La universidad hoy (trazos iniciales)
Carlos Arturo Espadas Interián*
Las universidades tienen como papel ser la punta de lanza para las transformaciones sociales, por ello es fundamental que su dinámica esté constituida a partir de la diversidad de pensamiento, posturas e intencionalidades. Esa diversidad debe ser estructurada a partir del encuentro en donde no hay posibilidad de encuentro, es decir, en donde las teorías son excluyentes y contradictorias y a partir de esas mismas contradicciones se convive, coexiste, construye, dialoga y trabaja.
Sin esta dinámica de construcción desde la diversidad, le falta algo a las universidades y eso que les falta consiste en la posibilidad de construir paradigmas alternativos que guíen el actuar de la vida intelectual de los países, el desarrollo tecnológico, político, cultural y demás no sólo de su entorno, sino del país en donde se encuentra inscrita.
Actualmente, el vínculo existente entre las universidades, la investigación y la producción se fortalece cada vez más y es por medio de ese fortalecimiento que se propicia una universidad diferente, ya no de élite con respecto a los problemas del país, sino directamente involucrada, es decir, cada vez más se demanda de la universidad que sea transformadora de los entornos en donde actúa; así el saber y el hacer se imbrican fuertemente para dar lugar a una universidad de acciones fundamentadas.
En este momento crucial, en donde el modelo económico demanda un tipo específico de universidades, se puede aprovechar para reconstituir esa demanda a su interior para generar modelos relacionales nuevos, ya no solo con la sociedad, sino también con el medio productivo. Si bien, la economía del conocimiento es clara con respecto a lo que le exige a las universidades, también es cierto que las segundas no pueden constreñirse a las demandas de la primera. Es necesario repensar y redimensionar esas exigencias para dar paso en las universidades a una praxis real, concreta y dinámica, que interactuará en distintos campos: en el económico, educativo, intelectual sí, pero también en el político, social y cultural.
Para que la universidad desempeñe este papel fundamental no puede estar circunscrita a las posibilidades presupuestales de los gobiernos, debe buscar el financiamiento desde otras fuentes y tanto por lo económico como por el papel político, social y cultural que tienen actualmente se debe defender la autonomía universitaria en su sentido más amplio.
En una época en donde la autonomía universitaria se ve socavada por procesos aparentemente muy neutrales, como certificaciones, acreditaciones y su consecuente financiamiento vinculado a estos, es necesario repensar estrategias de defensa de esa autonomía universitaria que es el pilar fundamental para que una universidad sea concebida como tal.
Otro elemento crucial es la formación intelectual, la solidez intelectual que implica una formación en su sentido más amplio: política, sociológica, histórica, cultural, humana y demás y, que desde esa plataforma posibilitan la autodeterminación de la vida universitaria, tanto al interior como al exterior de la misma; pues es ahí, en el exterior en donde se construye la universidad auténtica, en la relación con la sociedad, sin estos nexos de realidad la universidad está condenada a ser una escuelita más que distará mucho del papel histórico que se le ha encomendado.
*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. [email protected]