Ocho años y sigue viva la esperanza de hacer justicia por los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa
Jaime Navarro Saras*
Han pasado 2920 días y la paz y la tranquilidad de las madres, padres, hermanos, amigos, solidarios y conocidos de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa no logra descansar, siguen a la espera de respuestas fehacientes y una luz de esperanza que les haga justicia; con el deseo permanente de que aparezcan con vida, algunos se conforman con que les entreguen sus cuerpos si ya no viven, pero más que eso, su idea es que les digan la verdad de qué fue y ha sido de estos jóvenes.
Las verdades históricas están de más, ninguna, de las hasta ahora presentadas, logran convencer de cómo, por qué y quiénes fueron los responsables de su desaparición, siempre habrá un dejo de desprecio y deslegitimación de parte de las autoridades encargadas del caso a lo que otros personajes investigaron o escondieron de esa realidad, lo cierto es que todos los gobiernos (a toda costa) señalan a los anteriores como responsables y con ello se exculpan de su posible complicidad.
Cada año, conforme se acerca la fecha de su desaparición, hay todo tipo de actividades, desde plantones, marchas, reconocimientos, conmemoraciones, oraciones, etcétera, cada quien recuerda el hecho a su manera, ninguna de las manifestaciones supera el sentimiento que reflejan los padres de los jóvenes en sus reclamos y denuncias a quienes son los responsables de darle voz al gobierno en turno.
Ningún acontecimiento de esa naturaleza había tenido tanta penetración en los medios locales, nacionales e internacionales (ni siquiera el Movimiento Estudiantil de 1968), se sabe que en la noche del 26 septiembre de 2014 inició la debacle del gobierno reformista de Enrique Peña Nieto y de ese tipo de políticas, gracias a ello se detuvo la desaparición de las escuelas Normales rurales, de otra manera ya hubieran pasado a la historia como tantas y tantas instituciones que son la esperanza de la gente que menos tiene para salir delante y ya no están.
Sabemos de sobra que tardarán muchos años para que cualquier comunicado dé respuestas creíbles y que los familiares puedan quedarse en paz con lo que les digan de los hechos, la demanda vivirá por siempre porque el reclamo no sólo es por los 43 jóvenes estudiantes normalistas, sino por los miles y miles de hombres y mujeres desaparecidos y asesinados a lo largo y ancho de la república mexicana.
Ocho años es mucho tiempo para que las autoridades armen sus historias de los hechos y castiguen a los culpables, también son muchos años donde los sentimientos de los padres de estos jóvenes no sólo han sido lacerados y mancillados, sino que ha sido peor, en muchos casos han sido ignorados e incomprendidos y no hay disculpa pública o pago que pueda aminorar ese dolor.
Cada minuto que pasa sin respuestas creíbles sólo da fe de que hay asuntos prioritarios de gobierno y éste, se reconozca o no, pareciera ser que no lo es y menos cuando se está a unos meses de iniciar las campañas para las elecciones federales, esperamos pues, a ver cuándo sucede el milagro y sepamos qué sucedió realmente con estos jóvenes que nunca olvidaremos y que ya no están ni en las aulas ni en sus casas con sus familias.
*Editor de la Revista Educ@nos. [email protected]