La mujer ¿vaso frágil?

 In Yolanda Feria Cuevas

Yolanda Feria Cuevas*

En la cultura occidental, la influencia de la filosofía aristotélica y la imagen judía de la mujer, tradicionalmente colocan al género femenino subordinado al masculino. Seguramente la elaboración de esa postura responde a la necesidad de legitimar esa discriminación. Sin embargo, a lo largo de la historia encontramos mujeres con una gran influencia cultural y política como Aspasia, maestra de retórica y logografía y gran influyente en Atenas durante el Siglo de Pericles, Safo, poetisa griega incluida en la lista de los nueve poetas líricos, Hipatía, filósofa y maestra neoplatónica que destacó en matemáticas y astronomía, fue miembro y dirigente de la Escuela neoplatónica de Alejandría a principios del siglo V. Asimismo, durante los siglos VII y VIII hubo muchos monasterios dirigidos por abadesas con gran influencia en la actividad pública.
Un cambio importante ocurre durante el Renacimiento, periodo en el que florece la civilización, en donde los hombres resultan favorecidos y relegan a las mujeres a actividades hogareñas y de entretenimiento, mientras que la Reforma eclesiástica las coloca en situación de madres y esposas. Posteriormente, desde el siglo XIV y hasta el XVII, se desata una persecución sanguinaria contra las mujeres con cierta independencia y que estaban interesadas en el aprendizaje y el conocimiento. Con Descartes y su principio racional como fundamento de la subjetividad humana, la mujer es concebida como algo que tiene que ser controlado y dominado. Aunque Kant promueve el sentido de emancipación y liberación intelectual y moral, la mujer queda limitada al ámbito doméstico, estas ideas influyen en Rousseau quien sostuvo que las mujeres fueron creadas para dar placer a los hombres a quienes tenían que obedecer y no pensar por sí mismas, Mary Wollstonecraft en respuesta, exige la misma educación para mujeres y hombres.
En el siglo XIX y hasta mediados del siglo XX se desarrolla la educación de las masas, así ésta deja de ser un privilegio de la élite aristocrática popularizándose y ofreciendo nuevas oportunidades para las mujeres. Sin embargo, esta conquista no favoreció del todo al género femenino, en el mundo científico encontramos varios rasgos de misoginia. Darwin planteó que, como parte del proceso evolutivo, existía una inmadurez intelectual de las mujeres con respecto a los hombres, Freud en su teoría psiconalítica se enfoca en la sexualidad masculina más que en la femenina y los psicólogos Edward Thomdike y Raymond Cattell hablaban de la mediocridad del sexo femenino.
Modificar las condiciones de vida de las mujeres y los hombres es una acción intencionada que debe realizarse sistemáticamente en diferentes ámbitos. Los escenarios educativos, debido a su dinámica relacional, son espacios que contribuyen a la formación de identidad, roles de género y construcción de significados desde el encuentro entre lo individual y la alteridad. Reconsideremos las aulas como un espacio idóneo para este proceso.

*Profesora-investigadora del Cucba de la UdeG. yolanda.cucba@gmail.com

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