Mujeres en la Historia: luchas y logros
Oziel Alejandro Vásquez Ceja*
Escenario General
El escenario está dividido en tres partes, cada una representa una época distinta: la primera la década de 1830, la segunda 1880 y la tercera los años 50 del siglo XX. En el centro, una figura en forma de reloj o calendario marca el cambio de tiempo. Cada parte incluye detalles culturales y objetos icónicos de la época. El sociodrama se enfoca en tres personajes que aparecen en cada etapa: Juan (varón), María (mujer) y Don Manuel (figura de autoridad). Cada acto termina con una transición a la siguiente época.
1830: Guadalajara, entre la tradición y el cambio
Escenario:
La escena refleja una calle empedrada de Guadalajara en 1830, con casas de adobe y balcones de madera que transmiten la sencillez y austeridad de una época en la que México, recién independizado, buscaba encontrar su identidad. Una imagen de la Virgen de Guadalupe situada en el centro de la escena simboliza la fuerte presencia de la Iglesia católica y su influencia en la vida cotidiana. El ambiente es tranquilo y modesto, con decoraciones religiosas y una mesa sencilla que contiene un tintero y algunos libros, objetos que representan el acceso limitado a la educación, reservado mayormente para los hombres.
Al fondo, se escucha ocasionalmente el sonido de las campanas de una iglesia, reforzando el carácter solemne y religioso de la época. María, ataviada con un vestido sencillo, se encuentra realizando tareas domésticas, un símbolo de las responsabilidades a las que la sociedad la confina. La atmósfera general es de quietud, aunque se percibe una tensión silenciosa, subrayando el rol sumiso asignado a las mujeres y el anhelo de muchas de ellas por una vida más allá de las paredes del hogar. Este entorno sugiere una Guadalajara en la que el sueño de libertad aún no incluye a las mujeres, quienes están sujetas a las tradiciones y a las expectativas de una sociedad que las considera principalmente como “reinas del hogar”.
Diálogo:
Mamá: (Con voz maternal) “Hijas, es hora de preparar la comida. Recuerden que nuestras responsabilidades están en la casa, porque es lo que se espera de nosotras.”
Ana: (Con voz de protesta) “Pero mamá, ¿por qué no puedo ir a la escuela como los niños? Quiero aprender a leer y a escribir, quiero ser algo más que una esposa.”
Mamá: (Con preocupación) “Ana, eso no es correcto, porque las mujeres no deben salir de casa para aprender.”
Teresa: (Inquieta) “Pero hay tantas historias y conocimientos que no conocemos. ¿No deberíamos tener la oportunidad de aprender?”
Don Miguel: (Entra con aire autoritario) “¿De qué hablan? Las mujeres deben ser las guardianas del hogar, por eso la educación no es para ustedes.”
Ana: (Decidida) “Pero, papá, ¿no debería una mujer también tener derechos? ¿Por qué no podemos estudiar y ayudar a nuestra comunidad?”
Don Miguel: (Ríe con desprecio) “La comunidad no necesita a mujeres instruidas, lo que se necesita son mujeres atentas al cuidado del hogar y de la crianza de los niños.”
Teresa: (Con lágrimas en los ojos) “Siempre será así, ¿verdad? Nunca tendremos la oportunidad de ser más que esto.”
Narrador:
“En Guadalajara, las mujeres luchaban por romper con los roles tradicionales que las mantenían confinadas al hogar, enfrentándose a la resistencia de un sistema patriarcal que priorizaba la educación masculina.”
(Las luces se atenúan mientras las mujeres permanecen en la cocina, simbolizando su lucha interna y la presión social que enfrentan).
1880: Guadalajara, Porfiriato y modernización
Escenario:
La ciudad de Guadalajara se encuentra en plena transformación. Las calles muestran un desarrollo urbano con edificios de ladrillo y la construcción de vías de tren en la distancia, símbolos de la modernización que se extienden por la ciudad. Los anuncios y carteles de la época destacan la llegada de nuevas ideas y tecnologías que prometen progreso, mientras el fondo revela un Liceo de Niñas inaugurado en 1861, una de las pocas instituciones de educación para mujeres, que simboliza el lento avance en su integración al ámbito educativo.
Este período, sin embargo, es también escenario de profundas contradicciones, porque mientras las mujeres como María anhelan educarse y aspirar a la independencia, el entorno social mantiene una fuerte división de roles. La figura de Don Manuel representa a una sociedad conservadora que aún considera que el hogar es el único lugar adecuado para ellas, reforzando la idea de que la educación y los trabajos remunerados son, principalmente, para los hombres. Este ambiente tenso revela las tensiones sociales y culturales del México de 1880, donde la expectativa de progreso convive con la resistencia a los cambios en el papel de la mujer.
Diálogo:
Juan: (Con uniforme escolar, leyendo un libro sobre educación) “¡María! ¡Mira este artículo! Habla de cómo las mujeres están comenzando a enseñar en las escuelas. El Liceo de Niñas abrió sus puertas hace ya años, y ahora las mujeres empiezan a trabajar como maestras. ¡El mundo está cambiando!”
María: (Observando a las niñas entrar en la escuela) “Es un sueño hecho realidad para muchas. Al fin podemos acceder a algo más que el hogar, aunque aún hay quienes piensan que no deberíamos trabajar fuera de casa. Mi padre dice que las mujeres no deberían trabajar en la enseñanza, que eso es un trabajo de hombres.”
Don Manuel: (Entra con su bastón y con el ceño fruncido) “Juan, esas ideas modernas son peligrosas. La educación es importante, sí, pero para los hombres. Las mujeres tienen su lugar en la familia, no en las aulas. ¿Cómo puede una mujer educar a otros si debe estar en su casa?”
Juan: (Con entusiasmo) “Don Manuel, ¡pero es precisamente en la educación donde pueden marcar la diferencia! Las mujeres pueden enseñar a las niñas a ser más que amas de casa, porque ya no estamos en tiempos coloniales. Ahora se les permite estudiar en el Liceo de Niñas, y las mejores incluso trabajan como maestras. Esto ayudará a fortalecer a México.”
María: (Con mirada decidida) “Padre, quiero ser maestra. Ya no solo quiero quedarme en el hogar. Enseñar es un trabajo digno, y las mujeres somos capaces de educar, tanto como los hombres. No podemos seguir encerradas en la casa, mientras el mundo sigue adelante.”
Don Manuel: (Con gesto severo, pero reflexivo) “No entiendo este afán por cambiar las cosas. La Iglesia ha dicho siempre que el hogar es el reino de la mujer. Si las mujeres trabajan fuera de casa, ¿qué será de nuestras familias? ¿Quién cuidará de los hijos?”
Juan: (En tono serio) “El mundo cambia, Don Manuel. El trabajo de las mujeres como maestras no destruirá a la familia. Al contrario, la fortalecerá. Ellas pueden educar a las futuras generaciones, enseñarles valores y conocimientos. María tiene razón, deben poder elegir.”
María: (Con pasión) “Padre, ¿por qué no podemos hacer ambas cosas? Ser madres y maestras, cuidar del hogar y contribuir a la sociedad. La educación de nuestras niñas es clave para un México mejor. Ya no somos solo las guardianas del hogar, también podemos ser las guardianas del conocimiento.”
Don Manuel: (Suspira, cediendo un poco) “Tal vez… tal vez el mundo esté cambiando más de lo que imaginaba. Si trabajas como maestra, que sea para enseñar bien. Pero no olvides, María, que la familia es lo primero.”
Narrador:
“Durante el siglo XIX en Guadalajara, el ingreso de las mujeres al campo laboral del magisterio fue un paso crucial hacia su integración en la vida pública. Aunque enfrentaron resistencia por parte de la Iglesia y de los sectores más conservadores de la sociedad, su papel como educadoras fue ganando terreno, sobre todo a partir de la creación del Liceo de Niñas en 1861. Esta institución permitió a las mujeres acceder a la educación formal y, con ello, empezar a construir un camino fuera de los confines del hogar.”
(Las luces se atenúan mientras María observa a las niñas entrar al Liceo, simbolizando el futuro promisorio para las mujeres en la educación. Se escucha de fondo una melodía suave, representando el cambio lento pero firme hacia una sociedad más inclusiva).
1950: Guadalajara, un futuro prometedor
Escenario:
El escenario presenta una calle de Guadalajara en 1950, marcada por el dinamismo de una ciudad en proceso de modernización. A un lado, se ve un salón de clases de una escuela moderna, con escritorios de madera, carteles educativos en las paredes y el bullicio característico de los estudiantes. Asimismo, la presencia de automóviles y anuncios de radio y cine reflejan los cambios que definen la vida urbana y el acceso a la información.
Este entorno de Guadalajara simboliza una época de esperanza y nuevas oportunidades. La educación femenina, antes limitada, es ahora una realidad, y mujeres como María han comenzado a ejercer como maestras, siendo ejemplo para las jóvenes generaciones. Aun así, se percibe una cierta tensión en el aire, pues el papel de la mujer en la sociedad sigue siendo un tema de debate. Sin embargo, el espacio escolar sugiere un ambiente de optimismo, donde la maestra no solo enseña lecciones académicas, sino también inspira a sus alumnas a soñar y aspirar a roles más activos en la sociedad. Este escenario refleja una Guadalajara en transición, donde las mujeres ganan terreno en espacios que antes les estaban vedados y donde el progreso parece inevitable, aunque aún enfrentan desafíos para alcanzar una igualdad plena.
Diálogo:
Maestra Laura: (Con entusiasmo) “¡Buenos días jóvenes! Hoy vamos a hablar sobre la importancia de la educación y cómo ha cambiado a lo largo de los años. ¿Alguien sabe cuándo comenzaron a trabajar las mujeres en el magisterio en Guadalajara?”
Estudiante 1: “¡Sí! Fue en 1861, cuando abrieron el Liceo de Niñas. Desde entonces, las mujeres empezaron a tener un papel importante en la educación.”
Estudiante 2: “Mi abuela siempre dice que las maestras son las verdaderas heroínas. Ellas nos enseñan a pensar y a ser mejores personas.”
Maestra Laura: (Sonriendo) “Así es. Las maestras han desempeñado un papel crucial en la formación de la sociedad. A pesar de los obstáculos que enfrentaron, han demostrado que pueden educar y contribuir de manera significativa a nuestras comunidades.”
Estudiante 3: “Pero, ¿por qué fue tan difícil para ellas al principio?”
Maestra Laura: “Bueno, en el pasado, había muchas creencias erróneas sobre el papel de las mujeres en la sociedad. La educación era vista como algo exclusivo para los hombres. Sin embargo, con el tiempo, las mujeres empezaron a romper esas barreras y a ganar respeto en el ámbito educativo.”
Estudiante 4: “Es inspirador saber que las mujeres lucharon tanto por su derecho a enseñar. ¿Cómo podemos ayudar a continuar con esa lucha?”
Maestra Laura: (Con firmeza) “¡Excelente pregunta! Debemos valorar y respetar la educación. Ustedes tienen el poder de hacer la diferencia. Nunca dejen de aprender y de compartir su conocimiento. La educación es una herramienta poderosa para el cambio.”
Narrador:
“En 1950, las mujeres en Guadalajara ya ocupaban un lugar significativo en el magisterio. La sociedad comenzaba a reconocer su capacidad para educar y liderar, sentando las bases para futuras generaciones. Gracias a la valentía de aquellas pioneras que abrieron camino, las mujeres jóvenes ahora podían soñar con un futuro en la educación y más allá.”
(Las luces se atenúan mientras la maestra continúa hablando, simbolizando el legado de las mujeres en la educación y el futuro prometedor que se abre ante las nuevas generaciones).
Fin del sociodrama
Este guion refleja no solo los cambios en la situación de la mujer, sino también las tensiones entre tradición y modernidad en cada época. Las transiciones entre actos pueden destacar cómo los cambios sociales y económicos de Guadalajara afectaron los roles de género, y cómo las mujeres lucharon por un lugar en una sociedad en constante transformación.
*Estudiante del 5º semestre de la licenciatura en historia de la Universidad de Guadalajara. [email protected]