La innovación como elemento refrescante

 en Verónica

Verónica Vázquez Escalante*

En la educación actual, lo que empieza a finales de la segunda década del siglo XXI, se ha manejado con suma ligereza la palabra innovación. Muchas personas creen haber llegado al escalón innovador por el simple hecho de darle un pequeño giro a lo que ya se hacía o se conocía y como resultó algo “nuevo” pues ya se cataloga como hecho innovado. Evitando ser purista, se puede aceptar la novedad como algo provisional.
En realidad el tema no es tan sencillo como se ha imaginado o como se le ha considerado, pues además, el término, ha sido adoptado por todos los campos posibles: en la moda, la tecnología, la mercadotécnica, innovación social, tecnológica, por mencionar algunos. En realidad quienes lo lanzaron hasta lograr hacerlo tan popular como lo conocemos en la actualidad, fue el campo de la economía desde 1911 en la teoría de las innovaciones (Joseph Schumpeter), pues el “empresario creador” debería demostrar que había mayores ganancias económicas.
El concepto en sí, se identifica por el prefijo IN (dentro de), por lo que escribimos innovar, es decir dentro de lo nuevo. Entonces se puede decir que innovar es hacer nuevo lo nuevo, crear algo novedoso. Surge una pregunta para reflexionar, no para contestar de inmediato y ésta es: ¿cuánto tiempo dura nuevo lo nuevo?
Creo que en realidad tendríamos muchos argumentos para defender el producto que queremos adquirir y que sea totalmente nuevo.
Cabe resaltar que la innovación no es la optimización aunque si son interrelacionadas. La cultura, la diversidad, el romper prototipos, dominar la tolerancia pero finalmente se quiere tener la certeza de la innovación.
El campo de la educación no es la excepción en querer innovar. Se desea crear talento, desarrollar ampliamente el aprender a ser, aprender a hacer, aprender a conocer y aprender a convivir, 4 pilares de la educación lanzados desde 1900, o la didáctica Magna de Comenio que en 1632 ya expresaba la eficiencia de la enseñanza a través de cuatro principios como eran la seguridad en sí mismos, la facilidad de expresarse, la calidez y la rapidez.
Al docente comprometido e interesado en refrescar su trabajo, en tener el dominio del tema a explicar y en dejar un aprendizaje sólido en el alumno, le hago otra pregunta ¿qué valor le merece a usted la percepción que el dicente tiene de su propio progreso?
Si un docente es innovador, el alumno ¿puede ser innovador?, si el alumno debe innovar constantemente, ¿el docente no?, en realidad las estrategias que se presentan en un grupo, se vuelven obsoletas más pronto de lo que imaginamos. Si estamos comprometidos a innovar, pues hay que hacer nuevo lo nuevo constantemente ¿cómo sabremos qué proceso utilizar para innovar y qué alternativa proponemos ante el sistema educativo actual?

*Doctora en Ciencias de la Educación. Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 145 Zapopan. [email protected]

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