Haberlo sabido antes

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Podría pensarse que cada época y cada sociedad tiene las actividades, los objetos, los procesos que valora y conserva. Algunas sociedades y épocas, empero, tienen además algunos elementos que no valoran y que quisiera desechar. En múltiples ocasiones se frustran los deseos de lograr determinados procesos, objetos y actividades por falta de la tecnología y de los conocimientos para echarlos a andar. En contraparte, existen los casos en que se malogran las aspiraciones de quitar de en medio lo que estorba en la época a esa sociedad.
Exclamamos a veces: “de haber sabido esto antes, nos habríamos ahorrado tantos problemas”. Problemas como la contaminación atmosférica, el calentamiento global, la explotación de la fuerza de trabajo, síndromes y padecimientos como la diabetes o el cáncer, están relacionados con determinadas actividades, objetos y procesos de nuestra época. Así como determinadas rutinas pueden ser nocivas (como la pasividad del sedentarismo), existen algunos objetos que pueden dañarnos lentamente sin que nos demos cuenta, hasta que ya es demasiado tarde (como el uso de asbestos, que resultaron cancerígenos y las personas que estaban en contacto con ellos, ni cuenta se daban).
En buena parte, la escuela sirve para que la gente en general, pero en particular los estudiantes y los docentes, entremos en contacto con conocimientos e información que nos servirán para actuar. Sobre todo, la rutina escolar promueve la práctica de habilidades que nos ayudan a aprender en general, para luego ser capaces de aplicar las habilidades de aprendizaje para aprender aun más.
Esas habilidades nos sirven de escalón para saber otras cosas. De haber sabido cómo buscar determinada información, nos lamentamos a veces, habríamos sabido las implicaciones de determinados objetos, procesos o actividades. Por ejemplo: de haber sabido DESDE ANTES que los cinturones de seguridad que sostienen abdómen y pecho ofrecen mejor protección en los accidentes que los que sólo cruzan por la cintura, se habrían salvado muchas vidas.
La escuela sirve, en una buena cantidad de ocasiones, para estar al tanto de algunas de las cosas que vemos con frecuencia en nuestra sociedad y en las sociedades de las que nos llega noticia por los medios de comunicación. Nos tiene al tanto de las implicaciones positivas y negativas de lo que puede suceder si realizamos determinadas actividades, si adquirimos y utilizamos tales o cuales objetos, o si aplicamos o dejamos de aplicar determinados procesos. Mientras que los actuales medios y tecnologías nos pueden dar una gran cantidad de información, la escuela nos sirve para darnos el criterio, las oportunidades de discutir y evaluar muchas de las implicaciones, consecuencias (deseables, indeseadas e inesperadas) de lo que se hace en nuestra sociedad y en otras de las que nos llega noticia.
Aprovechar la escuela para que nos de la capacidad de aprender en general, nos proporciona la posibilidad de discernir entre lo que puede sernos provechoso individual, comunal, colectivamente de lo que puede ser nocivo en el corto y en el largo plazo. Al menos para estar alertas y dejarnos distinguir cuándo conviene ser audaces y cuándo ser sensatos y mesurados. De haber sabido antes que el papel de la escuela consiste en formar, quizá no pediríamos que los maestros se dedicaran únicamente a informar.

*Profesor del departamento de sociología del CUCSH de la UdeG. [email protected]

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