Más vale criterio en mano que una parvada de datos volando

 en Invitados

José Manuel Mora Rosas*

“Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”, dice el refrán. Y su sentido es útil para hablar sobre la infodemia producida a propósito de los libros de texto que el modelo educativo de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) está a punto de distribuir a todas las escuelas de educación básica del país.
Ni tanto que queme, porque los comentarios circulantes en medios masivos de información y en redes sociales han generado una polémica que va más allá de la didáctica y la pedagogía, para centrarse en una crítica vana que sólo alimenta, cual fuego de pira punitiva, tanto el imaginario político sobre el supuesto “comunismo” que nos convertiría en algún territorio dictatorial latinoamericano, como el menosprecio que distintas fracciones políticas, en voz de personajes clave, tienen hacia el gobierno en turno. Se pretende quemar con esta leña para usar las cenizas como abono previo a las elecciones (estrategia aplicada cada víspera de cambio de sexenio), con la intención de abrir en la opinión pública un flujo viscoso de incertidumbre y resquemor que sólo sirve para alterar el sentido común.
Y ni tanto que no lo alumbre, porque justo estas críticas soslayan la apuesta formativa que la NEM ha generado como estrategia educativa para un futuro cercano. No se trata de comunismo, sino de comunitarismo: aquella estrategia de recuperación consciente de la comunidad como soporte de toda actividad humana y en la cual el modelo de la NEM se basa para diseñar tanto los libros como los planes y programas para cada fase del modelo (cfr. Libro del maestro para primer grado, p. 11 y ss.), algo que no se vio en proyectos educativos anteriores: unos centrados en la acumulación de conocimiento (la llamada “educación bancaria”), otros en la inclusión de las tecnologías de información para incorporar al país en la cuarta revolución industrial, y otros en el desarrollo de competencias en el marco de los flujos del mercado. Todos ellos han dejado como rescoldo la sensación de incertidumbre producida por el competitivismo rampante de la economía neoliberal.
Lo que toca a docentes, académicos y personal responsable de la educación de nuestras infancias, es usar el pensamiento crítico para reconocer tanto los aciertos en la propuesta educativa de la NEM, para validarlos desde la lógica pedagógica y, desde ella misma, evaluar la pertinencia de los contenidos elegidos para guiar las estrategias didácticas, sino también los desaciertos que, necesaria y obligatoriamente, deberán ser corregidos para sostener la eficacia educativa deseada.
Aciertos como la inclusión de múltiples elementos de las culturas originarias de nuestro país (narraciones, tradiciones, simbolismos), que son tratados con cuidado y validación en su existencia, o las sugerencias para los padres y madres de familia que, se espera, coparticipen en la asimilación de conocimiento y en el ejercicio de comprensión de conceptos. Incluso la apuesta por fortalecer la recuperación de saberes comunitarios (porque la educación tiene que considerar la diversidad de contextos y culturas en todo el territorio nacional), como estrategia de articulación del conocimiento a la vida diaria. Todo lo cual, por cierto, requiere la necesidad de preguntarse por los cómo, los cuándo y los para quiénes.
Errores de edición (como el ejemplo presentado en televisión nacional sobre el clásico gráfico de la ranita saltadora, a propósito del orden de las fracciones, encontrado en el libro de Nuestros saberes para tercer grado, o la selección de imágenes gratuitas de internet para mostrar el sistema solar, que aparece en el libro del mismo título para quinto). Errores de asignación de contenidos complejos en los libros de segundo grado (en donde se propone información sobre la identidad de género, evadiendo toda la lógica del andamiaje previo para comprender esta noción, algo inadecuado para infantes de 9 años). O ausencias de información útil y relevante para la comprensión y aplicación de la sintaxis, como la falta de listados completos de pronombres en Nuestros saberes de segundo grado o un listado completo de conectores lógicos en el mismo libro para tercero. Incluso, la ausencia de explicación sobre la manera integrativa de articular las matemáticas en situaciones específicas, para que maestros e infantes configuren un sentido sobre ellas vinculado a su utilidad práctica, requieren corrección, adecuación y concordancia.
Revisemos, pues, los libros, critiquemos los errores y propongamos estrategias de corrección desde la óptica pedagógica, y olvidemos la demagogia, que sólo ha servido, en este caso, para obnubilar con sus humos el juicio claro y necesario, herramienta indispensable para formar a nuestros futuros ciudadanos con conocimientos, recursos y estrategias adecuados para enfrentar, comunitariamente, la incertidumbre del futuro.

*Maestro en comunicación. Académico del Centro de Investigaciones Pedagógicas y Sociales (CIPS) de la SEJ. [email protected]

Comentarios
  • Francisco Javier Berumen Berumen

    Excelente artículo, situarnos en una posición critica en ésta y otras polémicas siempre nos dará la posbilidad de considerar los puntos de vista de unos y otros y tomar decisiones acerca de nuestro quehacer de mejor manera. Felicidades Manuel

  • Ana Eugenia Ruiz Flores

    Estoy totalmente de acuerdo contigo en todos los puntos. Muchas gracias por una crítica con sentido y responsable a razón de este tema.

  • Patricia Becerra Salazar

    Hay que tener un ojo clínico con las destrezas y habilidades de un académico con la visión analítica de un todo y un para qué, con enfoques propositivos y aprovechar esas áreas de oportunidades para mejorar en el quehacer docente y limar o pulir, aquellos vacíos que nos pisan los callos y no dejan crecer ni evolucionar. Muchas felicidades Dr. Mora, esa mirada de rayos X que lo caracteriza y que invita a continuar formándose con calidad educativa y humana. Gracias.

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