Ética para niños
Verónica Vázquez Escalante*
Ha iniciado el ciclo escolar 2017-2018, en teoría, se han programado las escuelas a cubrir el respectivo número de días que en colegiado se haya elegido para cumplir con los planes y programas de la Secretaría de Educación Pública.
Los estudiantes, según su nivel académico, externan su emoción ante la experiencia nueva, afrontar lo que es una etapa con expectativas (generalmente) positivas; es decir, aquellos discentes que cambian de grado, por mencionar un ejemplo, de 3º a 4º, pues esperan tener un buen aprovechamiento porque les han dicho que 5º es un grado difícil. Los que ya están en 6º se empiezan a preparar porque la secundaria es el siguiente paso y los de secundaria, empiezan a tener esperanza de ingresar a la preparatoria. En fin, todos van esperando alcanzar el siguiente logro porque así se los permite su nivel de vida y es una meta a cumplir.
Nada de los cambios académicos tendría razón de ser si no hubiera esperanza de mejorar, crecer para integrarse a un campo laboral “cuando sean grandes”. El sistema en realidad, les ha brindado aprendizajes de acuerdo a lo que está instituido por los programas de desarrollo nacional y obviamente, con la influencia del contexto familiar.
Es importante resaltar que saber qué enseñar y por lo tanto qué aprender, es un tópico con cierto grado de complejidad. No hay duda de enseñar a leer, escribir, sumar y restar, sin embargo la siguiente pregunta es ¿qué valores enseñar?, ¿qué implica aprender de acuerdo a la idiosincrasia de la nación mexicana?
El hecho de pretender que las personas que lleguen a culminar la preparatoria, o sea que han terminado la educación básica y han podido terminar la educación media superior para así comenzar la educación superior, van a adquirir una postura ética ante el profesionalismo, pero… aquellos que desgraciadamente no han culminado con una profesión ¿los vamos a excluir de una ética de vida? Igual están integrados a la sociedad y a todos los sujetos nos corresponde tener parámetros de educación y comportamiento, tener cordura social para así, en el momento que la vida de la oportunidad de un trabajo, saber ser y comportarse en tiempo y espacio. La ética debe existir en la educación mexicana desde el preescolar. No es complicado, simplemente es compromiso por parte de los padres de familia, de los docentes, de la sociedad en general para darle un tono de respeto al modo de vida, desarrollar una cultura de respeto a los seres vivos así sean animales o plantas.
En todas las sociedades, los hábitos de “bien o mal” expresan los valores humanos y tal vez universales. El aprendizaje siempre está influenciado por aquellos que lo imparten y con quien se convive. Reflexionemos en nuestras actitudes.
*Doctora en Ciencias de la Educación. Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 145 Zapopan. [email protected]