Mala fe

 en Jaime Navarro Saras

Jaime Navarro Saras*

El fin de semana pasado 4 grupos de ciudadanos plenamente identificados se manifestaron en la ciudad: taxistas en contra de Uber, miembros de Uber exigiendo su legalización, grupos en pro de los matrimonios igualitarios y maestros con sus demandas contra la reforma educativa. Todos ellos legítimos y en el estricto apego a las bases y principios constitucionales.
Lo preocupante es que todas las manifestaciones, salvo la de los maestros, se desarrollaron sin ninguna dificultad, en todas ellas las autoridades de seguridad y vialidad pusieron su granito de arena (porque no les quedaba de otra) para darle fluidez al tráfico de unos automovilistas molestos.
Esta situación viene a colación porque en días pasados tanto el secretario de vialidad como el de educación habían anunciado que no permitirían que los maestros tomaran las calles, en réplica a lo que el gobernador ya había dicho como amenaza, cosa que cumplieron porque la marcha fue detenida con vallas y bloqueo de las calles para que no llegaran a molestar a Aristóteles Sandoval en Casa Jalisco, donde estaba planeado el punto de reunión y manifestación.
Si el centro de acción de la autoridad para detener a los profesores era porque se bloqueaban calles, pues lo hecho por ésta generó más problemas viales bloqueándolos que si hubiese permitido su paso. En los mensajes emitidos por la prensa dejaron ver un gobierno cerrado, intolerante y temeroso como si la dinámica de los maestros de Jalisco fuera como la de Oaxaca. Con esta acción queda muy clara la realidad de las cosas, la reforma educativa va porque va, que quedará como se redactó y de ninguna manera se dialogará ni se tomarán en cuenta las demandas, propuestas y exigencias magisteriales.
El Estado está totalmente negado al diálogo, y más si éste no se realiza con su lógica. Su sordera y ceguera se acrecienta cuando el tema tiene que ver con los maestros, toleran cualquier tipo de manifestación y exigencia independientemente de quien la encabece y lo que demande (aunque tampoco resuelven ni le dan salida a ello), pero si se trata de maestros o escuela pública, solo les interesan las cosas que atentan contra ello y de ninguna manera las demandas a su favor.
Hay, aunque lo nieguen en sus discursos, una mala fe del Estado, de los grupos de élite y los medios de comunicación contra la escuela pública, los maestros, los padres de familia y toman de excusa el derecho a la educación de los niños, estos mismos niños que al final de su educación básica no encuentran oportunidades para seguir estudiando y si lo hacen, una vez egresados no hay quien les ofrezca un empleo digno salarial y profesionalmente hablando.
En un país que se desmorona al ritmo de la devaluación de su peso y el petróleo, con una desconfianza de los ciudadanos por la falta de credibilidad de un gobierno cuyo presidente cada vez se hace más chiquito, lo menos que debiera hacer el Estado fallido es practicar la mala fe contra la ciudadanía y menos contra los maestros, quienes a pesar de los magros índices de evaluación le hacen la vida menos difícil a los padres de familia y a más de un alumno le despiertan sus intereses por el conocimiento.

*Editor de la Revista Educ@rnos. [email protected]

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