La verdad neta y los líderes

 In Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

 

Puede tratarse de algo que nos contó nuestra maestra de matemáticas, o nuestra instructora de educación física, o el sacerdote del barrio, o la mejor cocinera de nuestros recorridos, o nuestra amiga más prestigiada. En muchos casos, se trata de algo que declara alguien con mayor alcance espacial: alguien dedicado a la política en nuestra ciudad, nuestro estado o en nuestro país. Hay veces que se trata de algo declarado por alguien de fama internacional y cuyo idioma ni siquiera hablamos, pero le creemos al mensaje traducido que nos llega. Confiamos en que “esa verdad” es neta, es decir, sin añadiduras ni florituras que aumenten su volumen o lucimiento. Los líderes que la pronuncian quizá ni siquiera lo saben, pero se esfuerzan porque sea así: nosotros confiamos en que no afirman a la ligera y que sus declaraciones son verdaderas y en que, si prometen algo, es porque lo cumplirán en el plazo estipulado.

“‘Lo verdadero’, para expresarlo brevemente, es sólo una conveniencia en nuestro pensamiento; así como ‘lo correcto’ es sólo una conveniencia en nuestro comportamiento”, escribió William James (1824-1910) al explicar la concepción de la verdad del pragmatismo. “Lo ‘absolutamente verdadero’ (…) es aquel ideal hacia el cual convergen algún día todas nuestras verdades temporales (…) mientras tanto, hoy tenemos que vivir con la verdad que podemos obtener hoy y estar preparados para mañana llamarla falsedad”. El razonamiento es que distintos sistemas que los humanos consideraban verdaderos han resultado limitados y aunque en algún momento ERAN verdad, puede llegar un momento en que ya no lo son. El problema para James es epistemológico (acerca de la posibilidad de conocer) y a la vez es práctico (cómo esas maneras de concebir el mundo nos sirven para actuar).

La teoría de la verdad de William James viene mucho al caso para las afirmaciones de los líderes, en especial en política, aunque igual podría aplicarse para lo que diagnostica o promete nuestro mecánico de confianza, o nuestra arquitecta más sagaz, o el plomero más cercano: esos personajes pueden afirmar cosas “verdaderas” que acaban por resultar falsas con el tiempo. En especial si son formuladas como promesas.

También asociada con el pragmatismo de Charles Sanders Peirce (1839-1914), como lo estuvo la visión de James, Umberto Eco (1932-2016) parte de la visión de la relatividad de la verdad para analizar en su artículo “Lying strategies” (En el libro ON SIGNS editado por Marshall Blonsky, 1985) compara las estrategias del cardenal italiano Mazarino en Francia para “simular un ser” (con éxito) y las del expresidente estadounidense Nixon que intentó justificar su actuar en un discurso de 1973 ante la opinión pública, sin lograrlo. La teoría de los signos y la teoría pragmatista de la verdad tienen complejas implicaciones que no trataré aquí, pero me interesa señalar su existencia para mostrar que las “verdades” que los humanos declaramos en el aula, en el ágora, en la alcoba, en el altar, en las sillas de los poderosos, en los micrófonos o en el papel, son percibidas de formas diferentes al asociarse con los prestigios o desprestigios de quienes las emiten (https://www.youtube.com/watch?v=qq83ksuIFkQ).

Para algunos, como Paul Feyerabend, ni siquiera hay un solo camino para llegar a la verdad, lo que complica aún más la relación con afirmaciones en un mundo en el que no existe la verdad absoluta. Como explica Gabriel Carpintero Román. 2010. En UNA TEORÍA ANARQUISTA DEL CONOCIMIENTO (Claridades. Revista de filosofía 2; 2010) en torno a la obra de Paul K. Feyerabend (1924-1994) Against Method: (https://monoskop.org/images/7/7e/Feyerabend_Paul_Against_Method.pdf), a cincuenta años del libro de Feyerabend, Carpintero afirma que “dentro del ámbito general de las teorías sobre la verdad”, destaca que:

 

  • El anarquismo epistemológico rechaza la existencia de un método que nos permita acceder a la verdad; en concreto la verdad entendida como conocimiento científico;
  • Es una crítica dirigida a aquellos pensadores que han considerado la ciencia como el único modo de conocimiento verdadero, principalmente Popper y el positivismo lógico;
  • Es una superación de la concepción tradicional de la verdad como adecuación entre mundo y mente, hacia otras versiones del concepto de verdad de carácter hermeneútico o narrativo, como el arte o el mito.

 

En buena medida, estas concepciones resaltan que entre los científicos y filósofos suele darse una “sobrevaloración de la razón” y específicamente el anarquismo epistemológico resalta “la insuficiencia de la razón y el objetivismo, el rechazo de las visiones totalizadoras y el reconocimiento de la ambigüedad subyacente en toda cuestión, la defensa de la pluralidad y el relativismo, y la propuesta de sustituir los métodos, rigurosos y concretos, por estrategias abiertas más próximas a los mecanismos que operan en el arte (…) John Preston expresa esta misma idea de forma distinta al señalar que las ideas de Feyerabend promovían el paso de la epistemología normativa a la epistemología descriptiva. La diferencia principal entre epistemología normativa y descriptiva es que la primera es a priori, establece racionalmente y antes de cualquier experiencia cómo debe ser el conocimiento científico, imponiendo la norma de lo que es ciencia; frente a la epistemología descriptiva, que es a posteriori. Una vez que se ha decidido, aceptado o pactado tácita o explícitamente que un conocimiento es científico, se estudian las peculiaridades de su caso, aunque ya no necesariamente en busca de criterios universales para establecer lo que es o no científico.

Esta larga cita y referencias a estas visiones que cuestionan la verdad me sirve de contexto para plantear muy brevemente que no es la razón ni las evidencias lo que nos hacen creer en la verdad expresada por los líderes de opinión o los líderes políticos. Si lo dice esta figura QUE YO CONSIDERO UNA AUTORIDAD, entonces es verdad. De tal modo, nos hemos encontrado en tiempos recientes con seguidores de líderes a los que simplemente se les cree o de cuyas afirmaciones se desconfía por completo. Quiero mencionar tres ejemplos concretos: el actual presidente de la República Mexicana, el actual presidente de Venezuela y el actual candidato a la presidencia de Estados Unidos. En agosto de 2024 nos encontramos en situaciones de confrontación interna entre distintos sectores de las sociedades mexicana, venezolana y estadounidense. Desde dentro y desde fuera de sus países, sea como nacionales de esos países, sea como analistas, las declaraciones y las acciones de López Obrador, de Nicolás Maduro y de Donald Trump han sido calificadas como radicalmente verdades o como descaradas mentiras. Muchos de nosotros nos hemos sorprendido de una de estas opciones: 1) que haya opositores o 2) que haya partidarios de estos tres personajes. Para muchos, resulta inconcebible que esos líderes no hablen con la verdad; mientras que muchos otros estamos de acuerdo en que son capaces de mentir hasta sin hablar. Lo que plantean estos tres casos es la pregunta: ¿debemos o podemos esperar que los líderes declaren la verdad? ¿O deseamos que nos mientan más para ser felices? Como declaró AMLO, “una mentira piadosa” (https://www.youtube.com/watch?v=w3OK01SJhQ0) se permite a los líderes con tal de que sirva después “al pueblo”.

Como se afirma en esta serie de artículos, la estrategia de mentir de parte de los líderes no sólo tiene que ver con “salvarse”, como en el caso de Richard Niño que analiza Umberto Eco, sino también crear un ecosistema para “servirse” largamente (https://pa360.medium.com/seven-subtle-strategies-of-lying-leaders-ce85eccee416). Por otra parte, (https://pa360.medium.com/six-reasons-why-people-gravitate-towards-lying-leaders-74013b958289): los líderes te dicen lo que quieres oír y crean su propia realidad, para la que los individuos se convierten en cámaras de eco que está habitadas por quienes desean transmitir los mensajes que los receptores desean que les den, de tal modo que los seguidores ya no distinguen los hechos de la ficción, lo correcto de lo incorrecto; dicho además de forma convincente (https://pa360.medium.com/six-fatal-character-flaws-of-lying-leaders-e4f5c16bedff). Así, la autojustificación sirve como habilidad para la supervivencia de líderes que harán todo por justificar el haberse beneficiado con la credulidad de sus seguidores.

Desde mi perspectiva, tanto AMLO como Maduro y Trump, han sido capaces de mentir desde la presidencia y aun desde antes: sus promesas para llegar al poder y para conservar en el poder a alguien que prolongue su proyecto político. Los ejemplos que encontramos son legión, pero quiere referirme a unos pocos aquí:

 

  1. Maduro declara que un pajarito expresó el apoyo de Hugo Chávez para que él mismo fuera candidato en 2013 y luego en 2014: «Les voy a confesar que por ahí se me acercó un pajarito, otra vez se me acercó y me dijo (…) que el comandante (Chávez) estaba feliz y lleno de amor de la lealtad de su pueblo (…) debe de estar orgulloso», dijo Maduro (https://www.abc.es/internacional/20140728/abci-pajarito-chavez-maduro-feliz-201407282249.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.abc.es%2Finternacional%2F20140728%2Fabci-pajarito-chavez-maduro-feliz-201407282249.html; https://www.elmundo.es/america/2013/04/02/venezuela/1364921779.html; https://www.youtube.com/watch?v=qv5dAqSS0XU);
  2. AMLO promete que las gasolinas deberían tener el precio que tienen en Estados Unidos por el mismo volumen: 10 pesos por litro de gasolina (https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/alejo-sanchez-cano/2024/08/05/por-una-gasolina-a-10-pesos-por-litro/) y posteriormente afirma que la refinería de Dos Bocas “ya está funcionando” (https://youtu.be/ZpUaBaOChW8?si=WoZy3KABljrRjNOi);
  3. Trump dice que los inmigrantes son “bad hombres” pero también que el dinero de su campaña no se excedió de los límites. Pero luego alguien intenta rastrear diez millones de dólares que provenían del gobierno egipcio (https://youtu.be/sFMrygQa8U8?si=Jsat6oRAV7fiGUT-).

 

La moraleja para los tres personajes de la política es bastante similar a la del pastorcito que clamaba que lo atacaba el lobo. Después de tantas falsedades, la gente ya no les creería…

O seguramente sí, pues hay quienes siguen creyendo que AMLO no sólo cumplirá, sino que YA CUMPLIÓ sus promesas, que Maduro podría ganar, sino que YA GANÓ las elecciones; que Trump podría controlar la inmigración irregular, sino que su régimen fue mejor que el actual o los que vendrán. Los tres personajes se creen -y quieren que la gente crea- que su beneficio personal es un beneficio para sus gobernados del pasado, de la actualidad y del futuro.

En todo caso, una lección que se deriva de estas “verdades” de los líderes es que resulta “práctico” creer en las promesas de los políticos. Especialmente si disimular o reforzar sus falsedades te da un sueldo y un puesto. Hay quienes se sienten aludidos e iniciados en una interpretación de las palabras como un guiño: digo esto y tú debes entender esto otro en cuanto a lo que haré, lo que sucederá o lo que te pido que hagas. Así han sido las declaraciones del 6 de enero de 2020 para Trump, los abrazos para el sexenio de AMLO, las acusaciones de Maduro acerca del conflicto postelectoral de Venezuela. Desde sus ubicaciones de poder, descalifican como “FAKE NEWS” lo negativo que se diga de ellos, por lo que conservan una audiencia que les cree sus versiones de la realidad. Si viniera de sus bocas, habrá quienes les creerán que el planeta es plano, que es el centro del universo y que es por culpa de pasados regímenes que sus pueblos no sean tan prósperos como los vecinos.

No sólo en estos tres casos, sino en otras visiones de personas como autoridades dotadas de “la verdad” absoluta, mucha gente acepta versiones que no pasarían la prueba en caso de que se exijan evidencias como las infames actas de la votación de julio 2024 en Venezuela, los precios actuales de los combustibles en comparación con los de 2018, o las acciones de los inmigrantes en la vida cotidiana. Éstos y otros líderes remiten a otras autoridades. El caso de Maduro es sintomático. En su afán de “quiero que creas; creo que tú crees”, Maduro “repite” lo que declaró la autoridad electoral; y “remite” a que lo diga el tribunal de justicia: “Maduro ganó, porque lo dicen las actas del CNE” (y ofrece que es algo reiterará el Tribunal Superior de Justicia), órganos que en realidad repiten un úkase de Maduro: “digan ustedes que yo gané, para yo declarar que repito una verdad expresada por quienes funcionan de mis voceros”. De tal modo, Nicolás Maduro, como representación encarnada del “chavismo” ¿es un movimiento revolucionario veraz? Muchas personas que se consideran “de izquierda” están dispuestas a creer en la legitimidad de las elecciones en Venezuela porque consideran que la opción “de derecha” sería peor. Como señala Eco al tratar la semiótica de la representación teatral: es mentira “piadosa”, pero los líderes actúan como si fuera verdad y tuvieran las pruebas (actas, documentos, videos) u otras evidencias (https://mercaba.org/SANLUIS/Filosofia/autores/Contemporánea/Eco/Semiotics%20of%20Theatrical%20Performance.pdf).

Por otra parte, quienes se cambian de una opción política a otra, lo que solemos llamar “Chapulineo” denota que ya no se tiene lealtad a las doctrinas partidistas, aunque se declara que el partido “traicionó” sus principios y no que el político que chapulinea vea mayor beneficios al ser postulado por otro partido. Por ejemplo (https://youtu.be/zK0hlUS3MCA?si=Uuc3NNv85ltwvXxe).

En todo caso, la lección que nos deja la “relatividad” de la verdad de los líderes pasados, actuales y futuros, es que debemos encontrar más fuentes de información y no quedarnos tan sólo con lo que afirman o prometen los personajes que consideramos como “autoridades”. Por cierto, para saber que te están mintiendo: (https://www.gq.com.mx/cuidado-personal/articulo/como-saber-si-alguien-te-esta-mintiendo-psicologos-dicen).

 

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com

Comments
  • Alicia González Romero

    Ante la diversidad de información, y el hartazgo de la población. Los líderes optan por poner en marcha la falacia de autoridad. Después de todo, los imaginarios son la opción más compatible con nuestra realidad .

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