Identidad de formadoras de profesionales de la educación
Carlos Arturo Espadas Interián*
Trabajar la identidad de las formadoras de profesionales de la educación implica hacerlo desde dos ámbitos: el interno de cada IES y el exterior contextualizado; ambos en dimensiones históricas y sociológicas, principalmente.
La identidad como concepto social, cultural e histórico ofrece posibilidades que forman al ser humano desde la memoria civilizatoria para constituirse en lo individual-colectivo de un momento continuo visualizado en una línea que implica trayectorias diversas.
Al interior se construye desde la historia institucional propia de cada IES; por ello, la memoria de las luchas magisteriales, estudiantiles y demás se vuelve parte del ADN de la identidad. La participación política, democrática, académica, cultural, así como las estructuras de soporte representan el entramado sobre el cual se constituye, transmite y recupera esa historia.
La dimensión social se ramifica, que no exclusivamente, en estructuras de soporte como el servicio social profesional, voluntariado, servicio social universitario y responsabilidad social; de ahí la importancia de evitar academizarlos y con ello mantener el sentido social-comunitario que identifica al estudiantado con su gente, con sus estratos culturales, para poder trabajar con ellos y aportar elementos de organización, estructuración y herramientas de gestión en todos los niveles.
Los símbolos resultan fundamentales en la memoria compartida, en la pertenencia y filiación, pero no hay que olvidar que ellos se construyen a partir de situaciones que le dan sentido y no al revés. Estos símbolos son producto de la dinámica de la vida de las IES en procesos históricos, culturales y sociales que han formado parte de la biografía institucional. Estos se construyen simultáneamente en ámbitos internos y externos de las IES.
En el ámbito externo, mundial, regional y nacional, se tienen los ritmos y pautas de proyectos que signan el desarrollo, crecimiento o, en su caso, empequeñecimiento, eliminación o cambios de rumbo de las IES. En el caso de las formadoras, el vínculo con las políticas y el proyecto de Estado es directo. La formación de cuadros profesorales, administrativos, diseñadores, orientadores y operadores del Sistema Educativo Nacional es prioridad nacional.
Los egresados de las formadoras se constituyen en la plataforma de soporte de todo el Sistema Educativo Nacional y del ecosistema laboral, social, cultural, político e ideológico de una nación. Su función es vertebrar, dar forma y soporte; sin embargo, esa función, impactos e importancia, pasan desapercibidos la mayoría de las veces.
La identidad de la comunidad de las IES formadoras necesita recuperar su memoria histórica e identificarse con el hecho de que cada IES forma parte del ADN de las restantes, es decir, ser universitario y normalista son la misma cosa a nivel del llamado a ser un bloque a nivel nacional.
Los trabajos para conformarlo han sido ignorados a nivel macro, así como también en lo micro, existiendo singularidades, esfuerzos e iniciativas diferenciadoras que no necesariamente se generan desde una visión nacional.
A la par de estos elementos de configuración, hay que recordar todos aquellos gráficos y de otra naturaleza que resultan complementarios, sin olvidar la carga simbólica que debe observarse.
Cada IES debe recuperar su biografía institucional, sus trayectos históricos, sociales y culturales para construir en conjunto con su comunidad lo que ha sido, es y espera ser, a la par de trabajar en bloque nacional para generar procesos articuladores holísticos.
*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 113 de León, Gto. [email protected]