Festejos, lamentaciones y propósitos
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
Al acercarse el fin de este año 2024, muchas personas estarán en procesos de evaluación de lo sucedido, lo logrado y lo frustrado. Aun cuando hace ya algunas semanas que varias instituciones realizaron sus cierres presupuestales e hicieron explícitos sus ingresos y sus gastos, los individuos solemos esperar a los últimos días de diciembre (al menos quienes nos regimos por el calendario gregoriano) para evaluar los saldos de este ciclo.
He notado que varias personas, en las redes sociales virtuales, han dado en comenzar las “posadas”, término con el que en México se denominan a las festividades de corte religioso que anticipan anualmente el nacimiento de una figura considerada divina en el cristianismo. Sin embargo, las han comenzado sin anteponerles siguiera el prefijo para calificarlas de pre-posadas. La conmemoración simbólica de los nueve meses de embarazo de la madre de Jesús, considerada concebida sin pecado y virgen antes y después del nacimiento de su hijo, “concebido por obra del espíritu santo” y sin que mediara intercambio carnal, estaba asociada con fiestas que comenzaban el 16 de diciembre y culminaban el 25 del mismo mes, representando cada día de festejos un mes del embarazo de la esposa del carpintero José. Sin embargo, parece que en muchos grupos les urge comenzar a festejar el camino que va de Jesús a Juan; es decir, de la menor cantidad de horas de luz hacia los días más iluminados del año: de ahí que Jesús lleve a Juan, el Bautista, como guía hacia la luz. En realidad, los días de mayor luz y de mayor oscuridad se ubican más cerca del 21 de junio y el 21 de diciembre, de manera inversa en los hemisferios norte y sur, pero esas fechas del 25 de diciembre y del 24 de junio dan alguna idea cosmológica.
Sea por razones de ansias celebratorias, sea por desconocimiento de las fiestas y fechas de la religión que dicen profesar (al menos en el sentido de la mercadotecnia), los festejos navideños se han adelantado para algunos asentamientos (ya lo vimos en Venezuela, a donde la Navidad “llegó” por decreto desde octubre), algunas organizaciones y algunos gremios. Cabe, sin embargo, además, preguntarse qué otras ocasiones hay para celebrar. Para comenzar, hay que señalar la relatividad en cuanto a las emociones humanas: mientras que para algunas personas hay razones para festejar, para otras esas mismas ocasiones son de lamentación. Sin ir más lejos, los resultados de las diversas elecciones para puestos populares en varios países del mundo fueron celebrados con júbilo por algunos (en especial los declarados vencedores y sus partidarios) y fueron reclamadas y lamentadas por muchas otras personas, tanto dentro como fuera de sus países. Habrá quien celebre que se facilitarán algunos procesos políticos dentro y fuera de los países en donde se realizaron elecciones; mientras que habrá quienes se lamenten del retroceso que muchas políticas públicas enfrentarán ante la llegada o la continuidad de determinados personajes. En todo caso, parecería que en el mundo pagarán justos por pecadores y también habrá equilibrios, pues algunos países con gobiernos de derecha giraron a la izquierda, aunque también es verdad que algunos regímenes de izquierda fueron sustituidos por demagogias de derecha.
Para muchos, será motivo suficiente de celebración llegar al final de otro año de sus edades, aunque para muchos otros, es motivo de lamentación que muchos de sus parientes, amigos, colegas y conocidos no lograron sobrevivir a este año. Los motivos de esas pérdidas fueron enfermedades mortales, desapariciones, atentados, violencia en las calles, en los hogares o en las instituciones. Habrá quien celebre que hayan disminuido las causas de enfermedad, malestar y muerte en determinados lugares, aunque también hay quienes lamentarán que esas causas se hayan acrecentado en otras regiones del mundo. Varios de los conflictos armados dentro y entre países siguieron este año y no hay visos de que terminen ni de que la tasa de víctimas vaya a mejorar. Por citar un ejemplo, tan sólo en el conflicto palestino-israelí fallecieron 55 periodistas que cubrían las agresiones, por no mencionar la gran cantidad de civiles y personal militar que murió en esas confrontaciones.
En el ámbito de la educación también hubo jolgorio y rechinar de dientes durante este 2024: por una parte, muchos estudiantes (en el mundo y en nuestro país) lograron culminar sus estudios en el sentido de terminar sus cursos o de obtener sus certificados y títulos en diversos niveles y campos del saber; se ampliaron las matrículas en varias especialidades, se inauguraron nuevos programas y opciones educativas, aunque también es verdad en diversas partes del planeta se interrumpieron las clases por desastres naturales, falta de recursos humanos o materiales, conflictos armados o por recortes presupuestales para atender otras áreas que los gobiernos o las poblaciones consideraron prioritarias. Hubo jolgorios de quienes, ¡al fin!, lograron acreditar alguna asignatura en la que solían estancarse, pero también rechinar de dientes de quienes no lograron mostrar la destreza necesaria para acreditar ¡tampoco esta vez!, esos últimos requisitos académicos para graduarse.
Lo que suele plantearse ante la evaluación de lo logrado y lo frustrado a lo largo del año es una lista de propósitos de parte de los individuos, de los grupos, de las instituciones y de los gobiernos. “En esta vuelta no, pero para la siguiente ya verán que sí” y su complementaria “logramos todo esto, y verán que al siguiente año lograremos más” suelen cristalizar en metas, planes y objetivos para el siguiente año o para el siguiente ciclo lectivo, ya sea trimestral, cuatrimestral, semestral o anual. Para las escuelas cuyo ciclo lectivo llega a la mitad, es también ocasión para promover que los docentes y los estudiantes aprovechen las vacaciones de fin de año para volver con energía y entusiasmo a emprender la segunda mitad del ciclo lectivo.
Lo que no logramos y lamentamos, lo que emprendimos y festejamos, se complementará con un análisis de qué fue lo que hicimos bien para repetirlo, reforzarlo, emularlo y de lo que hicimos mal para evitarlo, corregirlo, extirparlo. En muchos casos, sobre todo en las ocasiones adversariales, los propósitos de unos serán exactamente los contrarios de sus rivales y de sus enemigos. “Ganar terreno” para algunos equivale a “perder terreno” para sus contrincantes. Afortunadamente, hay otras situaciones de cooperación en que será posible cristalizar propósitos de unos y de otros al unísono. Así, ser más claros y asertivos como docentes en la formación de los estudiantes puede complementarse con una mayor asiduidad y atención como estudiosos en relación con los cursos dirigidos por profesoras y profesores. Lo deseable será que aumenten los “ajúas”, disminuyan los “ayes” y seamos capaces de identificar cuándo y dónde “por ahí es”.
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. [email protected]
Excelente artículo.