La brisa del espectáculo
Jaime Navarro Saras*
El medio es el mensaje
Marshall Mcluhan
La semana pasada tuvimos en Zapopan la final del futbol mexicano y como tal, fue una semana llena de emociones con manifestaciones de toda índole, lo cual culminó el fin de semana con la derrota del equipo local: Las Chivas, vimos, como siempre, a todos los personajes de la política jalisciense dando las facilidades para un posible festejo del campeonato en diferentes puntos de la ciudad, especialmente en La Minerva (recinto utilizado tradicionalmente por Chivas y la Selección Mexicana cuando ganan algo).
Estaba todo preparado para festejar el campeonato, pero al parecer no le avisaron al equipo contrincante, Los Tigres, de que no tenía que ganar y echar abajo el libreto del Cid Campeador y así poder distraer a los Jaliscienses una semana, o más, para que no protestaran por los temas álgidos para el gobierno, concretamente el asunto de los vecinos de la colonia San Rafael, la verificación vehicular y los desaparecidos, amén de todos los pendientes de estos gobiernos naranjas con la población que gobiernan.
En fin, no salieron las cosas como esperaban tanto seguidores de Chivas, patrocinadores, dueños y gobernantes y, en tanto, tenemos que volver a nuestra realidad, como siempre y para no extrañar, la “carrilla”, los memes y las bromas no faltaron en esta ocasión, además había que pagar apuestas y quedaron para otra ocasión las comidas, los asados y demás festejos preparados.
Dentro de todo este festín local sucedió un hecho lamentable unas horas después del fracaso de Chivas, un joven hirió de muerte a su tío porque el ahora fallecido se burló de la derrota de su equipo, amén de los pleitos y guerritas previas al encuentro y las posteriores y que de seguro no fueron reportados por autoridad alguna porque a decir de ellos, se justificaban por la impotencia de no ver ganar a Chivas en su estadio y con su gente.
En este tipo de fenómenos es cuando sale a relucir lo que el desarrollo cultural y educativo han dejado de hacer con las personas y han permitido que la mercadotecnia y los medios de comunicación hagan lo que se les venga en gana, a tal grado que engrandecen los espectáculos (independientemente de la calidad) y a sus actores les construyen aureolas de santos y los hacen ver tan importantes (o quizás más) que nuestros héroes nacionales y las personalidades de la ciencia y la cultura que han ayudado a construir nuestro país.
Lamentable lo que dejan de hacer las personas para obtener un boleto a costa de lo que sea, incluido el embargo de sus bienes y las quincenas salariales empeñadas, quienes no pudieron asistir al estadio tienen que sufrir ante una pantalla invadida de comerciales justo en el momento que llega alguna jugada importante porque se trata de vender, en este escenario poco importa el juego y el espectáculo, el propósito es ofertar tiempo aire a los patrocinadores y todos felices, nunca como ahora, los narradores se han centrado más en el patrocinador comercial que lo que sucede en el juego y su entorno, son la anécdota o el chisme de vecino sus referentes, y nunca desde las narrativas y estrategias de Sun Tzu, Maquiavelo, Jean Aul, Robert Greene, Guardiola, Simeone, Menotti, Ferguson, Ferran Soriano y hasta el mismísimo Nacho Trelles, entre otros.
Así de pobre es el futbol en México, que por cierto todo se financia con recursos privados (además del apoyo de algunos gobiernos estatales y municipales) y cuya calidad no es de lo mejor que como le exige la iniciativa privada a la educación pública, en tanto, la buena publicidad que recibe el futbol lo hacen ver como lo mejor del mundo, contrario a la mala prensa que recibe la escuela pública donde la hacen ver como lo peor, pero en fin: ¡viva el espectáculo futbolístico que mueve a millones de personas y que por un momento los aleja de su realidad!
*Editor de la Revista Educ@rnos. [email protected]