Entre concursos y reconocimientos
Carlos Arturo Espadas Interián*
La emoción invade los corazones de estudiantes que han logrado obtener un premio en una participación no tan reñida, quizá porque aún comienza la tradición y no se ha posicionado el concurso o quizá sea por otras razones.
El recurso considera el proyecto, pero no está en función de él, es decir, si fuera un proyecto de gran envergadura, el premio no alcanzaría para financiarlo; sin embargo, el ganarlo compromete a la operación y realización.
Generalmente, la gestión para bajar recursos y permitir la operación del proyecto establece montos máximos que consideran recursos de diversa índole y está bien, porque no existen recursos relacionados con lo material que sean ilimitados. Hay una correlación entre ese monto máximo y las características de los proyectos, así mientras más bajo el financiamiento obtenido, más pequeños o limitados resultan los proyectos que optan por participar.
El rango de financiamiento para proyectos llega a millones de pesos, dólares o euros, dependiendo de la naturaleza de patronatos, fundaciones u organizaciones que lanzan las convocatorias. El recurso se entrega etiquetado para los distintos rubros de operación y es así para asegurar la realización del proyecto.
Hay otro tipo de convocatorias que últimamente se han visto y que por lo general se relacionan con el sector gubernamental, y es “premiar” proyectos en concursos, donde el financiamiento es mínimo y no permite la operación del proyecto al cien por ciento. Se podría considerar que pudiera ser un financiamiento complementario; sin embargo, esto implicaría personal dedicado a la tarea de gestoría para bajar recursos diversos para realizar el proyecto.
Hay diferencia entre premiar el talento y aportar para operar proyectos. En el primer caso es un reconocimiento al talento, es retribuir a las personas, hacer una distinción a su esfuerzo, dedicación o calidad humana. El segundo caso es disfrazar el recurso para operar proyectos que luego se reportan como parte del quehacer de quienes lo financiaron.
Cuando el concurso es para financiar un proyecto, se debe considerar lo mínimo para hacerlo operativo y, por pequeño que sea un proyecto y en el sentido estricto de lo básico de un proyecto social, se deberá considerar al menos un monto que permita el pago del personal que lo opera, adquisición de recursos materiales suficientes, equipo, traslados, lugar o lugares donde se realizará el proyecto —porque ello implica costos—, continuidad para no dejar desprotegidas a las personas con las que se trabajó, entre muchos otros aspectos.
Declarar que se realiza un concurso para obtener financiamiento es asumir, por parte de quien emite la convocatoria, el costo mínimo para la operación; caso contrario, se trata de un concurso que se queda corto y que solo puede entusiasmar falsamente a quienes con esfuerzo aportan su talento; al mismo tiempo desgastar el entusiasmo, porque cuando se lleve a la operación, quienes ganaron se darán cuenta de que el recurso resulta insuficiente y tendrán que poner de su bolsillo o, en su caso, realizar otras gestiones o participar en otros “concursos” para lograr lo considerado.
Lo honesto es declarar abiertamente las intenciones de cada entidad que emite la convocatoria y expresar para qué se usarán los resultados. Si tiene fines políticos, electorales, de recuperación de credibilidad y prestigio, posicionamiento en el imaginario colectivo o de qué se trata, caso contrario se está engañando a la población que responde a esas convocatorias.
*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. cespadas1812@gmail.com