Es momento de ser autodidactas
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
La frase del título me la envió una egresada de sociología que conocí desde el primer semestre de su carrera. En su caso no tengo duda de que ha sido capaz de conservar la disciplina de estudiar por su parte, de explorar bibliotecas y lugares históricos, de observar y participar en marchas, discusiones y exposiciones académicas. La he visto llegar en bicicleta a la universidad y he visto algunas fotos de su tiempo de competencia en distintas modalidades de patinetas. De ahí que yo no tenga duda de que esa joven es capaz de añadir otras habilidades y otros conocimientos a su repertorio.
Estimular el autodidactismo ha sido uno de los propósitos de la educación pública en México. Lo que no implica que la estrategia sea promover que cada aprendiz se rasque con sus propias uñas en cada comezón. Sino promover determinados aprendizajes que sirvan como base para lo que puede seguir. Como resalta en el caso de la joven que menciono arriba, ella llegó a la universidad con una disciplina de estudio, con capacidades cognoscitivas, perceptuales y motoras suficientes para abonar a su formación en un área específica de las ciencias sociales. Lo que no significa que todo lo haya aprendido por sí misma.
Afirmar que ha llegado el momento de ser autodidactas requiere reconocer que se cuenta con bases suficientes para seguir aprendiendo sin la supervisión constante de alguna otra persona ya iniciada en el campo. Lo que no implica que en ningún momento se haya de contrastar lo aprendido con lo que existe ya en ese campo del saber y de la práctica. No todos estamos en capacidad de lograr avances sin consultar con cierta regularidad a quienes han recorrido ya esos caminos.
Suele decirse, en el campo de la administración de empresas, que existen al menos dos “culturas”. Por una parte, una que requiere que los trabajadores reporten constantemente sus avances y que haya un supervisor que señale el sentido de los esfuerzos y califique el ajuste frente a los propósitos y los productos esperados. Por la otra, una que señala la dirección general y lo que se espera, para que los trabajadores realicen su trabajo hasta culminarlo. En el primer estilo, el papel del supervisor es vital y cada decisión debe pasar por su aprobación. En el segundo, los trabajadores toman las decisiones tomando en cuenta el punto al que requieren llegar, sin depender en cada detalle de un supervisor.
Esta analogía puede tomarse como base para pensar en cómo estimular el autodidactismo. En parte, las tareas en casa son una manera de generar en los estudiantes esa habilidad de resolver problemas completos sin consultar constantemente a una persona que facilite el aprendizaje. Pero eso después de algunas sesiones en clase, con ejemplos y prácticas en grupo. Sin embargo, no todos estamos en capacidad de resolver todas las tareas en casa y algunos requerimos más supervisión que otros. Según sea nuestra capacitación y práctica en el campo de aprendizaje.
Uno de los elementos fundamentales para ser autodidacta, a mi entender, es la capacidad de realizar labores con la seguridad de que se trata de ensayos mejorables y de que, en algún momento, tendremos la posibilidad de consultar con expertos que nos señalen posibles estrategias para ajustar los productos a nuestros propósitos. En esta época de obligado aprendizaje en línea perdemos buena parte de la interacción con quienes nos supervisan y retroalimentan. Nos vemos obligados a aprender por nosotros, con nuestros propios medios, aunque siempre es bueno saber que, en algún momento, podremos pedir la opinión experta de las personas iniciadas ya en esos caminos por los que apenas comenzamos a aventurarnos.
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. [email protected]