al proletariado (los oprimidos, los desarrapados).
En porcentaje aproximado, alrededor del diez por ciento de los educandos asisten a las escuelas de los distintos proyectos de la educación privada.
Ahí se educa a la infancia y juventud privilegiada. De instituciones de ese perfil han egresado inclusive gobernadores inmobiliarios de Jalisco; sus formas de pensar y operar el tema educativo entre sus gobernados no puede ser otro que el viaje por la superficie y el mensaje de alienación de los ciudadanos con barreras de aprendizaje y participación en democracia y conciencia de clase.
El otro mayoritario porcentaje constituye la masa silenciosa que educa la escuela pública. Ahí la materia de trabajo de muchos educadores y educadoras que hacen reproducción social de valores y pseudovalores de movilidad social imposible; ahí también la esperanza de formación de las masas que, de manera selectiva y siempre acotados en movilidad social, justifican el sistema.
Porque las tesis de Pedagogía de la libertad y de Pedagogía del oprimido son centrales en el pensamiento freireano, tal vez entregar sus propuestas y ensayos de manera generalizada a los colegios particulares sea un acto de ingenuidad institucional, pero también es un acto democrático e inclusivo; es un acto de gastar recurso público en proyectos particulares, pero también es una praxis de la irrenunciable educabilidad de todos los maestros y todas las maestras.
Qué bueno que Paulo Freire llegue a los colegios particulares.
Qué malo que muchos de estos libros tendrán como destino el rincón o la gaveta de la no lectura.
La deseable e hipotética lectura ya es prerrogativa de cada equipo de trabajo; la posibilidad poco posible de transformación e incorporación de las nuevas ideas ya sería mucho pedir.
Igual, con los textos de Freire en mano, los educadores de los colegios particulares tendrán una herramienta -si así lo deciden- para enriquecer referentes y, si es su voluntad, emprender el viaje de su propia emancipación.
Paulo Freire llega a los colegios en forma de regalo por la SEP y, tal vez con honrosas excepciones, llega para no quedarse.
*Doctor en Educación. Profesor normalista de educación básica. [email protected]