Participación en la gobernanza escolar

 In Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

Un viernes 15 de mayo de 1891, casi 134 años antes, S.S. León XIII en su obra Rerum Novarum sobre la cuestión obrera, declaraba: “En suma; los que mayor abundancia de bienes han recibido de Dios, ya sean estos bienes corporales y externos o espirituales e internos, para esto los han recibido: para que con ellos atiendan (…) al provecho de los demás. Así, pues, el que tuviere talento, cuide de no callar (…)” (p. 20).
Cobra vigencia ante S.S. León XIV que retoma el nombre y quizá el espíritu –aunque es pronto para realizar una declaración de este tipo–; lo cierto es que desde distintos tiempos, autores, textos y enfoques se emite el mensaje: usar talentos, habilidades, competencias, facultades o la denominación que se desee; la invitación es usarlas en bien de los demás, de los otros, en especial de quienes están en situación desfavorecida.
El profesorado usa la voz como herramienta e instrumento de trabajo para orientar, apoyar y clarificar, entre otros. La voz del magisterio debería servir para que se visualice lo que no se ve, para explicar condiciones y situaciones que mantienen a la población sumida en pobreza material y espiritual.
Por ello, el profesorado no puede ni debe quedarse callado. En las escuelas, la voz del magisterio debería ser escuchada y servir para hablar por los que no pueden y para enseñar a usar la voz. Para ello es necesario enseñar los códigos de la cultura, el dominio del lenguaje simbólico y, sobre todo, cómo superar la cobardía y el miedo que hunde al estudiantado y a nuestro pueblo en el silencio.
El silencio no es bueno porque acumula energías que en algún momento saldrán y quizá no salgan de forma que permitan mejorar las estructuras, la sociedad, la civilización y la cultura en general; sino en forma de desorden, revueltas y revoluciones.
El punto 7 del Decálogo por y para la sostenibilidad universitaria en América Latina, del Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe de la UNESCO, declara: “Fomentaremos la participación de los grupos de interés y de la comunidad universitaria en la toma de decisiones, promoviendo la gobernanza participativa (…)”.
En América Latina, la lucha por la participación estudiantil en la gobernanza universitaria es añeja. Recordar el movimiento estudiantil y la Reforma Universitaria de 1918, donde se pedía, entre otras cosas, un sistema democrático.
Esta participación no es privativa del nivel superior. En educación básica se tiene una misión fundamental: formar en la ciudadanía y la vida democrática. ¿Cómo se forma en ellas sin permitir, promover y articular la participación, auto-organización y demás?
En el nivel superior se pensaría que a partir de los marcos normativos se propician, mantienen y reproducen estas estructuras participativas; sin embargo, en algunas instituciones de nivel superior esto no es así: las dinámicas de gobernanza se alejan cada vez más de la vida democrática.
El silencio no construye ciudadanos, sino esclavos; solo recordar que el autogobierno por la razón resulta mejor que el sometimiento por el miedo y las emociones. ¿No creen que es hora de permitir la participación real?

*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. [email protected]

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