Exultantes progenitores

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Pide a cualquier madre o padre de familia que te señale al estudiante más talentoso de la escuela en la que está su descendencia y podrá hacerlo sin titubear. ¿Cómo no va a saber cuál es, si vive con ese estudiante en su casa y lo ve casi todos los días? Sobre todo si el estudiante cursa los niveles más básicos. Ya después, cuando sus hijos e hijas aprenden más cosas, los progenitores también comienzan a aprender que en las escuelas hay algunos que probablemente se desempeñen mejor que su descendencia.
Mientras llegan esos años de adolescencia y de juventud, las mamás y los papás se esmeran en preparar a sus hijos no solo para las actividades diarias de la escuela, sino para los festivales que, a lo largo de los años, se van repitiendo en un calendario ritual relacionado con las fechas patrias, religiosas, étnicas y locales de importancia. En cada festival se nota que los progenitores saben muy bien en dónde estará el punto culminante de las presentaciones. Pueden señalar a quienes se desempeñarán mejor en esas hazañas artísticas, que implican movimientos y voces, y una que otra falla en los equipos de luces o de sonido.
Ya sea el festival de la primavera, del día de la madre o del padre, de la independencia nacional o de la revolución, del cada vez menos celebrado día de la expropiación petrolera, del inicio o del fin de cursos, de salida o de regreso de vacaciones o por cualquier otro momento histórico de las vidas académicas, como graduación o entrega de calificaciones, los padres se muestran exultantes de que sea su descendencia la que más alegrías le ofrece a la raza humana. Aunque a veces haya que matizar y aceptar que los compañeros de presentación tampoco se portaron TAN mal y lograron un marco aceptable.
Cuando los honores, vítores y aplausos van a otros grupos u otros niños los progenitores comienzan a cobrar conciencia de que hay otros progenitores capaces de animar a sus hijos y es entonces cuando se plantean la posibilidad de competir contra ellos. Mientras tanto, todos sacan sus cámaras, invitan a sus más cercanas amistades, muestran las imágenes del impecable desempeño de sus hijos en el festival.
La verdad es que a muchos progenitores no les importa gran cosa el pretexto, o la fecha, o el tener que esperar hasta que llegue lo mero bueno. Ni que esas presentaciones contribuyan al desarrollo de los cuerpos, mentes y almas de su progenie, sino el enorme orgullo de enterarse de algunas de las capacidades físicas y de coordinación con otros estudiantes para lograr sus presentaciones.
Claro que los padres y madres están exultantes de tener a los más genios de la clase. Lo que no acabo de entender es de qué manera, en algunas ocasiones, cuando están en casa con su descendencia, puedan bajar la guardia respecto a las maneras de impulsar su aprendizaje. O al menos hacer algo para no estorbarlo con tecnologías o actitudes pasivas que tanto distraen a medio mundo en estos días de las cabezas agachadas para ver las fotos que mandó la comadre desde el festival escolar… o de cualquier otra información que no necesariamente impulsa el desarrollo y el aprendizaje propios o ajenos, incluidos los de nuestra descendencia.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. [email protected]

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