La última frontera

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

Formar estudiantes requiere trabajar dimensiones que resultan importantes para lograr desarrollar personas, ciudadanos y seres humanos plenos e íntegros. Esa formación se realiza actualmente en distintos espacios y ambientes organizados desde los diseños curriculares y donde intervienen empresas, centros culturales, museos, galerías… sólo por mencionar algunos.
Las escuelas se han convertido en la última barrera entre la animalidad y la civilización. Otorgándoles un papel fundamental en las sociedades donde no existen o se han deformado las estructuras sociales formativas, tales como la familia, la Iglesia y demás.
La dinámica actual es producto de la crisis generada por parámetros de referencia que están socavando las estructuras “tradicionales” y, ante ellas, colocan estructuras completamente “desestructuradas”, donde todo se vale y todo se permite, siempre y cuando se disfrace de valores y principios enmarcados dentro de esos procesos desestructurantes del “viejo orden”.
Este proceso de desestructuración bien diseñado, avanza a ritmos diferenciados a nivel planetario, de forma que se pueden tener parámetros aproximativos de los problemas a enfrentar a “futuro” en aquellos países rezagados, es decir, algunos han vivido lo que otros apenas vivirán.
Lo que se ve en el mundo es el hecho que los sistemas educativos en su operación concreta, con sus interacciones con las otras estructuras sociales, culturales, económicas, productivas y demás, se encuentran con escenarios y situaciones concretas que ponen en riesgo a todo el sistema: actores y lógicas, entre otros.
Reflejo de la crisis al interior del sistema educativo, se ha comenzado a visualizar dentro de las campañas en algunos países europeos, donde algunas de las propuestas para el sector educativo se focalizan en la protección del magisterio ante los estudiantes y padres de familia.
Es decir, el deterioro de la figura del magisterio, escuela y sistemas educativos, por mencionar algunos, es tal, que se requieren medidas de contención hacia las agresiones que el profesorado vive día a día en esas escuelas.
La escuela es uno de los lugares donde se visibilizan los impactos de estas “nuevas” lógicas, lo preocupante es lo que no se ve claramente, aquello que es sutilmente aplastante pero que cuesta trabajo observarlo.
Las escuelas son la última frontera ante el caos. Defenderla es posible, pero se tiene que tomar conciencia de lo que está sucediendo, identificar que los mecanismos de liberación que nos han vendido no liberan, aprisionan con cadenas de aparente igualdad, fraternidad y libertad; palabras que cambian en su significado dependiendo el momento y la conveniencia.

*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. [email protected]

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