La policía metodológica

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Fue David, participante en un taller de titulación, quien propuso la expresión que da título a este texto. Con ella, sintetizó la preocupación respecto a si los protocolos propuestos ante el comité de titulación serían cuestionados respecto a la ortodoxia de las estrategias de recopilación y análisis de información. ¿Acaso los académicos que constituyen ese comité rechazarán las propuestas de trabajos de titulación que no sigan las reglas establecidas, aprobadas y sancionadas por los expertos consagrados de la disciplina?
La noción de una policía metodológica que vigila que los académicos sigan determinadas reglas para la investigación, el análisis de datos y el reporte de sus hallazgos y análisis se asemeja a la “policía de la moral” que causó la muerte de Mahsa Amini en Irán en septiembre de 2022, además del concepto propuesto por Michel Foucault (1926-1984) de una “policía sexual”. Mientras que la policía sexual se encargaría de vigilar que los individuos no cayeran en prácticas sexuales inmorales o indebidas en el lecho o fuera de él, la policía moral se asegura de que las mujeres sigan las reglas de vestimenta musulmana en los territorios de Irán. De manera paralela, la idea de una policía metodológica puede interpretarse como una agencia encargada de vigilar que los académicos se ajusten a las prácticas sancionadas por las ortodoxias de las disciplinas: cómo recopilar información, cómo analizar, cómo reportar, cómo citar fuentes, además de cuáles serían los informantes más adecuados o pertinentes para hablar con “autoridad” sobre determinados temas.
De manera paralela a la distinción que hace el intelectual francés entre ARS EROTICA y CIENCIA SEXUALIS, podemos tomar los comentarios de otras dos participantes en ese taller. Por una parte, Andrea señalaba con alegría el descubrir que los reportes de investigación no se escriben por orden ni se comienzan a redactar hasta que se cuenta con toda la información. Este ir y venir en la construcción de un argumento y en el análisis de información que se recoge lenta y a veces incluye contradicciones, podríamos considéralo parte de un ARTE DE LA PESQUISA. Por su parte, Fátima mostró cómo su bolsa cotidiana respondía a un orden que a ella le asegura acceder a cada uno de los objetos que necesitará a lo largo del día y, argumentó, es como ella concibe la investigación: como una CIENCIA de la investigación que se asocia a procedimientos probados y establecidos en secuencias fijas. Primero se revisa la literatura, luego se sale a investigar en campo, y luego se tiene toda la información posible, para luego redactar el reporte definitivo.
Ya sabemos que Michel Foucault se equivocó en sus apreciaciones escritas para un periódico italiano (Il Corriere de la Sera, publicadas póstumamente en francés en 1994) respecto a la revolución iraní de fines de los setenta; así como en su defensa de Roger Knobelpiess (cuya re-aprehensión le valió a Foucault que se burlaran de él diciendo que había ganado el “premio Knobel”), al caer en algunos de los errores que él señala en su texto “¿Qué es un autor?” (Aquí: http://23118.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/musicoterapia/informacion_adicional/311_escuelas_psicologicas/docs/Foucault_Que_autor.pdf), específicamente, al dejar de lado algunos de los hechos de la revolución iraní o de la vida del ladrón Knobelpiess para presentarlos como parte de una trayectoria relativamente inferiores. En todo caso, vale la pena reconocer que, en el debate que actualizan estos estudiantes en la discusión de sus protocolos y procesos de investigación para titularse de una licenciatura, está implícito el reconocimiento de una constante tensión entre una SCIENTIA (o quizá, incluso, una técnica) y una ARS. Entre un rigor metodológico con secuencias establecidas y la creatividad de quienes buscan y analizan información en constante flujo.
De tal modo, la policía metodológica impondría a los estudiantes y a los estudiosos una secuencia “ortodoxa” para la realización de los procesos de investigación. Además, cada uno de los investigadores comenzaría a preocuparse por lograr determinada coherencia entre lo escrito en esa primera tesis de grado y lo que escribiera después, fueran otras tesis de posgrado o de otras disciplinas, para conservar un determinado nivel de análisis y un prestigio de “autor”.
De algún modo, David tiene razón al aplicar el concepto pues habrá requerimientos (mínimos, quizá) para el rigor necesario que debe mostrar un texto para la titulación de una licenciatura; mientras que también habrá cierto aprecio entre los miembros del comité de titulación que autorizará el protocolo y entre los sinodales que atestiguarán la defensa del documento, ante la creatividad en las estrategias de recopilación y análisis de la información. Se colarán pasajes en el texto que la policía metodológica no ha regulado todavía y que mostrarán la posibilidad de encontrar aristas de análisis y de asociar otras variables con las consideradas las “pertinentes” en determinados fenómenos. Habrá que reconocer, como ha señalado Thomas Kuhn (1922-1996) que la ciencia avanza a brincos y retrocesos, en una perspectiva “rupturista” que contrasta con la visión de otros autores como Karl Popper (1902-1994) que propone que el conocimiento científico avanza de forma continuista y acumulativa.
Lo que muestra esta discusión en un taller específico para ayudar en el avance de los trabajos de titulación, es que la tarea de la investigación académica implica siempre la necesidad de plantear preguntas epistemológicas (¿es posible el conocimiento?) y metodológicas (¿cómo lograr el conocimiento en caso de que la respuesta a la pregunta anterior sea afirmativa?). La tensión entre artes, técnica, ciencia, verdad, dogma y la vigilancia de lo que han de lograr los novatos, en contraste con los iniciados y los consagrados (casi siempre, autores de los que se expurgan los textos de menor nivel) seguirá vigente en la formación de los estudiantes y los estudiosos. Habremos de reconocer que el espíritu científico suele oponerse a un espíritu dogmático del que, al menos en teoría, no siempre en la práctica, se podría nombra una “policía” que vigile que se hagan las cosas como marca determinada tradición.
En esa tensión se ven sumergidos los estudiantes de casi todas las disciplinas, en especial cuando comienzan a plantear sus trabajos de titulación: ¿seguir la tradición o cuestionarla? ¿Actuar como hicieron los ancestros o plantear nuevas formas de conseguir información, analizarla y reportar los hallazgos? Sobre esa constante tensión comentaba ya Guillermo de Baskerville, el personaje de la novela El nombre de la Rosa (1980) de Umberto Eco (1932-2016), cuando comenta (cito de memoria): “si ya supiera las respuestas a todo, enseñaría teología en la Sorbona, en vez de hacer investigación en el mundo real”.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del departamento de sociología. Universidad de Guadalajara. [email protected]

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