Hipocresía del SEN
Carlos Arturo Espadas Interián*
En educación, cuando se usa a los otros para el beneficio propio, se construye una trayectoria a partir de los subordinados; las acciones que lo posibilitan son apropiación de esfuerzo, ideas, talento e iniciativas en un juego macabro orquestado por las estructuras institucionales y el grupo de autoridades en sus distintos niveles que permiten, solapan y lo promueven.
La autoridad entendida así, no es servir a quienes integran la institución y a la sociedad en general; únicamente es un trampolín para seguir “trepando” en los puestos políticos y, por supuesto, aumentar los ingresos, sin importar los sectores sociales que se lesionen para llegar a ellos.
Existe una batalla declarada al interior del sistema educativo, que es el cercano y que puede ser extrapolado, quizá, a otros. La batalla se libra en los centros educativos, secretarías de educación, sindicato y demás ámbitos y estructuras que nada tienen que ver con el desarrollo integral del ser humano, puesto que por principio tienen el control, sometimiento y aprovechamiento de los otros, vía la promoción del anonimato y aniquilación del otro, de los otros, sean quienes sean. Analizándolo, realmente no es una batalla, es una masacre.
Así, los parámetros de referencia –concepto incorporado y adaptado por el autor del presente, en otros artículos de opinión–, normalizan las conductas de los y las “Jefas” que sienten tener derecho por encima de las instituciones, quienes las integran y de los sectores sociales a quienes deberían dar servicio.
El ego, la ambición y las visiones de mundo se conjugan en esos parámetros de referencia para justificar, promover y generar estrategias creativas para dar continuidad al orden de las cosas. Ante este juego macabro, la sociedad ha aprendido a mantenerse quieta y disfrutar de las migajas del poder que forman alianzas que desestabilizan todo intento de transformación social.
La pregunta entonces radicaría en el hecho de promover, desde distintos modelos educativos, hoy, por ejemplo, desde la NEM, el pensamiento crítico, reflexivo y demás, cuando en los entornos escolares se encuentran ausentes: cómo se podrá contribuir a la formación de un ser humano libre, crítico y analítico cuando, para dar continuidad al orden de sometimiento, los entornos escolares con todos sus actores lo promueven, viven y fortalecen.
El SEN, con todos sus componentes estructurales, se vuelve así una contradicción hipócrita que forma desde y para esa lógica de simulaciones que buscan la “tranquilidad” social porque es ella el terreno de cultivo idóneo para la continuidad del sometimiento.
A lo anterior se suma la ausencia de estructuras realmente democráticas, sindicales —reales, desde el espíritu sindicalista original— y sobre todo humanas. Otras ausencias, como la ausencia de formación política del magisterio en muchas zonas de nuestro país y, sobre todo, la incorporación de perfiles profesionales distintos a los educativos, contribuyen a la imposibilidad del análisis y fortalecimiento de las estructuras de sometimiento.
En los centros escolares de todos los niveles de nuestro país, ¿qué hacemos con nuestra niñez, adolescentes y jóvenes?
*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 113 de León, Gto. [email protected]
Exactamente eso es lo que ocurre en la UPN, en dónde el grupo de directores y exdirectores de Unidades autodenominado Refundación, con sus prácticas represivas contra los disidentes de su pensamiento único de corte burocrático, obsesionados con llegar a la rectoría de la UPN e imponer su proyecto de control corporativo, en alianza con el SNTE.