Las escuelas Normales: entre la simulación y el olvido

 en Andrea Ramírez

Andrea Ramírez Barajas*

El Estado mexicano no dice todo, las escuelas Normales morirán de olvido y muerte natural. Aquellas instituciones que surgieron hace más de 100 años, con la gran expectativa de formar a los educadores y educadoras del siglo XX, formaron a miles de docentes que se diseminaron a todo lo largo y ancho del territorio nacional, para formar a su vez a la niñez y juventud de este país, hoy están en peligro de desaparecer. Las escuelas Normales generaron una distinción, una identidad especial a todos aquellos y aquellas que nos reivindicábamos como normalistas. La oleada neoliberal, el desprestigio público y los problemas privados, la parálisis institucional de las Normales, en un mundo globalizado y exigente pautado a partir de las reglas impuestas desde los organismos internacionales han obligado a que éstas entren en una asfixia paulatina, en una larga agonía que terminará con la desaparición de las que no puedan renovarse, ni justificarse a los ojos de un gobierno eficientista, a quien lo que menos le interesa es la educación.
En contraparte se trata de abrir el mercado a todas las universidades del país, surgirán institutos o facultades de magisterio y las universidades ingresarán de manera relativamente fácil a un mercado que les fue vetado por largos años. Pronto la formación de los nuevos docentes se podrá cursar en todas las instituciones de educación superior, la aspiración es elegir a los mejores vía las reglas perversas de un concurso de oposición cuya esquema es una especia de darwinismo social, todos podrán aspirar a una plaza de docente pero se elegirán a los “mejores”.
Con estos cambios, es obvio que se modificará el tejido institucional de lo que ha sido definido como la profesión de docente, de maestro de escuela, de educador y educadora. Los nuevos sujetos serán señoritos y señoritas bien vestidos surgidos de familias de clase media, cuyos antecedentes sociales están definidos por la comodidad, el confort. Los viejos docentes proveníamos de sectores sociales desfavorecidos, la pobreza dinamizaba las ganas de formarse, de instruirse y de comprometerse con los seres humanos iguales a los de nuestro origen. Desde hace tiempo Alberto Arnaut ha venido documentado, de manera magistral, la historia de la profesión en las diversas oportunidades que ha tenido y que culminó de maneras hermosa en el XIII Congreso Nacional de Investigación Educativa celebrado en Chihuahua en 2015.
Los edificios de las escuelas Normales se están tornando en elefantes blancos, olvidados y descuidados, no le interesan a casi nadie, incluso ni a las propias comunidades de trabajadores que ahí se han incorporado.
El escenario es impredecible, lo que está en juego es la sociología que define a la profesión y no es verdad (como afirma el principal líder del SNTE y cómplice de este deterioro) que con estas medidas se reforzará la profesionalización docente. Lo más seguro es que la profesión ha cambiado y que el futuro es muy incierto como incierta es la realidad actual dentro de la cual vivimos.

*Doctora en educación y consultora independiente. [email protected]

Comentarios
  • Leopoldo Juárez

    Documento para el debate normalista.

  • Jesús Caballero

    ¿está vigente la general de profesiones que atribuye la educación primaria a los profesores normalistas?

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