La educación en un contexto de geografías cambiantes

 en Luis Rodolfo Morán

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Hace unos años se contaba que los productores de mapas se encontraban en aprietos pues cuando apenas se habían trazado determinadas fronteras y estaban por imprimir el mapa, se suscitaba alguna nueva revolución que desdibujaba las fronteras entre distritos de un mismo país o entre países recién divididos o unificados. Aun cuando los mapas ya no sólo se consiguen impresos y es posible conseguir versiones actualizadas con apego al llamado “tiempo real”, el problema de las geografías cambiantes no se ha superado.
En el contexto de la educación esto nos plantea al menos dos problemas: por un lado, el del estudio de las geografías políticas y humanas, pues éstas cambian de un ciclo escolar al siguiente, o quizá varias veces en el transcurso del año lectivo. Es sabido que para los niños mexicanos, por ejemplo, recientemente se han dado cambios en la nomenclatura de la Ciudad de México, cuyos gobernantes tienen pocos años de ser elegidos por los gobernados, a diferencia de lo que ocurría en el resto del país. Al menos en teoría en los estados y municipios las elecciones eran democráticas y representativas mientras que no lo eran en la capital del país. Por otro lado, el de la actualización de los estudiantes que lidian con esos cambios geográficos no sólo en sus cursos, sino porque tienen que cambiar de escuela y deben aprender de nuevo acerca de su entorno más cercano.
La movilidad de estudiantes se enfrenta en buena parte con el segundo de estos problemas: en múltiples ocasiones los niños deben cambiar de escuela por razones más allá de las educativas o por su rendimiento. Desde el cambio de trabajo de los padres, los desastres naturales o políticos, los cambios en los ciclos de las familias, la desaparición de alguno de los tutores, los divorcios, la imposibilidad de acceder a los edificios de las escuelas en determinados momentos (ya sea por construcción o por destrucción, por demolición o por remodelación). De tal modo, los estudiantes se enfrentan a la necesidad de conocer nuevamente su entorno geográfico. En muchos casos no se trata únicamente de un cambio de barrio y de aprender los cambios en la geografía más inmediata, sino que los estudiantes acaban por verse como verdaderos “desplazados” de determinada región cuya geografía e instituciones conocían relativamente bien, a otras regiones del país, o incluso desde fuera de México.
En meses recientes esa situación se ha presentado para algunos estudiantes en nuestro país. No es que necesariamente se hayan caído sus escuelas o sus viviendas en los sismos, aunque sí es algo que sucedió en muchos casos, sino que las vidas de sus barrios, a causa de los sismos o de algunos otros fenómenos socio-políticos, se han alterado de tal modo que muchos de ellos han tenido que cambiar de escuela, de ciudad, de estado. En el caso de las oleadas de deportados (o retornados por propia voluntad) desde Estados Unidos, o de los nuevos refugiados procedentes principalmente de Centroamérica (oleadas actuales y futuras), nos enfrentaremos en nuestras escuelas con la necesidad de revisar los cambios en las geografías y de actualizar a los niños recién llegados a las escuelas en las geografías y en las concepciones del espacio en sus nuevos lugares de residencia.
En buena medida, no es sólo que las geografías planetarias estén cambiando, sino que los habitantes de esas geografías también se trasladan a ritmo más veloces que antes desde determinados contextos educativos a otros con los que no todavía están familiarizados.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. [email protected]

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