Frente a las cámaras
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
Mi amigo y vecino Marco Antonio Silva (qepd) me comentó alguna vez la situación en que alguien pedía ayuda para librarse de un golpeador y la única ayuda que solía llegar era para añadirse a atizar aún más golpes al más débil. Una situación similar pudimos observar hace unos días frente a las cámaras. Los videos siguen disponibles y han sido objeto de múltiples análisis. Aludo a la discusión en la oficina oval de la Casa Blanca y al altercado entre el presidente de Ucrania y el presidente de Estados Unidos (al que se le unió su vicepresidente) que derivó en un alto a las negociaciones de paz respecto al conflicto Rusia-Ucrania. El pasaje, que se registró por múltiples medios de comunicación, ha dado lugar a varios matices en las interpretaciones. Que Trump tenía razón al exigir que Zelenski accediera a ceder territorios y recursos al gobierno ruso encabezado por Putin; que Zelenski defendió la dignidad de su gobierno y de su país al señalar la reiterada ruptura de los acuerdos por parte del gobierno de Putin; que la paz y las vidas de los combatientes y civiles son más valiosas que cualquier reserva de metales raros; que no ceder nos acerca más a la Tercera Guerra Mundial; que es una traición a un aliado miembro del Tratado del Atlántico Norte; que Zelenski ni siquiera ha agradecido los millones de dólares que Estados Unidos ha aportado para la resistencia armada ucraniana, entre otros señalamientos.
En todo caso, el intercambio verbal grabado ante los medios de comunicación de Trump y Vance frente a “su aliado” Zelenski marca un extremo en los usos de la tecnología para documentar un conflicto de intereses entre gobiernos y aliados, explícitos o implícitos. El conflicto que presenciamos es sólo un episodio en una guerra que lleva tres años de enfrentamientos militares, pero que se enmarca en un más prolongado asedio de los recursos de Ucrania. En la época de la Unión Soviética, esta región y sus recursos habrían sido manejados sin que fuera asunto de política exterior y, mucho menos, la noticia y los intercambios habrían llegado a conocerse mundialmente, con sonido, en inglés como idioma de negociación y hasta con imágenes que nos permitan analizar el lenguaje corporal. En todo caso, lo que se dice en ese pasaje revela que Trump apoya a Putin y propone una sociedad (Business is business) entre Estados Unidos y Rusia para la explotación de los metales que se ubican en territorio ucraniano. A esa asociación le estorba el gobierno de Zelenski, quien se niega a ceder esos recursos.
En meses recientes hemos tenido la oportunidad de ver y oír escenas acontecidas en otros lugares del mundo, como los sucesos del prolongado conflicto en la Franja de Gaza, la llegada a aeropuertos estadounidenses de 29 delincuentes mexicanos expulsados por las autoridades hacia Estados Unidos para ser juzgados en aquel país, además de algunos otros acontecimientos de menor alcance global. Nos enteramos de agresiones y de arrumacos, de éxitos y de fracasos, de campeonatos y de entregas de preseas o estatuillas, de acciones cotidianas o de procesos bastante singulares e irrepetibles. Las tecnologías de la imagen disponibles en estas épocas nos permiten acercarnos a otras realidades y otros acontecimientos y reiterar su proyección para analizar en detalle lo sucedido.
Por otra parte, también nos hemos vuelto más sensibles a las posibles trampas. No sólo se han hecho algunas manipulaciones de las imágenes del altercado reciente y en ellas se muestra cómo (supuestamente) Zelenski suelta un sopapo a Trump que deja a éste llorando y con el cuello encogido, sino que hemos recibido múltiples videos en que los líderes de diversos países cantan juntos para desearnos una feliz Navidad o se organizan para dedicarnos la canción “We are the World, We are the People”, entre otras en que se utilizan las imágenes de los gobernantes para presentar visiones alternativas de sus interrelaciones. O hemos visto alguna representación visual de la boda entre Kamala Harris y Donald John Trump, del embarazo de ella y de la recepción de su descendencia.
En buena medida es por esa posibilidad de manipular las imágenes que apelar a las cámaras en la época de la inteligencia artificial y la edición de imágenes fijas o en movimiento ya no constituye evidencia suficiente para juicios penales o para considerar “evidencia” que pruebe algo. Ya no podemos creer en la afirmación de aquel joven que defendía la existencia de los dragones porque una vez vio la foto de uno en un museo. En todo caso, cobra vigencia la exclamación, asociada a la mediación de las cámaras: “¡Lo veo y no lo creo!”. Al menos, debemos ser cautelosos y cuestionar si las imágenes que se nos presentan están basadas en la realidad o son únicamente un símil de algo posible, aunque no muy probable, o que tampoco se pueda utilizar para comprobar acontecimiento o existencia alguna.
En todo caso, de los acontecimientos que vemos en videos y en imágenes fijas, tenemos ahora la noción de que pueden o pudieron ser, aunque dudemos de que alguien deseara mostrarlos o de que alguien pudiera ocultarlos, pero no tenemos ya la seguridad de que sean veraces. El audio asociado a las imágenes puede ser superpuesto, o las figuras pueden ser alteradas, o los ritmos o la secuencia de lo mostrado puede presentarse de manera distinta a como aconteció. Ya Trump señaló esa posibilidad de cambiar el orden de los acontecimientos en el tiempo, al declarar que Zelenski inició el conflicto al haber respondido a los intentos de apoyo separatista que realizó Putin antes de la invasión armada. Quizá no es cuestión de quién comenzó la pelea y quién la continuó y de si las políticas de determinados países rivales ahora tienden a armonizarse para dejar fuera a los antiguos aliados, sino de cómo lo que se muestra también deja entrever lo que no se reporta en las noticias y en los análisis inmediatos.
En todo caso, los medios de comunicación y lo que reportan las cámaras nos ayuda a comprender algunos de los trucos de la política y de la comunicación entre personas con intereses, a aprender cómo hay quien maneja o quien niega los conflictos. La sospecha de vicios privados, virtudes públicas se evidencia ahora cuando intereses antes sólo insinuados, subyacentes y hasta inconfesables o no declarados se registran con audio e imagen: se trata de luchas y alianzas por los recursos materiales y por el lucro, con enormes costos en vidas, pero que no se pueden representar directamente frente a unos segundos de registro en audio y video.
Fuera de cámaras, se ha acusado a diversos líderes en diferentes ámbitos, que promueven sus figuras como humanistas y saludables, de complicidades con otros rivales por conseguir recursos y hacer negocios a nombre de ideales e ideologías que ocultan intereses que no aparecen a cuadro. Así, por ejemplo, se nos presentan noticias y videos que nos distraen de otros acontecimientos de los que no se producen videos o que se graban, pero no se muestran. Habremos de poner atención también a lo que acontece y a quienes actúan detrás de las cámaras, para comprender mejor la escenificación de determinados pasajes de nuestras historias globales, nacionales, locales y hasta familiares. Cabe señalar que lo que aparece frente a las cámaras y queda registrado obedece a una visión que llama la atención a que es “eso” lo importante, cuando quedan fuera muchos más acontecimientos que bien podrían ayudar a comprender con mayor profundidad lo escenificado y documentado.
Algunas reacciones al altercado Zelenski-Trump:
https://www.facebook.com/share/15BPwiXEFZ/
https://www.facebook.com/share/1637qyJZET/
Lenguaje corporal:
https://youtu.be/U0AIFIK8yKM?si=jhXOenc7mnp0cp35
Analista que apoya la postura de Trump
https://youtu.be/8UizV31tbNQ?si=bPG0-h7_kLPCHhym
Trump y su relación con Rusia:
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. [email protected]