La participación de la familia en la escuela
Enric Prats*
Recientemente se ha dado a conocer un interesante estudio, promovido por el Consejo Escolar del Estado español, acerca de la participación de las familias en la educación escolar”, que se puede descargar en la siguiente URL: http://www.mecd.gob.es/dctm/cee/publicaciones/estudioparticipacion/estudioparticipacion.pdf?documentId=0901e72b81b45e35
En éste se ofrecen numerosas reflexiones y estudios acerca de este importante aspecto de la educación, que no tiene una salida única. Partiendo de un marco conceptual bien documentado, y de un estudio de las políticas comparadas en el ámbito europeo, el estudio ofrece evidencias de la necesidad de incrementar la implicación de padres y madres tanto en la educación de sus hijos como en el desarrollo de su escolarización. Un aspecto importante en este asunto es la participación de las familias en la gestión o gobernanza de los centros educativos, algo que siempre genera polémica.
Para empezar, no podemos confundir los conceptos de implicación en la educación escolar de los hijos con el de participación en la gobernanza de la escuela. El primero es una tarea ineludible de padres y madres, puesto que forma parte de la educación general, y nunca al revés (la educación en casa no es una extensión de la educación escolar). Significa dar apoyo desde casa al desarrollo educacional en los términos que la institución escolar establezca, que suelen ser de acogimiento positivo en casa, de acompañamiento en tareas escolares, de congruencia con lo que viene de la escuela (para evitar situaciones conflictivas), etcétera.
Pero el segundo va más allá de eso. La participación de padres y madres en los mecanismos y órganos de gestión de la escuela no es un tema menor. En un contexto democrático, parece que ese derecho viene a colisionar con la relación de desigualdad que significa el acto educativo, donde es complicado situar al mismo nivel profesorado, alumnado y familia, donde el primero, por su formación y función, guarda una relación más directa con la gestión de su tarea. En realidad, la capacidad de la familias por intervenir en los asuntos de escuela se ve dificultada por la creciente complejidad de los actos educativos y de todo lo que implican, pero también por una actitud de desconfianza del profesorado por la presencia de familias en la toma de decisiones escolares, tanto las curriculares como las organizativas o las relativas a la gestión del personal docente y no docente.
En realidad, padres y madres ya juzgan diariamente la tarea del docente, lo cual es una manera de participar e implicarse, pero más como “consumidores” que están ejerciendo su derecho a opinar sobre el producto adquirido. Esta visión comercial no es la más adecuada para lo educativo, en efecto, porque la alternativa a ello, las familias como miembros de la escuela que deben intervenir en su gestión, presenta muchas dudas en el sector profesional.
Lo que muestra el estudio es que la participación en las decisiones tiene mucho que ver con el alcance y la importancia de esas decisiones: no es lo mismo opinar y decidir sobre el color de las paredes de la escuela o la música que pondremos en la fiesta, que dirimir sobre el reclutamiento de los maestros o la selección de los contenidos educativos.
La normativa española, desde la aprobación de la nueva ley de 2014 (LOMCE), ha restado atribuciones a los consejos escolares, los órganos de participación de las familias, que pasan a ser objetos decorativos en las escuelas. Todo lo contrario de lo que practican los colegas europeos, donde la autonomía de las escuelas tiene un aliado fundamental en la participación de padres y madres en la toma de decisiones importantes, y no ornamentales.
*Profesor de Pedagogía Internacional, Universidad de Barcelona. [email protected]