Memoria estudiantil
Carlos Arturo Espadas Interián*
La fugacidad de la permanencia de los estudiantes en las universidades se puede resolver a partir de la recuperación de sus memorias. Las generaciones transitan, se construyen y reconstruyen a partir de los entornos universitarios que propician interacciones sociales, culturales y civilizatorias. Considérese dentro de ellas lo político, económico y demás.
En ese estar: aportan, nutren, transforman, conservan, reproducen y se ramifican. Dependiendo del espíritu universitario que prevalezca, pueden vivir su profesión y vida propiamente universitaria, desde el instante en el que ponen por primera vez un pie en las instalaciones. En otros casos se da de forma tardía.
Sea cual fuere la dinámica en esos centros universitarios, sin duda alguna las vivencias sirven para enriquecer a quienes las viven y a otros, siempre y cuando existan procesos de análisis que les permitan no sólo vivirlas, sino también comprenderlas, aprehender y aplicar de forma voluntaria en sí mismos y compartir para que otros puedan aprovecharlas.
Todo enmarcado desde la perspectiva del compromiso social e institucional que sirva para contribuir a construir mundos distintos, organizados y generados desde la lógica del bien común.
La situación se complica cuando lo que cada generación vive se disuelve en el transcurso de las generaciones ¿cómo recuperar esas vivencias que resultan ser eminentemente valiosas para los estudiantes?
El paso inicial consiste en considerar a las generaciones y a cada uno de los estudiantes como un ser humano en sí y al mismo tiempo como un bloque genérico, es decir, existen procesos que para ser efectivos deben centrase en el individuo y otros que deben recuperar categorías abstractas para hacer a ambos, operativos.
La recuperación se realiza en los entornos institucionales, pero quizá muchos de ellos fuera de la intencionalidad de ellas. Así el rumor, las pláticas e interacciones informales y quizá hasta fortuitas, cumplen entre otras cosas la posibilidad de transmitir esas vivencias, que en esos marcos de informalidad puede ser altamente efectiva o fugaz.
Sin duda alguna la obra humana es finita y trasciende a lo mucho a lo largo de los siglos, quizá unos ¿40?, ¿50? o ¿más?, se pasa por periodos de olvido y resurgimientos a través de las “eras”. La cuestión es cómo, hablando de los entornos universitarios, en lo posible propiciar escenarios que recuperen esas vivencias y permitan a la comunidad estudiantil recuperar sus memorias.
La documentación es fundamental, pero debe estar acompañada de una columna vertebradora que plasme el acontecimiento sí, pero lo más importante, los aprendizajes derivados de ellos y la forma de poder aplicarlos en cualquiera de los planos de la existencia humana, no únicamente lo material, pues se podría caer, si no se tienen los fundamentos necesarias, en un: pragmatismo utilitarista.
Es necesario generar estructuras institucionales que posibiliten la recuperación de esas memorias: consejos estudiantiles, sociedades estudiantiles, asociaciones civiles de estudiantes, centros de ayuda estudiantil, centros recreativos estudiantiles, organizaciones de egresados y por qué no, centros de investigación estudiantiles, colegios de egresados.
A la par de ello, acciones concretas: encuentros, congresos, foros, conversatorios y demás. Sin duda alguna, nada de esto es nuevo, lo nuevo será la intencionalidad con la cual se generen, estructuren, operen y sobre todo se visualicen.
*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. [email protected]
Excelente experiencia… Felicidades a todos los organizadores, académicos y comunidad normalista en general ungranCongreso.