Los hombres también se deben tocar y dejarse tocar
Alma Dzib-Goodin*
No, ¡no es lo que usted está pensando!, pero es que cuando octubre se viste de rosa para alertarnos sobre el cáncer de mama, olvida que 1 de cada 833 hombres, está en riesgo de desarrollar este tipo de cáncer durante su vida, según estadísticas de la American Cancer Society, por lo que debemos pensar también en azul.
Otras poblaciones olvidadas durante este mes, pero en riesgo, son los niños de 0 a 13 años, en quienes es extremadamente raro que desarrollen cáncer de seno, en adolescentes de 14 a 18 es muy raro, en adultos jóvenes de 19 a 40 es raro, por lo que la autoexploración se vuelve importante desde edades muy tempranas en niños, mujeres y hombres, pues es la forma más rápida de detectar un problema.
Cualquier molestia es importante, por pequeña que sea. Debemos reconocer cualquier cambio en el color, el tamaño o si aparecen pequeños bultos bajo la piel y acudir al médico lo antes posible, pues algunos tipos de cáncer crecen a velocidades mayores que otros y en América Latina los servicios de salud se mueven muy lentamente.
A principios de julio del año 2007, mi esposo sintió un pequeño bulto en mi seno izquierdo. Era del tamaño de un chícharo. Con menos de 40 años, creía que la autoexploración no tenía que ser parte de mis hábitos. Mi esposo me suplicó que fuera al médico pues una amiga suya, en aquel entonces estaba iniciando su camino con el cáncer. No hice oídos sordos, solicité una cita con el médico general que tardó 2 semanas, la doctora me envió a una clínica de especialidad, cuya cita tardó un mes. De ahí me enviaron al hospital de zona en donde me operaron para extirpar el tumor a finales del mes de octubre, para entonces, el pequeño chícharo ya había crecido hasta 10 centímetros y me dolía mucho. A finales de noviembre me desayuné la noticia de que tenía cáncer de seno, después de tener que pelear con el hospital para que me dieran los resultados de patología, debido a que la ventana para comenzar tratamiento se estaba cerrando, comencé quimioterapia a finales de diciembre del año 2017.
Lo que quiero decir es que la detección temprana no es simple. Pasan meses desde que uno detecta algo, a que se nos da un diagnóstico, para entonces, más de la mitad de los casos pasan de estadios tempranos y tratables, a estados avanzados que requerirán mucho más trabajo y por supuesto, acortan la esperanza de vida.
De ahí la importante de que uno conozca su cuerpo y que el hábito de la autoexploración, o permitir la exploración de la pareja que también conoce nuestro cuerpo, sea visto como algo importante que salva vidas. Recuerden que los programas de salud inician las mamografías hasta los 40 años en el caso de las mujeres, pero son sujetas a interpretación, por lo que pueden resultar muchos falsos negativos o falsos negativos.
En julio de 2017, después de mucho tiempo de no autoexplorarme, pues devotamente acudía a hacerme la mamografía, sin importar lo doloroso que fuera, suponía que las imágenes eran suficiente para que detectaran cualquier cambio en mis senos, y hacía 6 meses que me había visto el oncólogo y habíamos revisado la mamografía, me abrazó al final de la consulta y me dijo: “seguimos libre de cáncer, siga así”. ¿para qué autoexplorarme?, no lo sé, lo hice por impulso, y encontré algo raro cerca de mi clavícula derecha. Cuando llegó mi esposo le pedí que lo sintiera, pues quizá era mi imaginación.
A los 2 días tuvimos cita en un centro oncológico, donde realizaron estudios de exploración, imagen y una biopsia. A los dos días recibí una llamada donde me informaron que el cáncer había regresado. La diferencia en los tiempos es que no estaba en México, sino en los Estados Unidos. A pesar de ello, el cáncer no tiene palabra. Comencé con un estadio temprano y comencé tratamiento neoadyuvante inmediatamente. Decidí que la doble mastectomía era la mejor opción. Después de ella, mi doctor me informó que, a pesar de la primera ronda de quimio, aún había células malignas en mi cuerpo, así que me dio quimio oral por 6 meses más.
A los pocos días de haber concluido, mi esposo me tuvo que llevar a la sala de urgencias, pues comencé a perder la coordinación del lado izquierdo de mi cuerpo. Ahí nos dieron la noticia, de que mi cáncer se había expandido a mi pulmón y a mi cerebro, en donde encontraron 14 tumores. Oficialmente me encuentro en el último estadio, pero gracias a la ciencia, aún tengo esperanza de vida, pues los tratamientos aún son posibles.
Con esto quiero decir que el cáncer, como enfermedad genética no tiene palabra, va a mutar con tal de sobrevivir a la velocidad que pueda atacar nuestro cuerpo, de ahí la importancia del reconocimiento temprano. Desafortunadamente para los bebés, los niños, los adolescentes, las mujeres jóvenes y los hombres, se han de retrasar sus opciones de tratamiento, bajo la falsa idea de que ellos no son una población de riesgo. He escuchado muchas veces esas palabras: ¿cómo es posible, si eres tan joven?
En el caso de los varones, además se han de enfrentar a una sociedad que no les brinda apoyo, pues el material, las charlas y los espacios, están diseñados para las mujeres, si hablamos de prevención, debemos considerar a toda la población, aun cuando tengas una mínima imagen en el espectro de las estadísticas, pues la genética y los cambios epigenéticos le pueden jugar rudo a cualquiera, a cualquier edad, sin importar su condición económica, de salud, su lugar de residencia, o si ha habido en su familia casos previos.
*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. [email protected]