No habrá garantía de empleo
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
Hace algunos años, para quienes egresaban de la escuela Normal estaba garantizada la plaza laboral en una escuela. La cantidad de espacios necesarios para educar a los niños tenía tal rezago que era posible programar con anticipación lo que costaría el abrir nuevas escuelas y nuevos grupos para atender a esos niños que, en casi todas las regiones del país, requerirían educación básica en unos cuantos ciclos escolares. Los niveles de alfabetización estaban subiendo, la cantidad de profesionales de la educación se multiplicó, se generaron ingentes esfuerzos por acabar con el rezago educativo en nuestro país. Se construyeron escuelas y se garantizó el empleo de los docentes de educación básica.
La discusión y las luchas sindicales se complicaron cuando no todos los egresados de las escuelas Normales tenían garantizado el empleo. De alguna manera, este sector fundamental para la educación básica dejó de ser visto como un recurso indispensable. Se comenzaron a atender otros niveles, otras especialidades, otras profesiones. Sin embargo, aunque en el caso de quienes se convertirían en docentes en la escuela primaria la relación entre profesión y empleo resultaba bastante evidente, en el resto de las profesiones la urgencia de emplearlos al servicio del pueblo ya no se veía tan clara. Que se requerían profesionales de la medicina, la agronomía, el derecho, la arquitectura, también era visible, pero no todas las personas que se inscribieran en esas carreras tendrían garantizado el empleo. Algunos de los nuevos profesionales encontrarían rápidamente ocupación y sueldos dignos. Primordialmente en regiones alejadas de los núcleos urbanos más atendidos.
Pero el empleo de muchos profesionales de diversas áreas no queda garantizado. En parte, dicen algunos analistas, porque en esas carreras no se prepara a los estudiantes para responder a las necesidades sentidas de los empleadores, sean públicos o privados. Por otra parte, los empleadores no siempre son conscientes de lo que sus áreas de acción requieren. Algunos ejemplos de ese desconocimiento los ofrecen profesiones como las de nutrición, geografía, psicología, sociología, historia: ¿quién conoce lo que estos profesionistas hacen, aparte de los profesionales que ya ejercen esas profesiones? En buena medida, éstas y muchas otras profesiones no tienen garantizado un puesto laboral al salir de la carrera debido a que son pocas las personas o instituciones en las que se diseñen espacios específicos para ser ocupados con profesionales de esas áreas.
No porque el gerente de personal no crea que se necesitan determinados profesionales, a veces por desconocer incluso el perfil de egreso de diversas carreras, eso significa que los profesionales no sean capaces de resolver, anticipar, plantear, manejar, evitar, administrar, reducir, transformar los problemas de las instituciones y empresas. En alguna medida, el reclamo de que las instituciones de educación superior no atienden a las demandas de las empresas encuentra su contraparte en el hecho de que el personal de las instituciones no siempre conoce para qué sirven determinadas profesiones.
De tal modo, las instituciones siguen empleando a personas capacitadas en profesiones que resultaban tradicionalmente “básicas” pero que quizá ya no son las que pueden anticipar, plantear y resolver problemas de la manera más eficiente y expedita para los tiempos actuales. Y a veces solicitan empleados que no son los más eficientes no sólo por su perfil de egreso, sino porque, en comparación con profesionales de otras áreas, las instituciones están dando empleo a los de áreas conocidas en detrimento de aquellas personas de cuya formación no tienen idea. No sólo se trata de que la educación forme para el empleo, sino que el empleo sea capaz de adoptar prácticas profesionales que no suelen considerarse como “útiles” para el desempeño en determinadas áreas de la actividad productiva y económica.
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. [email protected]