Leer es más que juntar letras

 In Alma Dzib Goodin

Alma Dzib Goodín*

Es curioso que en las escuelas se privilegie el número de palabras y la velocidad de lectura, antes que la lectura comprensiva, respetuosa de las ideas, las gramática, los signos de puntuación o la interpretación de las ideas.
La lectura se convierte en un conjunto de letras, sin importar como suene o el mensaje que los niños interpreten de las palabras agrupadas. En este sentido, los niños aprenden dos cosas a muy temprana edad: 1) la lectura es una tarea y no haya nada divertido en ella, y 2) no importa la interpretación, de modo que los niños leen en monótono y con ello pierden el poder de la prosodia, que es tan importante en la comunicación cotidiana, con lo cual, la lectura es comprendida como un espacio artificial alejado de una charla, y por tanto, la interpretación de las palabras, aunque sean parte de su cotidianidad, es distinta.
Con ello, el proceso se vuelve complejo y es aún peor cuando los infantes no tienen un ambiente lector, lo cual implica espacios de lectura familiares o culturales. Es por ello que se supone que la escuela debería brindar el acceso a la literatura, pero siendo que el tiempo es limitado, dejan dicha labor a los padres, creando un círculo vicioso donde padres y maestros se culpan de las dificultades de los estudiantes.
Un niño con un buen ambiente lector, tendrá una buena ortografía, comprensión lectora y de problemas matemáticos, facilidad para expresar ideas, capacidad de imaginación, iniciativa para resolver problemas y temas de conversación, de modo que es sencillo darse cuenta que LEER ES MUCHO MÁS QUE SOLO JUNTAR LETRAS.
En un análisis realizado a las pruebas de PISA y su dificultad, encontramos que no hay conflicto conceptual o en el nivel de dificultad para la población mexicana, sin embargo, los niños no son capaces de involucrarse debido a dos conductas generales: 1) comparar la cantidad de palabras con que se plantean las preguntas. Mientras que los exámenes usuales tienen pocas palabras, PISA brinda un contexto amplio, y los estudiantes tienden a medir la cantidad de palabras con la dificultad. En cuanto ven más de 15 palabras en un reactivo, lo relacionan con un nivel de dificultad amplio; y 2) los estudiantes no encuentran claves que los exámenes usuales les brindan, por ejemplo, en general eligen la respuesta más larga, o con aquellas palabras que reconocen. En este sentido PISA denota la falta de vocabulario además de la flojera por la comprensión de un problema.
En estudios controlados, donde se leen cuentos simples a niños de diversas edades, encontramos que los niños son capaces de perderse en la historia, cuando se leen con los signos, pausas, silencios y respetando la prosodia del texto. Son capaces de imaginar las palabras y se le invita de un modo más natural a la actividad.
A diferencia, cuando se lee en monótono, sin una prosodia adecuada, el niño se pierde en las palabras, le es más difícil reconocer el tema principal y se limita a explicar el tema a una pocas palabras, percibiendo la lectura como una “tarea” y no como un placer.
Cuando además se trabajan con las lecturas, identificando palabras, retomando ideas y abriendo la conversación hacia un diálogo con la lectura, la actividad se convierte en algo verdaderamente productivo.
Es así que la lectura no debe ser vista como un castigo, ni como una tarea, sino como un placer que permite conocer mundos inimaginables al que todos tienen acceso, además de reconocer que cada lector tiene el derecho de hacer una interpretación y recreación personal de las palabras del autor, por lo que evaluar la lectura con preguntas de opción múltiple, implica eliminar la riqueza de la lectura como proceso.
El resultado de ello ha sido la creación de lectores que aún sin comenzar una lectura preguntan por la extensión de la misma y crean una expectativa no en términos de la riqueza lingüística y cultura de lo que están a punto de leer, sino de la dificultad en términos del número de palabras. Pareciera que tienen miles de cosas más importantes que hacer en lugar de leer.
En este sentido, la mejor aproximación a la lectura es una palabra a la vez, un párrafo a la vez y olvidarse se preguntar por la extensión, pues con ello comienzan a leer y se permiten caer en el proceso de imaginación.
Leer es un proceso para el cual el cerebro no está programado, depende del modelado social, de ahí la importancia de que los adultos que leen, deben hacerlo con la modulación correcta, para evitar que los niños la interpreten como algo ajeno a sus charlas cotidianas, las cuales, sin duda prefieren, sin darse cuenta que al leer, pueden dialogar con muchas más personas, incluso aquellas que ya no ocupan su mismo espacio y tiempo.

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. alma@almadzib.com

Comments
  • César Naranjo

    Hola Dr. Alma interesante su artículo pero me gustaria que me compartiera algunas estrategias para lograr la comprension lectora.
    saludos

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