La educación al olvido en las elecciones intermedias
Jaime Navarro Saras*
La elección de 2018 tuvo como tema toral todo lo concerniente a la educación, la escuela, el magisterio y la reforma educativa impulsada por Enrique Peña Nieto, no había día en que el candidato Andrés Manuel López Obrador le dedicara parte importante en sus acciones discursivas en mítines y cuanto escenario estuviera a su alcance, el centro del debate tenía que ver con echar abajo las políticas punitivas de la evaluación y los atentados en contra del magisterio por personajes como el mal recordado secretario Aurelio Nuño Mayer, los silencios cómplices del SNTE y el papel denostador de la escuela pública por instancias como Mexicanos Primero, agrupaciones empresariales y los medios de comunicación; la frase (y hecha marca) LA MAL LLAMADA REFORMA EDUCATIVA resonó a lo largo y ancho de todo el país y allende las fronteras.
En todo lo que va de la campaña de 2021, la educación, la escuela y el magisterio han sido temas menores, en muchos casos casi inexistentes, ello es entendible porque quien lleva la agenda educativa es el poder ejecutivo y este espacio no está en disputa, sin embargo, quienes se encargan de impulsar leyes si lo están y no se han visto propuestas concretas que den luz acerca de lo que sucederá con la educación en lo que resta del sexenio.
Es preocupante porque las escuelas (que estuvieron cerradas por 14 meses) requerirán de apoyos económicos para su reparación y un presupuesto por demás significativo para el equipamiento de las aulas y que éstas puedan estar en condiciones de continuar con los modelos de educación a distancia.
El centro de las campañas políticas actuales tiene que ver con la denostación y descalificación de los contrarios, en algunos casos tocan el grave problema de la inseguridad, no faltan las siempre presentes loas al gobierno actual y las críticas agrías al mismo, no hay posiciones intermedias, o se está a favor o se está en contra, hoy por hoy el maniqueísmo se ve en todo su esplendor, mientras ello sucede, las redes sociales, las reuniones familiares y los ambientes laborales denotan un divisionismo fanático y ello, se quiera o no, da muestras de un vacío educativo del sentido crítico y de los valores esenciales como el respeto y la tolerancia al otro.
Así como están las cosas y con tantos candidatos y candidatas de medio pelo para abajo, tendremos que esperar tranquilos 3 años a que lleguen las elecciones de 2024 para que la educación, la escuela y el magisterio vuelvan a ser temas importantes a tratar, en donde los que no tienen el poder criticarán lo que ha hecho el gobierno actual y plantearán nuevos caminos (la mayoría ya andados) para hacer de la educación un verdadero elemento para el desarrollo y la mejora del país.
*Editor de la Revista Educ@rnos. [email protected]