Es necesario innovar siempre
José Manuel Bautista Vallejo*
La educación en general, la escuela en concreto, no pueden ser el “lugar” de prácticas obsoletas, ni estilos viejos, ni hábitos oscuros ni caducos, ni comportamientos que reserven lo bueno para otras instancias, ni miradas que no dicen la verdad. Me dirás que lo han sido en múltiples ocasiones, pero te diré que no por ello hay que aceptar esta realidad a pie juntillas.
La educación ha sido definida de muchas formas, una válida ahora sería “la intención de hacer el bien”, de Wilhelm von Hildebrand. Tomando esta idea, educación y escuela deben ser, por el contrario, el espacio propio para la transmisión de los saberes acumulados y, también, un lugar para la innovación, el escenario donde alumnado y docentes desplieguen sus energías para transformar la realidad mejorándola.
¿Por qué digo esto? La educación es un cajón donde caben muchas cosas, de hecho cabe casi de todo. Profesores, padres, familias enteras, políticos, medios de comunicación, ciudadanía al completo toman interés por lo que significa y supone la educación, tratando de influir con ideas que cada uno, desde luego, considera oportunas.
¿Pueden y deben en general todos opinar sobre lo que hacemos en educación? Sí. Sin embargo, deben encontrar en aquellos que tienen delante, los educadores, agentes de la verdad educativa y una de estas verdades debe ser que nuestro trabajo conserva todo lo bueno que hemos conocido y aprendido durante la historia de la humanidad, que queremos darlo a otros sin reservas, pero que aspiramos a cambiar lo que no funciona, creando y generando oportunidades, en espacios que nos deben permitir, innovando, convertir todo en un reto para un horizonte más óptimo. Esto es innovando la intención de hacer el bien…
En el conjunto de estas opiniones ciudadanas variadas se observa de todo, hay quien aprovecha para, incluso, hacerse con una opinión mayoritaria para manipular, no sólo sugiriendo con voces a través de los diversos medios, también abriendo la puerta al asalto a la mente ciudadana la cual desprovista queda a expensas de grupos de poder manipuladores. Todo un tema. Pero, ¿cómo impedir esto?
Para que la intención de hacer el bien en educación sea una realidad debemos hacer converger en la persona del educador el valor de la pedagogía y de la verdad, cuya máxima expresada éticamente sería: innova éticamente, crea e innova, por el bien ajeno y propio. Es de esta forma como venceremos y, además, convenceremos.
*Doctor en Psicopedagogía. Profesor-investigador de la Universidad de Huelva. [email protected]