La profesionalización docente y el posgrado en educación en el estado de Jalisco
Andrea Ramírez Barajas*
He decidido un título escueto con la intención de ser clara en lo que pretende decir en esta ocasión. Para ello reconozco que recientemente se acaba de iniciar un debate, un interesante debate acerca del presente y el futuro del posgrado en educación de Jalisco. Ya mis colegas Jaime Navarro, Miguel Ángel Pérez y Carlos García, han aportando elementos en torno a esto.
En un primer momento se pensó el desarrollo del posgrado, con la intención de cumplir con tres objetivos básicos:
a) Mejorar el desempeño y la calidad educativa de los sujetos (sobre todo docentes frente a grupo) que estudiaban una opción, a partir de hacer evidente en la práctica diaria lo que se aprendía y debiera aprenderse en las aulas de los centros de posgrado.
b) Introducir la investigación y la formación metodológica en el posgrado. Se trataba de acercarse a formar investigadores educativos, que respondieran a las demandas y necesidades educativas y que fueran receptivos de la agenda pública en educación de lo que debiera ser investigado. En esto el COMIE ha jugado un papel muy importante en cuanto a la construcción y delimitación, en cuanto áreas, líneas y temáticas de investigación así como campos disciplinares para su estudio. En este sentido ha sido muy claro el desarrollo de ciertas áreas de investigación, el desarrollo de teorías y la fortaleza en algunas metodologías sobre todo aquellas ligadas con el llamado paradigma cualitativo, o más delante con el enfoque mixto en investigación.
c) Cumplir con los propósitos y objetivos de la política pública en educación, a partir de garantizar una mayor y mejor movilidad del magisterio.
Hoy, a 28 años de distancia del inicio del posgrado en educación en el estado de Jalisco, tenemos nuevas preguntas que no era posible responderlas en su origen. Preguntas como: ¿en qué ha mejorado el desempeño de los profesionales de la educación que han egresado de la oferta de los posgrados en educación de nuestro estado?, ¿qué tan apegados estamos a lo que recomiendan los lineamientos de los posgrados de calidad y de las recomendaciones de los organismos internacionales?, ¿ha sido el posgrado en educación un acierto en el desarrollo educativo de la localidad?, entre otros cuestionamientos.
Lo que en este momento si es posible reconocer son los siguientes elementos:
-Dispersión y aislamiento de las diversas modalidades de posgrado en educación en el estado. Mientras que unos posgrados están centrados en el análisis de la práctica, otros en el manejo de metodológicas y teorías y unos más, en la vinculación con las directrices de la reforma, lo cierto es que, ninguno ha cumplido con sus propósitos que explícitamente tienen definidos.
-Hasta donde conozco, que no es mucho, ningún programa ha establecido un compromiso de seguimiento de egresados. Las instituciones que ofertan posgrados no saben que ha pasado a la distancia con sus egresados, ¿han mejorado su estatus profesional, son mejores en su desempeño docente y académico? No tenemos elementos para establecer afirmaciones en ese sentido.
-Existen instituciones educativas (UPN, CIPS, ISIDM y programas educativos como MEIPE y MICE), muchas de ellas se crearon a capricho de funcionarios educativos o por modas académicas. Sólo la UPN es la única institución que ha hecho (aún incompletos) diagnósticos y estudios de factibilidad para justificar la apertura y desarrollo de sus programas académicos.
-La dra. Ma. Guadalupe Moreno Bayardo inauguró una veta desde la UdeG, en el estudio de la formación para la investigación, dicha veta estuvo centrada no tanto en el impacto del posgrado sino en las dificultades de los formadores. Y la dra. Lya Esther Sañudo ha generado para la entidad fortalezas en cuanto al campo de la investigación de la investigación educativa.
-Arropada por la coyuntura y descuido de las autoridades del nivel superior en la SEJ se dio un desordenado boom de instituciones “patito” que crearon y ofertaron diversas opciones de posgrado. Su mérito es que lo ofrecieron en zonas apartadas de la entidad. Su demérito es que priorizaron el negocio, el pago era caro y el servicio malo. Esta opción también tiende a desaparecer.
Con todo lo anterior se justifica una “vuelta de tuerca” a la organización y condiciones de operación del posgrado en educación que oferta la SEJ, en mi opinión modesta y siempre desautorizada, habría que preguntarle a los académicos y a las instituciones que han acumulado una experiencia (buena o mala) qué cambios necesita el posgrado en Jalisco para continuar con esa doble veta de profesionalización y de formación de investigadores educativos especializados. Después de ello habría que crear una estructura académica con visión estratégica y alejada (muy alejada diría yo) de los sesgos y de los intereses políticos del binomio SEJ/SNTE.
El nuevo desafío de este asunto es resolver cómo contribuir a la mejora de la educación en Jalisco, y la pregunta de investigación que habría que responder sería ¿qué tanto cambia el desempeño docente y para qué sirven las habilidades investigativas de los sujetos que estudian un posgrado en educación? Hoy tenemos diversas respuestas que habría que articular y sistematizar.
El posgrado (contra todo lo que diga el secretario Ayón sin dar más justificaciones que el clásico porque sí) debiera seguir porque forma e intelectualiza y, además, formatea el pensamiento crítico y reflexivo de los sujetos, pero sin grillas ni clientelismos. La tarea está definida ahora, ¿quién le pone el cascabel al gato?
*Doctora en educación y consultora independiente. [email protected]
Así es, el posgrado debe seguir!!!
¿Que aprenden los estudiantes que logran entrar y permanecer en el posgrado?
¿Para qué les ha servido o sirve el posgrado? si al final, la gran mayoría permanece neutral en las decisiones de las políticas educativas…
Aun así, el posgrado debe seguir, además debería reforzar el pensamiento crítico, sin caer en el escepticismo…