La fuga de cerebros, una cuestión global

 en Enric Prats Gil

Enric Prats*

Una de las consecuencias de la globalización, la movilidad de personas, ofrece su cara más cruda en la fuga de cerebros, un fenómeno que se agudiza en los países menos ricos, que ven cómo sus efectivos más jóvenes y más capaces son atraídos por las economías más ricas.
Ruanda estrena ministro de educación y ha sido motivo de una entrevista donde se le plantea precisamente esta cuestión. Es éste el país más densamente poblado de África, con más de 12 millones de habitantes, dedicados en un 90% al sector rural. Todavía fresco el genocidio de 1994, el crecimiento económico de Ruanda ha sido importante: mientras que en 2006 el 57% vivía por debajo del umbral de la pobreza, casi una década después ese dato se sitúa en el 45%. Con casi la mitad de su población por debajo de los 18 años y un esfuerzo inversor comparable al de México o Alemania y por encima del España, muestra unas cifras de adultos no letrados del 30% y una expectativa de vida escolar de 10 años (incluyendo de primaria a educación superior) pero, aun así, no es capaz de retener todavía a su talento.
En la entrevista, Papius Musafiri, el nuevo ministro y anterior director de los estudios de economía de la Universidad de Ruanda, acepta que el país no está preparado para ofrecer la formación superior necesaria que exigen los nuevos tiempos, lo cual obliga a realizar una política de ayudas para enviar a jóvenes estudiantes a prepararse al extranjero.
Estos mecanismos de externalización, necesarios cuando la infraestructura propia no es la adecuada, debería ser fruto de una reflexión profunda por parte de los organismos internacionales. Más allá de la inquietud personal y del proyecto vital y profesional que supone este tipo de retos, es indudable que el coste global es elevado en términos tanto de inversión colectiva como personal.
Una política equilibrada de desarrollo, en perspectiva internacional y con una visión global, exige que los más ricos no se aprovechen “también” del talento barato que proviene de países más pobres. Al menos, en educación, no debería ser ese el enfoque dominante y nos ahorraría dineros y disgustos.

*Profesor de Pedagogía Internacional, Universidad de Barcelona. [email protected]

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