Octagenario

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Los festejos del 80 aniversario del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) están en marcha.
El 30 de diciembre de 2023 se cumplen 8 décadas de su fundación. El SNTE, surge con el apoyo y auspicio del Partido de la Revolución Mexicana (hoy PRI) y el presidente de la República, Manuel Ávila Camacho.
El contexto era la Segunda Guerra Mundial y en el ámbito nacional el momento fue de la Ley Orgánica de la Educación Pública, el debate sobre la educación mixta y la visión reformista conservadora de los planes y programas de educación primaria, impulsada por Octavio Vejar Vázquez como Secretario de Educación Pública.
El SNTE, desde su primer secretario general Luis Chávez Orozco hasta el actual, Alfonso Cepeda Salas, su arqueología del poder, sus lecciones, su historicidad y las cajas negras de coyunturas y transiciones, acuerdos bajo la mesa y concertacesiones. A punto de cumplir 80 años, la necesidad de extender la mirada e interpretar la institución, los sujetos, los goznes y las movilizaciones del magisterio.
Días de resaca celebratoria y de descanso de los agremiados en el periodo vacacional de invierno, el mínimo análisis fuera de las escuelas y en el obscuro de las oficinas seccionales vacías, las preguntas necesarias, la lectura de la Historia y desde el pensamiento científico, y eventualmente crítico, las respuestas obligadas de cada uno (a):

• ¿Celebrar sus prácticas?
• ¿Defender la organización?
• ¿Aplaudir su corporativismo?
• ¿Evaluar sus liderazgos?
• ¿Historizar y desestructurar sus cacicazgos?
• ¿Exigir la contraloría social de sus cuotas?
• ¿Sobre qué parámetros e indicadores construir los evaluables? ¿Aplastar la CNTE?
• ¿Sumar-restar ante el pliego petitorio de 2024?
• ¿Evaluar la militancia y la conciencia de gremio?
• ¿Participar como electores críticos en las campañas políticas de 2024?

Largo tiempo de las prácticas sucias, suficiente tiempo para sembrar bosques grises de corruptelas con distintos rostros. Los apellidos y familias mandantes en el Nacional, los apellidos y familias, los familiogramas de regordetes y acosadores que mandan sobre territorios más pequeños a nivel seccional, los negocios de los líderes y ex líderes enriquecidos, la emergencia económica permanente que es bien comunitario de los agremiados.
Los odios internos, los odios externos, la politización colectiva delegada en los mismos rostros y discursos de quienes están lejos de representar la ética deseable del magisterio en la coyuntura de cambio. El laboratorio de simulación donde con maestros (as) los y las dirigentes obcecados en el control, tejen fino para que no cambie lo importante.
La colección de ex liderazgos, los murales y retratos de Carlos Jongitud Barrios y Elba Esther Gordillo, que ahora avergüenzan. Los maestros y maestras de distintas generaciones que observan el colaboracionismo de su representantes, la ausencia de decoro para lucrar con cambios, permutas, plazas, ascensos, créditos, viviendas, niveles de carrera magisterial, grados, títulos u otros objetos de deseo de los empobrecidos en dignidad profesional. Las coyunturas políticas que los acotan pero que no les cortan el oxígeno, sus reacomodos y capacidad de adaptación.
Las mesas de negociación, los boletines de las comisiones mixtas, las formas institucionalizadas de hacer corrupción objeto de corrillo y vox populi, historia oral pasajera de los cuidadosos perfumados de dejar huella escrita. El SNTE y las alternancias nacionales y estatales, el sindicato porro y gangsteril lejos de sus agremiados y representados.
El SNTE corporativo, coyuntural, endogámico, simulador, la larga etapa priista, el intento de Nueva Alianza, el coleteo y caricia recíproca con el PAN del foxismo, con el PAN del calderonismo, con el priismo de Peña Nieto. A nivel estatal el baile de “pegadito” con el PAN de Cárdenas Jiménez, de Ramírez Acuña, de González Márquez; la cautela con el priismo de Aristoteles Sandoval, el SNTE y la reedición, refundación, que apenas da para atrincherar débilmente la escuela pública con el Movimiento Ciudadano de modelo “privado” de Alfaro Ramirez. Eso de hacer sindicalismo y prostituir ideologías, plataformas y sentido. El SNTE y la fuerza que se añora, la noción de Nacional imaginaria. El SNTE, la leyenda urbana venida a menos, dícese antes, el sindicato más grande en membresía en América Latina, leyenda urbana pura de número sin cualidad; su corta historia de sindicalismo orgánico manchado; los procesos, coyunturas sexenales y la construcción para sí, de una sui generis democracia sindical interna que enorgullece a muy pocos. El SNTE y su estado de salud en el gobierno de la 4T que se pavonea en las asambleas en el zócalo de CDMX, su poliìtica sindical pendular, el clima político y su sistema inmunológico; su lectura coyuntural y oportuna reconvención; la sustitución, la CNTE también cumpleañera del 17 de diciembre de 1979 (44 otoños). En la cosecha de frutos políticos en los últimos 5 años, el oficio político está entre los que mejor mienten; cuando por mal ejemplo, sin reparos ni conflictos y con sus mismos liderazgos y máscaras abandonó su silente acompañamiento a la reforma educativa de Peña Nieto. El octagenario sindicato, reproductor de prácticas, creador de cacicazgos nacionales y locales y de filiación priista en sus entrañas, la contraloría social necesaria de sus agremiados y en la parte fundacional las cuotas y en el aquí y ahora las cuotas. Las cuotas y la democracia simulada. El tren que viene en 2024, las coyuntura política para vender bien las demandas. El sindicato gestor de vivienda y mercader de créditos, suscriptor de convenios y concesiones a golpe de nómina de los trabajadores, abrazador de jubilados para el voto útil. El sindicato de fachada cultural y academicista que ahora apoya la formación continúa en las arenas movedizas del USICAMM, del cual simula espíritu quejoso. Los últimos procesos democráticos donde acierta el control central para que no pase ni se transforme nada; los últimos procesos donde reprueba el magisterio por darse esos dirigentes criados en la misma mala leche. Mal ejemplo de democracia sindical de los enseñantes de la democracia como forma de vida. ¿Cuánto hay de salvable de la organización? La doble red de gestión de lo sindical, los oportunismos y la opacidad de acuerdos, el avance político de dirigentes obtusos, depredadores; el contubernio en mesas de negociación donde se bebe café barato y se comparten galletas surtido rico navideño; los líderes barrigones y habladores, maestros del histrionismo y las nimiedades futboleras para introducir la charla; los representantes oficiales que llegan tarde y simulan escuchar después de su último webinar. Las migajas en las prestaciones y los derechos de los trabajadores, las coyunturas económicas que determinan; la gestión de gobierno del Estado como empleador y el 15 de mayo como fiesta icónica para ganar membresía, días de mayo Sntistas en la que hacen rodar las pelotas con permisos oficiales, la insoportable inocuidad de los niños viejos juguetones que no empujan la rueda de la historia.
El SNTE y sus 80 años, los ex Líderes enriquecidos, “jubilados” en el servicio, “galanes” de playa y centros comerciales finos, los que cada proceso de transición se juntan y opinan sobre candidatos ungidos desde el lugar donde se calientan las tortillas. El SNTE y su acuarela de academicismo, diseñador de vías cortas para sumar puntajes en aquel sistema escalafonario, el que aprendió el camino, ahora ofrece tallercitos virtuales para acreditar puntos a los participantes de los procesos de USICAMM, el SNTE y las perversiones, las pensiones gold en Pensiones del Estado, su mercado interno y redes sociales de alianzas regionales para eficientar el control y la exclusión. El SNTE octagenario, la necesaria mirada retrospectiva y el juicio y propuesta aún por hacerse en su presente.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. [email protected]

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar