Estrategia nacional de lectura y formación de lectores
Rubén Zatarain Mendoza*
Es bueno que haya una política gubernamental acerca de la lectura, es bueno que se defina una estrategia nacional desde el estado mexicano. Al país le viene bien una sociedad de lectores.
Sobre la promoción de la lectura no parece haber voces discordantes. Fue tema central en la educación colonial elitista; estuvo presente en el proyecto liberal juarista; fue importante para la modernidad, paz y progreso del porfirismo en la transición de los siglos XIX y XX, hombres de letras como Justo Sierra así lo evidencian, aunque el país en 1910 fuera mayoritariamente analfabeta; fue importante para el acercamiento a las masas de las obras de literatura clásica que promovió en la misión cultural José Vasconcelos, aunque se vivió en ese momento el incubamiento de la guerra cristera y luego, el mismo exsecretario de educación pública tropezó ideológicamente; fue importante para Bassols Batalla en el proyecto de educación socialista cardenista, aunque el mundo contemplaba el ascenso del fascismo y el nazismo; fue importante para López Mateos y Torres Bodet cuando se creó la Comisión Nacional del Libro de Texto Gratuito, aunque luego el poeta y exsecretario de educación se suicidara; fue importante para el proyecto neoliberal que representaron Salinas y Zedillo, en un momento de revolución tecnológica de las computadoras y de nacimiento del Internet y en un momento de venta extensiva de las empresas del Estado; fue importante, retóricamente, para el presidente más montaraz y menos lector, me refiero a Vicente Fox y su evidentemente poco culta esposa que tropezó en su referencia a Rabindranath Tagore; el foxismo, gobierno fallido en tiempos de precios altos del petróleo que no se tradujeron en bienestar social; importante para Felipe Calderón, aunque sospechosamente se distrajo demasiado pintando de sangre la república; importante para Peña Nieto y los tres libros que le cambiaron la vida, para Aurelio Nuño y su verbo “ler”, etcétera.
El libro y la lectura, importantes objetos del deseo de política pública, de política educativa, adopción de discurso para vestir de quijotesca gesta cultural a los tomadores de buenas decisiones para la república.
El libro y la lectura objeto y competencia para la adquisición de entendederas, ¿dónde se ha perdido el círculo virtuoso y porque tenemos un sistema escolar con resultados insatisfactorios en materia de lectura comprensiva?, ¿por qué PISA, PLANEA y la evaluación de habilidades SiSAT son consistentes al ilustrar una problemática?, ¿qué cosas requerimos hacer para recuperar al país de lectores que visionamos?
Como tantos otros programas y estrategias desconocemos el impacto real en la modificación del mapa de geografía humana de los lectores activos.
Importante como divisa política, importante para gastar presupuesto. Esperemos que la estrategia prometida no sea flaca ni mísera en acciones y resultados.
Esperemos que a la estrategia nacional se le sumen estrategias estatales que empaten equipo humano y recursos económicos.
La lectura, podemos decir, tiene un consenso democrático, es entonces un medio de emancipación pero también es un tentador medio blando de suma de voluntades que puede tener una finalidad política anodina. Desde el Siglo XIX los mexicanos luchamos denodadamente por subirnos a la espiral del desarrollo educativo y cultural y hemos visionado juntos que la lectura de calidad es una gran escalera, donde aún permanecemos en los primeros peldaños.
Tenemos un bajo nivel per cápita de lectura de libros, ese es un indicador real, ese es un escenario que requiere cambiar.
Los abuelos, los padres, algunos de ellos obreros y campesinos analfabetas o poco escolarizados, en algún momento mandaron a sus hijos e hijas a la escuela para que se hicieran del alfabeto y de las letras, para que llenaran sus cabezas de nuevos saberes, para que leyeran y escribieran.
Las generaciones de antaño rendimos culto al libro, lo apreciamos táctilmente y olfativamente antes de sembrar los ojos en los intersticios de significantes que forman las palabras; rendimos culto a la biblioteca como ese espacio de estantes y de voces parlantes encerradas en sus huéspedes, huéspedes hechos de hojas de papel que, a través de esas letras negras que danzan en su fondo blanco, permiten ciencia y literatura, permiten comunicarnos allende el tiempo y el espacio.
La generación millennials parece haber mutado sus filos por el libro, su pasión por la lectura.
Las generaciones de niños y jóvenes que hoy acuden a las escuelas ya tienen este capital cultural en familias e instituciones, ya tienen el medio material más accesible para cultivar sus saberes. Ahora tenemos que entender sus consumos culturales, su actitud de resistencia a la acción lectora, su interés multiforme y multifocal.
Si entonces la lectura suma voluntades democráticas a favor desde el mundo político y desde la República de los letrados, desde el mundo de las escuelas se puede también construir un círculo virtuoso favorable a la estrategia.
Será bueno destinar presupuesto y sortear resistencias y burocracia. Será bueno que el libro llegue a los usuarios más necesitados y reorientar organizaciones ineficientes que sortean con relativa facilidad cualquier intento de contraloría social.
Por tanto, sería bueno conocer los resultados del Programa Nacional de Lectura en los tres últimos sexenios, sobre todo en materia de indicadores de productividad y de unidades de programación y presupuesto, como un elemento de diagnóstico de la estrategia que hoy se anuncia, como un medio para no partir de cero en materia de aciertos y errores.
Lo que es importante también valorar es que el acto de leer es un acto individual, es una competencia en donde se cruzan formación social, contexto cultural y sujeto lector con toda la potencialidad o restricción de su biografía lectora.
Desde la sociedad industrial y la constitución de las escuelas en la estructura organizativa que hoy conocemos formar buenos lectores es un imperativo categórico para el ejercicio de una moderna ciudadanía productiva, creativa y participativa.
Pienso en general que con distintos matices las escuelas no forman buenos lectores atribuible este resultado a la obsesión por los resultados inmediatos y a la ausencia de principios pedagógicos que respete la psicogénesis de este proceso cognitivo complejo.
Pienso también que tenemos que pensar desde la formación de educadores y desde la práctica docente en educación básica el problema metodológico para la enseñanza de la lectura, leer y escribir en la escuela parte de un método didáctico adecuado, parte del respeto al proceso del que aprende.
Parece dañino para la formación de lectores de calidad esperar resultados de corto plazo por presión familiar y social; generemos formación continua alternativa a la obsesión de los docentes de preescolar y profesores de primer grado por sacar lectores convencionales en corto tiempo.
Pienso también que los resultados de las escuelas están muy condicionados por entornos sociofamiliares pobres culturalmente.
Para mejorar la formación de lectores es importante considerar factores como la emergencia de la mujer en el mundo del trabajo, la evolución de la estructura familiar y la reestructuración de las relaciones humanas en el hogar atribuible a la llegada del televisor, la computadora y otros dispositivos. El libro reducido a objeto decorativo en salas y rincones, la escasa oferta de libros de calidad en algunos sitios.
En general no se cultiva el gusto por la lectura en las clases sociales económicamente desprotegidas. La lectura parece un bien mejor distribuido entre las clases medias y altas.
La evidencia empírica parece arrojar que las niñas son mejores lectoras que los niños, aunque esto parece estar muy relacionado con el uso del tiempo en casa entre otras variables que distinguen las actividades de los géneros.
Lectura para mejorar el lenguaje, desarrollo del lenguaje para potenciar mejor el desarrollo del pensamiento y la inteligencia, esta parece ser una implicación de la teoría vigotskiana sobre la lectura.
Es bueno que la estrategia la encabece la esposa del presidente, es bueno que Paco Ignacio Taibo, de lenguaje folclórico y director a fortiori del Fondo de Cultura Económica proponga libros de bajo costo, es bueno que presidente y gobernador de Sinaloa hagan presencia común en Mocorito para fortalecer la intención política que entraña la estrategia nacional de lectura.
Es una buena señal de un sexenio tierno.
Será bueno también que alimentemos los filos pedagógicos en las escuelas para enseñar adecuadamente y formar lectores de calidad.
Será bueno que revisemos críticamente la oferta cultural de las bibliotecas de aula y de escuela, será bueno también generar lectores que pregunten y evalúen la oferta cultural que generacionalmente legitimamos y tendemos a imponer los padres y los docentes.
Será bueno poner a disposición del debate en los Consejos Técnicos los saberes sobre el tema que como educadores hemos construido desde la gramática de Nebrija hasta los saberes de la gramática estructural de Saussure y la propuesta chomskiana y aportaciones recientes como la neurolingüística.
Será bueno repensar los proyectos colectivos que tenemos al respecto de la lectura y proponer estrategias escolares para favorecer la formación de buenos lectores.
*Doctor en educación. Supervisor de Educación Secundaria del sistema federalizado. [email protected]
Interesante análisis de los programas de sexenios y la bandera política del fomento a la lectura y escritura.
Faltó una “a” al término Juarista.
Me parece interesante también el análisis respecto de las estrategias didácticas que propones y sobre todo, recuperar las “filias” por la lectura del docente, en el radica la fuerza motivadora para inspirar a sus alumnos en el gusto y comprensión de la lectura.
Elemento importante por recuperar, son las características de aprendizaje que tienen nuestros niñ@s ahora con la generación de: nativos digitales en la que sobre sale “la inmediatez ” del manejo de la información.
Concluiría que como docentes , tenemos una gran tarea: inspirar
“Ser cultos, para ser libres” José Martí